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La heroicidad hecha torero: Emilio Serna triunfa en Teruel La heroicidad hecha torero: Emilio Serna triunfa en Teruel
Emilio Serna saluda tras la vuelta al ruedo. Sevi

La heroicidad hecha torero: Emilio Serna triunfa en Teruel

El murciano corta una oreja bajo un intenso aguacero

El frío de septiembre ya ha hecho presencia en Teruel, pero el calor del aficionado parece el de julio. Así se demostró ayer, en el festejo que enfrentó a los animales de Villamarta y el Sobral a Emilio Serna, Javier Antón y Mario Palacios. Salió el primero de Villamarta entre una ovación del agradecido público que premió la grata presencia del animal. Repitió el sonido de las palmas tras el primer y único puyazo que recibió. Brindó Serna a Carlos Sánchez, empresario turolense, antes de comienzo del último tercio, que arrancó por alto, agarrado a las tablas. Estuvo dispuesto ante un toro que tuvo más peligro de lo que, quizá, transmitió, derrotando duro y seco en muchos momentos de la lidia. Tras tres entradas, Serna metió los aceros en la carne del animal, pero hubo, no obstante, que descabellar el murciano.

De nuevo, fue ovacionado el segundo Villamarta. Apretó Javier Antón al burel, que salió frío y parado. Le costó ir a la pelea, dejando solo el choque con el peto en varas. La faena, en tónica general, quedó deslucida por la falta de movilidad del animal, que protestaba constantemente el tener que tomar los vuelos de la muleta. No por ello, Antón estuvo menos dispuesto, y trató de exprimir al máximo la pobre condición de su contrincante. Pinchó el diestro, y el de Villamarta se echó, junto al burladero de matadores, de manso. Con una estocada trasera mató el de Murchante a un toro con menos historia que la que el navarro le sacó.

El tercero, también de Villamarta, volvió a escuchar palmas. Mario Palacios quiso recibirlo de rodillas, pero la indefinición del toro en la embestida, lo evitó. Pronto cambio el criterio del publico, que protestó al toro, quizá, un defecto de la vista. Cuando se cayó tras el puyazo, el presidente mostró el pañuelo verde.

El tercero bis fue el primero de El Sobral, que corría turno. Aplaudido también su presencia, transmitió más movilidad y calidad en el capote. Nos quedamos con las ganas de ver un buen puyazo, el que estoy seguro que hubiese recibido el de El Sobral, si Palacios hubiese querido lucir la bravura de un toro que se venía pronto y de lejos. Quedó un buen castigo, no obstante. Arrancó la lluvia sería justo en un tercio de banderillas en el que el animal venía como un tren. No entendió el toro el extremeño, quien no dió con la tecla de lo que pedía un toro con recorrido y calidad. Tras una voltereta sin consecuencias, desligó la faena, administrándole los muletazos de uno en uno, a un animal. Una estocada entera tras un pinchazo pasaportan al buen toro de El Sobral. Cortó una oreja Palacios, pero perdió un triunfo rotundo ante un gran toro.

De rodillas comenzó la faena Emilio de la Serna a un cuarto que escuchó palmas de salida. Se complicaba la tarde. El agua empezaba a poner el piso impracticable, y cada vez llovía más. Merenciano, el presidente, cambió el tercio de banderillas con cuatro palos, en un ejercicio de sensibilidad para con los banderilleros, ante un ruedo que, a estás horas, ya parecía más una piscina. Serna lidia con el del Sobral y con todas las dificultades que la tarde imponía, en una imagen que rozaba el heroísmo torero. Un hombre, solo, bajo el agua, ante un toro que estuvo cerca de prenderlo ante la imposibilidad de dar dos pasos sin resbalar. Le metió los aceros Emilio Serna, pero necesitó el descabello, tras una faena en la que, si bien fue difícil ver torear, vimos a un torero jugarse la vida. Se premió a Serna con una oreja de muchísimo mérito antes que Merenciano bajase al ruedo para confirmar que la tarde no podía continuar. “Uno tiene que venir a este tipo de plazas a entregarlo todo”, declaraba Serna, que mostraba “satiscacción personal, como torero, por haberme jugado la vida ante un público tan entregado como el de Teruel”.

Carlos Sánchez, que ha tenido mucho mérito en sacar adelante este festejo, ponía de manifiesto que “los toreros estaban hechos unos tíos, Emilio ha estado hecho un jabato”.