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25 años de la Fundación Dinópolis de Teruel: el capital humano, una de las claves del éxito 25 años de la Fundación Dinópolis de Teruel: el capital humano, una de las claves del éxito
Trabajadores de la Fundación, delante de una de las reproducciones de dinosaurios que se pueden ver en Dinópolis

25 años de la Fundación Dinópolis de Teruel: el capital humano, una de las claves del éxito

Alrededor de un centenar de personas han trabajado para la institución en las últimas décadas
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La provincia de Teruel tiene una riqueza paleontológica que se da en pocos lugares. Eso ha convertido a la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis en un referente en su género, pero lo que ha hecho de ella una experiencia de éxito ha sido el capital humano con el que ha contado en el cuarto de siglo que lleva funcionando y cuyo aniversario se ha celebrado este año. En torno a un centenar de trabajadores, empezando por paleontólogos, restauradores y personal administrativo, al igual que auxiliares y otros profesionales, han contribuido cada uno a su manera a hacer de esta institución científica lo que es hoy, un referente de la investigación al servicio del desarrollo de la provincia.

La Fundación Dinópolis tiene nombres propios sin los cuales los logros científicos que ha conseguido, y su proyección en lo que es el parque paleontológico, nunca se hubieran logrado. Profesionales que lo han dado todo, que han antepuesto en muchas ocasiones su compromiso con el territorio a través de este proyecto a sus propios intereses particulares, que se han volcado en convertir a Teruel en un referente no solo de esta ciencia, sino cómo la paleontología puede ser un recurso para el desarrollo territorial. Así lo ha reconocido el propio Gobierno de Aragón, pese a que en ocasiones no ha hecho mucho caso, y más recientemente el Gobierno central, aunque sin las dos administraciones hubiera sido imposible sacar adelante este proyecto, ya que el mismo es una de las grandes experiencias de éxito del Fondo de Inversiones de Teruel (Fite) creado a finales del siglo pasado.

La nómina de personas que han trabajado para la Fundación es amplia, aunque a veces haya sido para trabajos puntuales como ayudantes de laboratorio o restauración, e incluso personal auxiliar de exposiciones. Los nombres propios los aportan aquellos profesionales que desde los inicios, o a lo largo de su historia, han contribuido a sacar a la luz toda la riqueza paleontológica de la provincia, a restaurarla, estudiarla y exponerla en las instalaciones de Dinópolis.

Profesionales de la Fundación Dinópolis la semana pasada con Alberto Cobos, director gerente de la misma en la nueva etapa que se inició en 2021

En todo este tiempo ha habido dos personas al frente de la institución, los paleontólogos Luis Alcalá y Alberto Cobos. El primero, turolense de nacimiento, la dirigió desde 2002 hasta 2021, año en el que Cobos le tomó el relevo. Este último junto con Rafael Royo fueron los primeros paleontólogos contratados para ponerla en marcha a finales del siglo pasado, y con ellos desarrollar lo que es el parque paleontológico de Territorio Dinópolis repartido por toda la provincia.

Primeras contrataciones

Fue en 1998 cuando el IAF contrató al paleontólogo zaragozano Rafael Royo Torres para empezar a trabajar en lo que iba a ser el parque paleontológico cuando todavía no se había decidido ni el nombre. Un año después llegó de Bilbao el paleontólogo Alberto Cobos. Ambos fueron los que configuraron el discurso expositivo del Museo de Dinópolis a partir de las piezas que se habían ido adquiriendo, y los primeros en hacer investigación en la Fundación.

Fátima Gonzalo llegaría un año después para hacerse cargo de la gestión de los servicios económicos, e incluso participó al principio en las primeras excavaciones que se hicieron, entre ellas la del mítico yacimiento de Barrihonda-El Humero donde se descubrió Turiasaurus riodevensis, el dinosaurio gigante europeo.

La llegada en 2002 de Luis Alcalá, procedente del Museo Nacional de Ciencias Naturales, supuso una inflexión y el empujón definitivo de la Fundación Dinópolis, impulsando la búsqueda activa de yacimientos de fósiles por todo el territorio y la puesta en marcha de numerosos proyectos que hicieron crecer la institución científica de forma exponencial, incluida la construcción del  nuevo edificio que alberga las dependencias del centro, hoy reconocido como Unidad de Paleontología de Dinosaurios por el Gobierno central.

Mampel, Ayala, Lorente y González durante los primeros años de la Fundación Dinópolis en el laboratorio

Ambición profesional

Si algo trajo Luis Alcalá a la Fundación Dinópolis fue su capacidad para darlo todo por el centro y su ambición profesional de hacer de la institución un referente que se conociese no solo en España sino en todo el mundo. Las dos décadas en las que estuvo al frente se caracterizaron por la configuración de lo que es la Fundación hoy en día, importantísimos hallazgos y la puesta en marcha de proyectos que han dejado huella, amparado en todo momento por un equipo de profesionales que le acompañaron prácticamente desde el principio,  muchos de ellos turolenses. En 2021 cedió el testigo a Alberto Cobos para irse a dirigir el Parque de las Ciencias de Granada. Exigente como la copa de un pino, consigo mismo y con los demás, Alcalá hizo de la excelencia la marca de calidad de la Fundación Dinópolis.

A principios de esta década otro de los pioneros de la Fundación, Rafael Royo Torres, dejó también la institución para incorporarse como profesor a la Universidad de Zaragoza, después de haber desarrollado una ingente labor como investigador. Apasionado de los dinosaurios, Royo Torres creció científicamente a la par que lo hacía la Fundación y el proyecto Dinópolis, volcándose en la divulgación lo mismo que en la investigación, con una generosidad total cada vez que se le pedía ayuda para contar las maravillas que salían del subsuelo turolense.

Dentro del trío fundacional de lo que han sido estos veinticinco años de la Fundación Dinópolis está Alberto Cobos, que resiste al cumplir un cuarto de siglo la institución, ahora como director gerente de la misma tras asumir las riendas en 2021 cuando se marchó Alcalá.

Cobos vive su profesión como pocas personas. No hay límite para su pasión por los dinosaurios y la provincia de Teruel pese a no haber nacido en ella, aunque es más turolense que muchos; y cada hallazgo que se produce, por pequeño que sea, adquiere para él un valor fundamental para contribuir con él al desarrollo de Teruel.

La vocación de Cobos es el territorio. Siempre se ha sentido más a gusto en el campo que en los despachos, con sus botas embarradas de tanto patearse el terreno, y con la mirada de un lince para localizar yacimientos y hallazgos increíbles en sitios como su querido El Castellar, que ha convertido en su segunda residencia. Este pueblo le debe mucho porque hay un antes y un después de que Cobos lo pisase por primera vez y se enamorase de sus maravillas. Su generosidad y discreción son un mérito añadido al éxito de la Fundación en todos estos años.

Junto a ellos, a ese trío fundacional que pasará a la historia de lo que ha sido el milagro del desarrollo económico de la mano de la paleontología, hay otros profesionales que se han volcado en estos años, en silencio, en un segundo plano, pero dejándose todo en las excavaciones, en la preparación de materiales y en la divulgación de los hallazgos y en la preparación de los contenidos expositivos de Dinópolis.

Lecciones de paleontología

El turolense Eduardo Espílez fue uno de los primeros en llegar en 2003. Desde los inicios estuvo en la excavación de Turiasaurus en Riodeva. Es un enamorado de los fósiles y oírlo hablar es recibir toda una lección de paleontología, sea del tema que sea, de dinosaurios, de invertebrados marinos o de mamíferos del Terciario.

Lo de Espílez es vocacional y pasional, con trabajos como el que ha desarrollado en la Mina Santa María de Ariño, donde también se ha volcado el paleontólogo turolense Luis Mampel, que llegó en 2003. Ambos han trabajado mano a mano, entre otros, en este yacimiento gigantesco y difícil por las condiciones en las que han tenido que desarrollar su tarea, y los dos han sido igual de generosos a la hora de divulgar y colaborar con la prensa para transmitir toda esa riqueza paleontológica.

Ana González es otra de las profesionales que han hecho historia en la Fundación. Callada, discreta y constante, esta andorrana fue la artífice, entre otras cosas, de haber restaurado el gigantesco sacro de Turiasaurus, que es lo primero que se ve al visitar el Museo Paleontológico cuando se sube por la rampa del tiempo geológico.

El equipo de la Fundación en la primera década de este siglo con Luis Alcalá, que la dirigió hasta 2021
Alcalá con otros paleontólogos de la Fundación cuando recibieron el Premio José María Savirón en 2015

A ellos, que siguen en la Fundación, se suman profesionales como Daniel Ayala, restaurador y artífice de las increíbles reconstrucciones de corpóreos que se exhiben en el parque. Su capacidad de superación no tiene límites y siempre considera que se puede hacer más, con lo cual quedan por delante todavía muchas maravillas que están pendientes de salir de sus manos.

En aquellos primeros años la Fundación contó también con profesionales que empezaban sus carreras y que hoy las desarrollan con éxito en otros lugares, como Ainara Aberasturi, hoy directora del Museo Paleontológico de Elche, y Nacho Fierro, profesor de la Universidad de Alicante; o Luis de Luque, que durante diez años aportó sus conocimientos y simpatía, aunque le superó su inquietud y su amor hacia Tanzania para emprender nuevos proyectos de vida fuera de Teruel.

Teresa Suñer, Enrique Peñalver, Luis Lorente, o María Dolores Pesquero, entre otros muchos, han sido profesionales que han trabajado para la Fundación y que han contribuido también con su labor a hacerla cada vez más grande. Y lo mismo han hecho investigadores en formación que han dado lo mejor de sí mismo, aprendiendo a la vez que aportaban, como Javier Verdú o Guillermo Rey, además de Francisco Gascó, que ha adquirido hoy día peso en el mundillo como divulgador tanto en Internet como con sus libros, entre ellos los de reciente aparición Eso no estaba en mi libro de Historia de los dinosaurios, o Paleontología Pop, una de las últimas novedades editoriales en la materia.

Nueva generación

Hoy, junto a los históricos de la Fundación que han contribuido al éxito de la misma al posicionarla como una institución científica de referencia, nuevos profesionales se han sumado a la apasionante aventura iniciada hace veinticinco años. Entre ellos figuran investigadores como Luis Miguel Sender, cuyas raíces se hunden en las Cuencas Mineras y ha incorporado la paleobotánica a las investigaciones de la Fundación, o Diego Castanera, que se dedica al estudio de los dinosaurios. Y a ellos hay que añadir jóvenes paleontólogos en formación como Josué García, cuya  vocación entronca con aquellos inicios de Dinópolis, cuando era pequeño, visitó las instalaciones y supo que quería ser paleontólogo.

Son las nuevas generaciones que toman el relevo y acompañan a los veteranos con la mirada puesta en las bodas de oro, que llegarán dentro de otros veinticinco años, después de haberse celebrado en 2023 las de plata. A ellos se debe que el nombre de Teruel esté asociado hoy día a los dinosaurios, que su patrimonio paleontológico brille con luz propia, y a ellos se deberá que lo siga haciendo en el futuro si siguen con la misma constancia, pasión y dedicación los pasos dados por sus predecesores.