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Alberto y Javier, una unión que va más allá de la línea de meta: el voluntariado de la ONCE les conectó y ahora son grandes amigos Alberto y Javier, una unión que va más allá de la línea de meta: el voluntariado de la ONCE les conectó y ahora son grandes amigos
Alberto Villalba (izquierda) y Javier Villarroya, corriendo en la 10K de Teruel. Alba Mozas

Alberto y Javier, una unión que va más allá de la línea de meta: el voluntariado de la ONCE les conectó y ahora son grandes amigos

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Cruz Aguilar

Javier Villarroya y Alberto Villalba son de Teruel y aficionados al deporte, sobre todo al atletismo y a la bicicleta de montaña. Quedan tres o cuatro veces a la semana para correr y, desde hace unos meses, montan en bicicleta. Hasta ahí su historia es similar a la de muchos otros jóvenes que se juntan para practicar deporte, aunque en su caso la conexión va mucho más allá de salir a correr y pasar un buen rato. Javier es el guía deportivo voluntario de Alberto, que tiene la visibilidad reducida y perdió ambas manos al estallarle una bomba de la guerra civil en 2013 en la capital turolense. 
Los dos practicaban deporte por separado, pero en el caso de Alberto Villalba el accidente complicó el desarrollo de su afición, porque siempre dependía de amigos. Javier Villarroya es Policía Nacional y también voluntario de la ONCE, donde se inscribió como guía deportivo sin saber que el destino le tenía reservado a Alberto, con quien, tras más de dos años juntos, tienen una complicidad que va mucho más allá del voluntariado.
Alberto corre con una cuerda atada a la cintura y el otro extremo está en el antebrazo de Javier, que son sus ojos cuando pisan el asfalto. “Tiene que confiar en mí”, explica el guía, que a la vez reconoce que se ofreció voluntario por su vocación de ayuda y su afición al deporte, pero fue Alberto quien le explicó cómo tenía que ser esa colaboración durante la práctica deportiva. Corren unidos y coordinados de brazos y piernas, algo fundamental para evitar una inestabilidad que podría provocarles una caída. “Ahora ya no hay miedo, si nos caemos nos levantamos y ya está”, dice Alberto con una sonrisa. 
Las lluvias de los últimos días les están impidiendo practicar la bicicleta de montaña, que desde hace unos meses combinan con el atletismo. Alberto Villalba se ha comprado un tándem que han adaptado entre los dos para sus necesidades específicas. Este nuevo deporte les permite recorrer una distancia de entre 30 y 40 kilómetros por caminos de montaña.
El joven ha encontrado en su guía una salvación. Antes practicaba deporte en el interior de un gimnasio y salir a correr a la calle estaba supeditado a convencer a algún amigo. Ahora está encantado porque, como explica, “si alguien se ofrece como guía es que está buscando lo mismo que yo, que es hacer deporte”, comenta, para añadir que su cómplice deportivo ha sido “una ayuda muy grande”. Poder salir a la calle varias veces a la semana a correr la está ayudando mucho a sobrellevar un accidente que, sin duda, le cambió la vida pero también puso en su camino a Javier.
Javier Villarroya es policía del área de Seguridad Ciudadana y reconoce que el voluntariado le ayuda mucho porque le acerca a la ciudadanía, “a empatizar con las personas con discapacidad”, explica. Comenta que las tablas adquiridas en estos años acompañando a Alberto Villalba le van fenomenal para saber cómo actuar, pero sobre asegura que todo el tiempo invertido en el voluntariado lo cobra en “recompensa personal”. 
Se inscriben a las carreras los dos, aunque puntúan como uno. “Pero así nos dan dos bocadillos en el avituallamiento”, dice Javier sonriendo, para añadir que está bromeando y que se apuntan los dos para así colaborar con la organización de las pruebas.
En el deporte saben que el único límite lo marca su propia preparación y por eso no descartan ir un poco más allá en sus objetivos. Ahora están cogiendo el ritmo, que perdieron a consecuencia del confinamiento y de una lesión de Alberto. Esperan haberlo recuperado para octubre, cuando tienen su próxima cita en una 10K de Valencia donde se potencia la participación de personas con discapacidad. De todas formas, tanto Javier como Alberto apuntan que no suelen tener problemas a la hora de participar en una prueba, donde solicitan salir unos segundos antes que el resto para tener una mayor movilidad. Sin embargo, recalcan que esa es la única concesión que tienen, ya que a lo largo del resto de la carrera, son “uno más”.

Gestiones en las que hacen falta ojos, aunque sean de otro

Javier Villarroya decidió en 2018 convertirse en voluntario de la ONCE tanto para acompañamientos como a nivel deportivo. En ese momento no había delegación en Teruel y tuvo que hacer varias llamadas hasta que por fin dio con un técnico al que enseguida se le encendió la bombilla y pensó en Alberto Villalba. El joven necesitaba un acompañante para practicar deporte y es precisamente a lo que se ofrecía Javier. 
El servicio de voluntariado es una de las facetas y los servicios que la ONCE ofrece a los afiliados. En la agencia hay tres voluntarios para acompañamiento y dos voluntarios telefónicos, que resultan de gran importancia en una provincia tan grande y con tanta población dispersa. 
“Hay una serie de gestiones para las que necesitas los ojos”, explica Pilar Calvo, directora de la agencia de la ONCE en Teruel, que detalla que ni las instituciones públicas ni las entidades privadas están preparadas actualmente para atender a personas con deficiencia visual. Así, muchos de sus afiliados tienen problemas para sacar dinero en el banco o ir al médico si el turno aparece en una pantalla y no les llaman de viva voz. 
Calvo agradece la labor de los voluntarios porque “se entregan y dan su tiempo sin condiciones”. Hace un llamamiento a aquellas personas que puedan dedicar algunas horas a los demás y también a los afiliados: “Que no duden en pedirnos ayuda porque encontraremos un voluntario para acompañarlos”, explica, para añadir que además del convenio marco que tienen con Cruz Roja para paliar las carencias propias, recientemente han suscrito otro con Acompañando Teruel, de forma que si un usuario reclama un servicio y no hay una persona en la ONCE que pueda prestarlo, será esta organización la que lo realice.
En total tienen 131 afiliados, muchos de ellos dispersos por el territorio, de ahí que a juicio de Pilar Calvo sea tan relevante el acompañamiento telefónico que realizan algunos voluntarios. “En las poblaciones pequeñas tienen familiares o vecinos que les ayudan, pero nosotros les llamamos para charlar y que se sientan más acompañados”, relata.