

Andrés García Inda, profesor: “El reto educativo es descubrir la revelación que oculta lo cotidiano”
‘Capaces de enseñar, dispuestos a aprender’ es el último libro del aragonésPor Carlos Gurpegui
La educación es uno de nuestros principales pilares como sociedad, y pocos son los libros que se centran a reflexionar sobre ella. Capaces de enseñar, dispuestos a aprender (Ediciones Mensajero) es el nuevo volumen escrito por Andrés García Inda, un apasionado buceo entre la pedagogía y la filosofía inspirado en Ignacio de Loyola, fruto de la aventura de educar.
-Mal el docente que se cierra a esto de aprender, ¿verdad?
-Mal si lo hace cualquier profesional. Aprender es nuestra forma de estar en el mundo.
-Y se ha utilizado mucho el concepto de desaprender…
-E idealizado. Deshacernos de nuestros hábitos es muy difícil.
-Vivimos tiempos confusos, afirmo.
-¿Y cuándo no? Recuerde aquello de Ortega: lo que pasa es que no sabemos lo que nos pasa. Quizás lo específico de la confusión actual es su aceleración y multiplicación.
-Y de crisis de confianza, en barómetro entre expectativas y escepticismos.
-La confianza es la energía que mueve el mundo. La crisis de la educación es en gran medida una crisis de confianza.
-Atrévase a definir qué es educar.
-Orientar y acompañar procesos de formación, desarrollo y maduración personal, transmitiendo conocimientos y valores.
-¿Y cuándo hacemos esto de la peor manera posible?
-Cuando no asumimos la responsabilidad de hacerlo.
-¿Puede existir una educación sin valores?
-La educación nunca es neutral. Transmitimos juicios sobre lo que consideramos importante o nimio, bello y feo, bueno o malo… Pero ‘educar en valores’ suena abstracto y artificial. Los valores siempre están encarnados en prácticas, rutinas, disposiciones, actitudes… Prefiero hablar de virtudes.
-Somos como educamos, viene usted a decir…
-Y educamos tal como somos.
-Cita al poeta místico Rumi con el “se es lo que se busca”. ¿Educar es eternamente buscar?
-Sin duda. Y encontramos más de lo que buscamos.
-¿Aún no hemos matado la curiosidad?
-Cuando lo hagamos desaparecerá la humanidad.
-¿Qué es el asombro en la educación? Usted destaca hasta cuatro virtudes para él: sencillez, confianza, paciencia y profundidad.
-La disposición a aprender y el resultado del aprendizaje. La capacidad para ver o escuchar en medio del ruido e incluso para escuchar el ruido.
-¿Es la generosidad el mayor de los asombros?
-No hay asombro sin una actitud generosa hacia la realidad y los otros.
-¿Es necesario integrar la cultura del esfuerzo con la cultura del entusiasmo?
-Se dice que el cerebro necesita emocionarse para aprender, pero tendemos a confundir esa emoción con el placer inmediato del entretenimiento. Pensar y aprender requiere esfuerzo, y el entusiasmo y la emoción de aprender también surge de ese esfuerzo.
-Nombra a Adolfo Nicolás: ¿Con qué profundidad invitamos a pensar a nuestros alumnos?
-Con la misma con que pensamos nosotros.
-Una pedagogía del acontecimiento, cataloga Luis Aranguren.
-Tendemos a subrayar lo extraordinario, las grandes gestas y los ‘momentos históricos’, pero el reto educativo está más en descubrir la revelación que se esconde en lo cotidiano.
-¿Cuál es el principal beneficio de la atención plena?
-Eso suena a mindfulness, lo que en nuestra cultura sería la contemplación. Plena o no, la atención es la condición del aprendizaje. Por eso, como insiste Gregorio Luri, en nuestras estrategias didácticas debemos preguntarnos siempre si lo que conseguimos es la atención de los alumnos o su dispersión.
-En el libro destaca el movimiento de las escuelas lentas. “En educación, menos es más”. Me lo explique.
-A veces el reto no está en hacer más cosas, sino en dejar de hacer algunas para profundizar en lo que hacemos. Pero ese planteamiento es complejo en un contexto donde se exige que la escuela haga cada vez más cosas.
-Usted que también sabe de Derecho… Educar es una negociación continua de límites, ¿está de acuerdo?
-Yo diría que es una continua actualización de límites.
-Con “lo conocido desconocido” cita a Slavoj Zizek, uno de mis favoritos. ¿Es necesario provocar, también en la educación? ¿Necesitamos del descaro?
-A veces sí, siempre que no sea mera pose o postureo. ¿No hay algo de eso en Zizek?
-Tiene presente al gran Pedro Arrupe, a propósito de “un amor eficaz que tiene como primer postulado la justicia”.
-Arrupe definió así el objetivo de los colegios jesuitas, que podría serlo de todas las escuelas: formar hombres y mujeres para los demás.
-En la línea del actual Papa jesuita, profundiza en Carlos Díaz y su “corazón campesino”.
-Esa es la virtud de la paciencia, indispensable en educación: atender y respetar los ritmos, esperar sin desistir ni apresurarse.
-Lejos de egos y vanidades, la educación es excelencia cuando se transforma en servicio que prioriza al más necesitado.
-Cuando atiende a cada uno según sus necesidades.
-¿Cómo erradicar una educación para las élites en escenarios y centros educativos?
-Favoreciendo la libertad educativa y la elección de las familias. El resentimiento no ayuda a mejorar la educación. No se trata de erradicar nada, sino de facilitar y extender a todos todas las posibilidades, evitando la desigualdad y reconociendo la diferencia, para que la inclusión no se convierta en una nueva forma de exclusión.
-El maestro zen vietnamita Thich Nhat Hanh afirmaba “si tienes que elegir entre el budismo y la paz, debes elegir la paz”.
-La pregunta de Naht Hanh es: ¿qué es realmente sagrado para mí? De eso va también la educación.
-De fondo, educar también trata de reordenar nuestro universo personal, como apunta en el libro.
-Porque exige ir a lo importante, prescindiendo de lo que distrae, distinguiendo el fin de los medios, dando a cada cosa su valor.
-Recuerda a Cohen y los “deseos infinitos que surgen entre los escombros”.
-Educar es una tarea lenta y compleja, cuyos resultados son imperceptibles a corto plazo. Implica reconocer el valor de las pequeñas cosas, de la belleza posible. “Hay una grieta en todas las cosas —canta Cohen—. Así es como entra la luz”.
-Paulo Freire hablaba de “realismo esperanzado”. En estas fechas hay que hacer pacto con la esperanza… si no, mal vamos.
-Sin esperanza no hay educación, pero esperanza no es igual a optimismo.
-En definitiva, como dice usted, la calidad de la educación está en función de la calidad de nuestra sed, de nuestro deseo.
-Si somos conformistas la educación será mediocre y conformista. Si somos críticos y exigentes la educación será crítica y excelente. Pero el inconformismo empieza por uno mismo.
-¿Qué cree que diría Anthony de Mello de su libro?
-¡Veo que compartimos referencias! Creo que le gustaría. E imagino que diría que todo es —aún— más sencillo.