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Atriles, pantallas lupas  o braille, lo que haga falta para que la integración en el aula sea total Atriles, pantallas lupas  o braille, lo que haga falta para que la integración en el aula sea total
Moragriega, a la derecha, en una clase en el Vega con Rihan y sus compañeros

Atriles, pantallas lupas o braille, lo que haga falta para que la integración en el aula sea total

La ONCE apoya a un total de trece estudiantes de la provincia de Teruel en su labor educativa diaria
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Cruz Aguilar

Lograr la integración en el aula y fuera de ella para las personas con dificultades visuales de diferente grado es el objetivo que persigue la ONCE con su programa para escolares. En la provincia de Teruel hay un total de 13 niños que cuentan con el apoyo de la organización y entre ellos están Rihan e Israe, dos niñas que cursan sus estudios en Teruel y Alcañiz, respectivamente, y que reciben apoyo tanto en los materiales, adaptados a sus necesidades, como con la ayuda de una maestra de apoyo que entra con ellas a algunas de las clases.

Israe Bahir, en el patio del colegio alcañizano Concepción Gimeno Gil, jugando con dos de sus amigas. Paula Aznar

Las dos escolares tienen una estrecha relación con sus respectivos apoyos en el aula, pero como explica María Moragriega, que es la docente de la ONCE que acude a los centros educativos de la ciudad de Teruel, la atención a estos chavales va más allá del acompañamiento en el aula, es “un trabajo de equipo”. En él intervienen técnicos rehabilitadores, trabajadores sociales o psicólogos de apoyo.

El objetivo es dotar a cada uno de los usuarios con los materiales que les ayuden a poder seguir las clases a un ritmo normal. Todo ello en busca de un modelo de educación inclusiva en igualdad al resto del alumnado, donde el trabajo junto a las familias resulta fundamental, según indican desde la organización.

En el aula cuentan con lupas de aumento, pantallas o atriles, entre otras cosas, que se incorporan no sólo en el centro educativo, sino también en sus propios domicilios de forma que les facilitan el acceso al material didáctico, que es similar al de los compañeros.

En el caso de que no tengan nada de visibilidad, desde la ONCE les enseñan el lenguaje braille, aunque eso se lleva a cabo con formación específica fuera del aula.

La ONCE realiza también apoyo en los domicilios para los niños que tienen entre 0 y 3 años, así como en las guarderías y escuelas infantiles, en las que recomiendan matricular a los pequeños de cara a que interactúen con sus compañeros y lograr así una mejor integración.

El respaldo de la ONCE, que además es gratuito para los usuarios y sus familias, no se centra sólo en el aula, sino que también hay orientación para las familias o atenciones específicas con otro tipo de profesionales, como técnicos rehabilitadores o psicólogos.

Orientación docente

El asesoramiento, explica Esther Artigas, que es la maestra de apoyo de la organización en toda la provincia de Teruel y en la zona de Caspe, incluye también a los docentes, a los que les piden cosas tan sencillas, pero tan útiles para el alumnado con dificultades visuales, como ampliar el tamaño de las fichas que entregan en sus asignaturas o escribir en la pizarra con letras más grandes.

“Son niños que están en la media, unos por encima y otros por debajo, como cualquier otro”, explican desde la ONCE. En muchos casos el mayor inconveniente radica en que ellos mismos acepten que necesitan algún tipo de ayuda y que la reclamen a sus profesores. Así, entre las dificultades que encuentran los docentes de apoyo es que algunos de los escolares no quieren que entren con ellos en las clases.

Además de los maestros que acuden a las aulas de colegios e institutos, también los niños que van a Centros de Educación Especial reciben este tipo de apoyo ya que hay determinadas discapacidades que tienen asociada también la visual.

Entre las herramientas que estos alumnos tienen en el aula está la mesa atril, que les permite acercarse más a la tarea sin inclinar tanto la espalda y logar así una mejor posición para su salud También hay lupas televisión, que se conectan a la pizarra y ellos la ven en su ordenador, donde pueden ampliar todo lo que necesitan.

Libros más legibles

Desde la ONCE les apoyan a su vez con aquellos libros que contienen tanta información que resultan complejos para personas con dificultades de visión. “Solicitamos a las editoriales que los libros no necesiten tanta adaptación”, explica, para añadir que algunas sí lo tienen en cuenta, aunque otras no. “Pedimos dibujos más sencillos, que los textos estén organizados para que no haya que buscar la siguiente frase, porque si no hay en algunos que hasta los niños que ven se pierden”, comenta.

Evolución

Esther Artigas tiene una trayectoria de 36 años como docente de la ONCE y señala que la tecnología ha facilitado mucho las cosas a los usuarios. Recuerda que las pizarras verdes, tan habituales en los centros educativos en las últimas décadas, eran muy poco legibles para las personas con deficiencias visuales, sobre todo porque tras borrarlas siempre quedaban sucias.

Ahora las pantallas digitales resultan mucho más claras y, además, cuentan con sistemas que permiten verlas en su propia pantalla de ordenador y ampliarlas. “Las lupas han evolucionado mucho, como también el braille, que ahora funciona por aplicaciones y es todo mucho más inclusivo y accesible”, relata Artigas.

“Lo que más me gusta es leer y, en el patio, jugar al escondite con mis amigas”

Israe Bahir tiene 6 años y cursa 1º de Primaria en el colegio Concepción Gimeno Gil de Alcañiz. Entre las tareas escolares lo que más le gusta es leer y, en el patio, le encanta “jugar al escondite” con sus amigas, como a cualquier niña de su edad.

La niña tiene apoyo de la ONCE para seguir las clases y una maestra acude a su centro educativo un día a la semana. Tiene este apoyo desde antes de que fuera a la guardería, según explica su madre, Ilham Bahir, que señala que esa ayuda ha sido fundamental ya que además de dentro del aula, también les dan pautas a los padres para que puedan trabajar con ella en clase de forma que luego siga las clases con total normalidad.

“Tengo un atril en el colegio y en casa, así puedo ver mejor”, explica Israe, que así no tiene que forzar tanto la espalda para leer y escribir.

El apoyo a los escolares, como en el caso de esta pequeña alcañizana, se produce desde la más tierna infancia, incluso antes de que asistan a la guardería o al colegio.

“Quiero estudiar Turismo porque lo que me gusta es viajar”

Rihan Khiraovi cursa 4º de ESO en el IES Vega del Turia. Sigue las clases como una alumna más, aunque para ello cuenta con algunas herramientas que le ayudan, como el atril de su mesa, que le permite acercarse más los folios y leer así mejor, o una pantalla-lupa en la que puede ver la misma pizarra que sus compañeros, pero más de cerca.

Rihan Khiraovi en su clase del IES Vega del Turia con la pantalla lupa que le ayuda a visualizar la pizarra

Tiene apoyo de la ONCE desde que tenía tres años -entonces vivía en Soria- y en 6º de Primaria empezó a utilizar una lupa para mejorar la visión. Ahora está totalmente integrada en su aula, aunque reconoce que los primeros días a sus compañeros les llamaban la atención las herramientas que utiliza, tanto que cuando ella no está hay algunos que se sientan en su pupitre para poder usarlas.

Aunque cuenta con dispositivos que hacen su vida más fácil, en las clases en las que no está en su aula, porque son asignaturas optativas, sigue la actividad al mismo ritmo que sus compañeros.

Su letra no difiere para nada de la de su generación: de tamaño pequeño y con los párrafos subrayados en diferentes colores. “Subrayo mucho y coloreo los apuntes, me ayuda porque aparte de la organización captas muy bien cada apartado”, relata. En cuanto al tamaño de la letra, es totalmente normal, aunque ella indica que es de mayor tamaño que la de muchas de sus compañeras.

Tiene una profesora de apoyo, María Moragriega, que acude algunos días a clase con ella para echarle una mano con el tema de los materiales, para que sean más accesibles. Además, también ayuda a sus compañeros si lo necesitan, porque el objetivo fundamental es que Rihan se sienta una más en el instituto.

La joven asegura que los profesores tienen muy en cuenta sus necesidades específicas a la hora de elegir el tamaño de letra de los exámenes o de las fichas que les entregan. Indica que los primeros días a algunos se lo tiene que recordar, pero pronto lo asimilan.

En casa no tiene atril, un utensilio que echa de menos, reconoce, aunque sí una lámpara específica que le permite leer y estudiar mejor.

Rihan Khiraovi afronta el futuro con ilusión y reconoce que a lo largo de su vida ha querido dedicarse a diferentes profesiones, desde psicóloga a veterinaria, enfermera o abogada. “Siempre he creído que lo de la vista no me iba a impedir nada”, asegura, para indicar después que uno de los últimos trabajos que quería desempeñar, que era azafata de vuelo, sí podía verse condicionado por su nivel de visión.

Sin embargo, como lo que le gustaría es “viajar, conocer cosas nuevas y salir de la zona de confort”, enumera, ha decidido dedicarse a un trabajo también vinculado al turismo. “Voy a hacer Administración Turística y Hotelera, primero una Formación Profesional y luego la Universidad”, relata. Se trata de unos estudios que le permitirán trabajar “en cruceros, de jefa en hoteles lujos y en empresas de turismo”, especifica. Trabajos todos ellos en los que “viajas mucho”, dice, para añadir que para todo ello sí se ve capacitada y, además, son empleos “prácticos”, precisamente los que más le atraen.