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Dos de cada 10 casas rurales pueden cerrar si no llegan ayudas directas Dos de cada 10 casas rurales pueden cerrar si no llegan ayudas directas
Sara Ros es la propietaria de La Carretería, en Camañas, vivienda que en 2020 solo estuvo abierta 7 meses por el Covid

Dos de cada 10 casas rurales pueden cerrar si no llegan ayudas directas

Algunos se plantean no reabrir debido a las reformas que deberían hacer mientras que en otros pesa mucho la elevada edad de los propietarios
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Cruz Aguilar

Los propietarios de las viviendas de turismo rural no están pasando su mejor momento. La caída de la facturación ha sido del 80% en 2020 con respecto a año anterior –algunos de ellos no reciben clientes desde la Nochevieja de 2019– y se calcula que 2 de cada 10 casas podrían cerrar tras la pandemia si no se articulan ayudas directas para el sector.  Se trata principalmente de aquellos negocios gestionados por gente mayor y de los establecimientos con zonas comunes compartidas. 

Desde Faratur, la Federación Aragonesa de Turismo Rural, alertan de que la pandemia puede provocar la caída de un buen número de casas rurales en Aragón, el segundo destino en intención de reserva de toda España, tras Navarra. El presidente de la agrupación, Jesús Marco, plantea la necesidad de que haya ayudas directas y que se tenga en cuenta a las personas que viven directamente de esta actividad, puesto que en muchos casos la actividad turística supone un complemento económico importante pero no es la aportación familiar principal. Para articular estas subvenciones, desde Faratur se plantea dirigirlas a los autónomos y tomar como referencia los beneficios declarados durante el ejercicio 2019 en Hacienda.  

A falta de cerrar las cifras, desde Faratur calculan que en 2020 facturarán un 80% menos que en el año anterior debido a la pandemia. “Solo hace falta ver que en lugares como la Sierra de Albarracín no se llegó al 10% de ocupación en Navidad”, lamenta el responsable de la agrupación. 

Reconoce que en verano algunas viviendas tuvieron buenas cifras de ocupación, pero fueron únicamente las que tenían servicios extra como piscina particular. Para el resto hubo poco movimiento porque, pese a las ventajas que tiene el turismo rural en tiempos de crisis sanitaria, las salidas se redujeron sustancialmente. El otoño se limitó al puente del Pilar, que sí fue muy bueno pero el único, ya que después llegaron los cierres perimetrales. 

En torno a un 20% de las viviendas de turismo rural de Teruel y Aragón tienen zonas de uso común y prácticamente todas ellas han estado cerradas con la pandemia o funcionando a medio gas debido a que no estaba permitido que los clientes compartieran espacios. Marco plantea que algunos de esos propietarios se replantearán, tras el Covid-19, el modelo de negocio, porque todo apunta a que las casas de uso individual serán las más demandadas. Sin embargo, en algunos casos no será viable la reforma y en los que sí lo sea, supondrá un desembolso que no todos los gerentes de casas podrán llevar a cabo. “Cualquier arreglo te cuesta entre 15.000 y 20.000 euros y eso para sacarlo en turismo rural son un montón de años”, matiza Jesús Marco. 

El responsable de Faratur calcula que alrededor del 25% de las casas rurales de Aragón podrían cerrar sin ayudas, una cifra que en Teruel podría ser sensiblemente inferior, en torno al 20%, porque en la provincia hay más casas que en la media aragonesa pero no hay tantas compartidas y, además, en muchos casos constituye un complemento a la renta, no la actividad principal. Para buena parte del sector la pandemia supondrá, además, empezar de cero y buscar nueva clientela.

Marco explica que los créditos ICO no solucionan sus problemas porque se trata de un dinero que hay que devolver, algo complicado ya que en 2021 tampoco se ven indicios de recuperación en el sector. 

Otro de los temores que hay entre los propietarios de las viviendas de turismo rural es la posibilidad de que el virus entre en sus localidades –buena parte de ellas muy pequeñas– a través de sus negocios o incluso del contagio de ellos mismos, ya que muchos son personas en edad de riesgo.  “Tienen miedo de que lo puedan pillar y, sobre todo, de contagiar al pueblo”, dice el presidente de Faratur.

Ademas de las viviendas que tienen espacio compartidos hay otras que estaban diseñadas para albergar a grupos de hasta 16 personas y que durante el verano y el otoño solo pudieron admitir a 10 personas por la normativa de seguridad Covid.

Jesús Marco explica que recientemente mantuvieron una reunión con la directora general de Turismo del Gobierno de Aragón, Elena Allué, y le transmitieron todas las inquietudes que tienen. También le plantearon la necesidad de fortalecer a las asociaciones, algo que consideran fundamental porque “si el sector no se vértebra desde las asociaciones y se caen buena parte de las casas será difícil remontar”, dicen desde Faratur. 

El turismo rural vivía estos últimos años un buen momento tras superar las dificultades derivadas de la crisis de 2008. La recesión actual será mucho peor a juicio de Jesús Marco, puesto que ya no es que se reciban a pocos clientes, es que los confinamientos perimetral impiden la llegada de ninguno. Detalla que el confinamiento provincial afecta especialmente al turismo rural de Teruel y Huesca, puesto que Zaragoza cuenta con menos casas y mucha población para mantener una ocupación media. Sin embargo, con el confinamiento de las poblaciones de mayor tamaño incluso los establecimientos zaragozanos se han quedado sin esta posibilidad. 

Los propietarios de casas tienen la esperanza puesta en la segunda mitad de 2021 porque la Semana Santa y los puentes de la primavera los dan ya por perdidos.