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El arroz negro de Carlos deja paso a tortillas variadas compartidas a distancia: Teruel se las ingenió para celebrar el Sermón El arroz negro de Carlos deja paso a tortillas variadas compartidas a distancia: Teruel se las ingenió para celebrar el Sermón
Los miembros de la cuadrilla compartieron ayer varias horas de asueto para celebrar juntos, como han hecho durante el último cuarto de siglo, el Sermón de las Tortillas

El arroz negro de Carlos deja paso a tortillas variadas compartidas a distancia: Teruel se las ingenió para celebrar el Sermón

El confinamiento obliga a cambiar la tradición de salir al campo
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Cruz Aguilar

Los amigos de la Pequepandy & Cia, que es el nombre que emplean para su grupo de WhatsApp, llevan celebrando juntos el Sermón de las Tortillas desde el siglo pasado. Lo hacen (casi) siempre en la cochera de Elena, en Villel, donde los primeros años algunos llegaban en bicicleta porque ni siquiera tenían edad para llevar coche. Desde entonces han mantenido la tradición y ayer también comieron juntos y compartirán risas, como siempre, aunque a través de una pantalla. El coronavirus no ha podido con un cuarto de siglo de tradición en la cuadrilla.

Pactaron la comida con una semana de antelación, aunque fue a última hora cuando precisaron los detalles. Es decir, como todos los años. En este 2020 el lío no fue para ver quién se ocupaba de cada plato, las bebidas o la comida de los críos, sino para elegir el programa con el que poder hablar todos, porque en los últimos encuentros virtuales tuvieron bastantes problemas. Cuando a Andrés y Silvia se les oía bien resulta que a Sebas no se le veía y en el momento en el que por fin lograba entrar Antonio se caía Mayte. Un lío. Al final se decidieron por Zoom, no sin que antes se abriera un debate en el grupo y tras colgar diversos enlaces en los que se hablaba de los pros y los contras y los vacíos de seguridad. 

Este año la cochera de Elena no olía al arroz negro que Carlos ha cocinado otras veces. En la mesa no estuvieron las sofisticadas ensaladas que cada año preparaba Mariajo ni hubo que recoger con la bayeta el vaso de naranjada que siempre tira un niño u otro, si no son dos. 

La cuadrilla ha ido creciendo con los hijos que, de edades parejas, disfrutan mucho cuando se encuentran en casa de la tía Elena. Unas de sus aficiones favoritas es hacer carreras por la rampa con las motos de plástico, el patinete, las bicicletas o los triciclos, cada uno con el vehículo más acorde a su edad. Las guerras de agua son otro de los clásicos de la mona, aunque no todos los años es posible, depende del calor. Ayer salió nublado y tampoco hubo globos de agua volando de un sitio a otro. Por lo menos el tiempo acompañó en lo de no salir de casa.

Los rubios se lanzaron ayer a hacer una paella mientras Carlos y Sonia montaban su tienda de campaña en la cochera de su casa para aparentar que estaban en el campo. La otra Sonia se preparó un gran vermú con tortilla y  jamón y en casa de José Luis hubo un concurso de tortillas. Grandes platos e ideas sorprendentes para momentos duros en los que no faltó la siesta de Ángel ni un caos parecido al que hay en la cochera de Villel cada Pascua. Ayer la Pequepandy llenó más mesas y, aunque estaban más vacías, desde cada una de ellas los que se sentaron sabían que, al otro lado de Teruel, había gente acordándose de todos los momentos compartidos y soñando ya con el tocino de cielo o el bizcocho que Tere hará el próximo año.