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El libro con los ecos vaquilleros de David Esteban evocan una fiesta que este año no será

Se está distribuyendo gratis y pretende ser un “bálsamo” en un año atípico
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Cruz Aguilar

El oasis. Reflexiones vaquilleras es el título del libro que acaba de editar el escritor turolense David Esteban y recoge los sentimientos personales sobre la fiesta. Es una visión intimista, particular, pero constituye un “eco” de lo que sienten muchos turolenses hacia una fiesta que este año no será. Fue precisamente la no celebración de la Vaquilla lo que animó a David Esteban, impulsado por su hermano Daniel, que conocía el relato desde el año pasado, a publicar unos textos que escribió al finalizar la Vaquilla de 2019, “en mitad todavía de esa extraña blandura emocional en la que uno se sumerge después de pegarse fuego durante cuatro días, sentí la necesidad inevitable de dar a mis sentimientos forma de palabras”. 

Este mismo año los releyó “con otra sensibilidad”, reconoce, porque tras casi un año “durmiendo el sueño de los justos”, recalca, se enfrentó a las correcciones sabiendo que esa vorágine de sentimientos que plasmaba en negro sobre blanco este año no saldrá del papel. Plantea que “ha sido duro”, pues aunque la parte evocadora “te hace sonreír”, es un trago saber que 2020 permanecerá en la memoria de todos los turolenses como el año de la no vaquilla.

“Fue mi hermano el que me propuso que ya que no iba a estar la fiesta propiamente dicha el libro era una forma de acercarnos a ella a través de la palabra y el recuerdo”, matiza. 

David Esteban señala que aunque este año los grupos de amigos intentarán hacer el esfuerzo de juntarse, “siempre dentro de la mesura”, aclara, los recuerdos que dejará la no fiesta en la mente de los turolenses “no serán ni de lejos los mismos, estarán a años luz de la intensidad de otros años”. 

Para el vaquillero la fiesta es, ante todo, “reencuentro” y adelanta que Teruel se llenará de turolenses que están fuera pero que ya tenían reservadas las vacaciones para los días grandes de la ciudad, como todos los años, aunque este julio será totalmente diferente a causa del Covid-19.

Para el autor, el libro es una forma de seguir prolongando el vínculo con una Vaquilla que este año no será. Plantea que puede ser “un bálsamo a la ausencia” que va a causar la fiesta. Para muchos los 3 días grandes de Teruel constituyen una catarsis comunitaria que este año no tendrá lugar: “Es cuestión de cerrar los ojos, atravesar el túnel y empezar a descontar días”, plantea el escritor. Los turolenses están acostumbrados a la espera porque normalmente pasan 362 días entre una Vaquilla y otra, “esta no será mucho peor”, dice con palabras optimistas y un tono que no lo es tanto. 

En torno a un centenar de personas se han descargado el libro digital y gratuito en los primeros días de difusión. Los lectores le comentan que se han sentido muy identificados con las palabras y sentimientos que refleja el autor, “son un eco para sus propias vivencias”, dice Esteban.

De momento el libro se está difundiendo de forma gratuita en formato digital y también se vende en Amazon a un precio de 0,99 euros. La previsión es editar algunos ejemplares en papel y distribuirlos principalmente en la capital turolense y a un precio asequible. 

El escritor es vaquillero desde niño y peñista desde hace una década. Es fiel a su peña de siempre, Nos an soltao, y apostilla que él y sus amigos se han convertido ya en los veteranos de una agrupación con una medida de edad bastante baja. 

Entre los sentimientos que analiza en sus páginas está el que provoca la traca que da comienzo a las fiestas y que, sin embargo, en los corazones de los turolenses marca la antesala, pero no realmente el comienzo, que llegará el sábado a primera hora de la tarde con la puesta del pañuelico. “Sea como fuere, una vez que el humo se dispersa (…) el escenario queda listo ya para dar comienzo a la obra; la pista de baile está preparada y ocho días después la ciudad entera empezará a bailar bajo el sol y la música”, escribe.

Para muchos turolenses vestirse es un ritual. Lo hacen con una ropa limpia y planchada con más esmero del que se debería dedicar a unas prendas que durarán así apenas una hora y que, después de la Vaquilla, posiblemente acaben en el contendor. Se trata, como dice Esteban, de “una liturgia” que llega a su máxima expresión con la colocación del pañuelo rojo al cuello.

Con los cinco sentidos

El relato ha sido elaborado a través de los cinco sentidos en el que no faltan las alusiones a los olores de la Vaquilla: “El calor se va espesando, el olor se hace más denso ante la mezcla de vino y sudor, un olor que, en cualquier otra ocasión podría recibirse con desagrado, es tolerado aquí como parte del ambiente general, entendiendo que es un elemento más del conjunto”, dice.

La escalada de los peñistas por la columna del Torico “se convierte en el reflejo del sentir de cada uno de los presentes. Tiene un sentido casi metafórico, pues se podría decir que, de algún modo, representa esa espera de un año que finalmente tiene su recompensa”, especifica.

En su libro habla también de la diferencia entre disfrutar la fiesta y tenerla que trabajar, algo que a él le ocurrió 2 años y por eso ahora valora más tanto la libertad que posee desde que es maestro como la labor que desempeñan esos días trabajadores de diferentes sectores, como camareros o panaderos, que fue su empleo. 

David Esteban define a la perfección el despertar del sábado, “una mezcla de tortura y alegría” donde la sensación “cortante de la resaca” se une a la euforia de saber que la espera de todo un año ha terminado. El próximo sábado no habrá resaca cortante y todavía quedará un año de espera, pero a los turolenses les quedará el consuelo de lamerse las heridas no juntos, porque la situación de emergencia sanitaria así lo establece, pero sí al unísono.