Elvira Navarro González, arquitecta y experta en vivienda y rehabilitación en cascos urbanos: “Si hubiera un censo de edificios vacíos sería más fácil darles nuevos usos”
“Se pone por delante el beneficio al derecho a tener un hogar y al patrimonio”La arquitecta Elvira Navarro ha trabajado para Apudepa, la Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés, y es una gran conocedora de la situación del casco urbano de Zaragoza. Hace unos días ofreció una charla en Teruel en las jornadas para que la población civil reflexione en torno al patrimonio.
-¿Qué problemáticas tienen los cascos históricos de las ciudades españolas?
-Suele haber un alto número de edificios abandonados, y esto está muy relacionado con un problema que casi siempre aparece, la propiedad. Muchos edificios son de propiedad vertical, o de propiedad horizontal pero en manos de un solo propietario. No son viviendas que la gente tenga para habitarlas. Ahí surge el conflicto, los cascos antiguos funcionan como un conjunto patrimonial cuyo uso tradicional ha sido el residencial, pero cuando empiezan a imponerse otros usos, como el turismo o sacar beneficio económico de la vivienda, el uso habitacional se difumina. En el siglo XX hemos visto una pérdida de funcionalidad de los cascos históricos, también porque muchas edificaciones no se adaptan a las condiciones de vida actuales. Desde las asociaciones de patrimonio a veces nos centramos mucho en conservar, pero hay que entender que también hay que actuar para devolver luz y condiciones a los edificios.
-¿El problema está entonces en cómo se interviene en estos conjuntos históricos?
-Claro. Los conjuntos históricos siempre han tenido una multifuncionalidad de usos, pero ahora se están centrando casi exclusivamente en el turismo y el ocio. Eso hace que el paisaje urbano se trate desde un punto de vista más cosmético que científico, cuando el patrimonio debería abordarse desde la interdisciplinariedad. Al final se convierten en una especie de escenografía para el turismo.
-Si se interviene demasiado, se puede perder encanto, si no se actúa, se pierde utilidad. ¿Cuál es el punto medio?
-Exacto. En Aragón hay 33 conjuntos históricos declarados, y casi todos son centros históricos de ciudades o municipios. La ley dice que uno de los objetivos debe ser recuperar la vivienda y definir qué usos específicos hay que introducir para que el conjunto funcione. En el casco antiguo de Zaragoza, que es el que mejor conozco, hay viviendas muy bien rehabilitadas, incluso manteniendo la escalera original. Hay intervenciones muy buenas, así que poder, se puede. El problema es que no hay un interés real en recuperar el conjunto para uso residencial.
-¿Cómo se encuentra ese equilibrio entre devolver viviendas a la vida y poner en valor el patrimonio?
-El problema es que quienes controlan la edificación quieren sacar el máximo beneficio. Se pone el beneficio por delante del derecho a la vivienda y también del derecho al patrimonio, que tenemos todos.
-Y es llamativo el número de edificios que se deterioran cuando, por otra parte, hay tanta necesidad de vivienda.
-Eso responde a un modelo de ciudad más orientado a la periferia, donde los solares son más cómodos, en una sola parcela puedes proyectar cien viviendas. En el casco antiguo eso es imposible. Y además tendemos hacia un modelo urbanístico de urbanizaciones que miran hacia adentro, desconectadas del entorno. También el cierre del pequeño comercio influye, como vamos más a grandes superficies, el modelo de vida cambia y los cascos históricos no se adaptan a ese nuevo modelo. Pero aquí debemos que preguntarnos si realmente queremos ese modelo de ciudad, porque muchos echamos de menos la vida de barrio, la relación con los vecinos.
-¿Ese modelo que describe pone en riesgo el patrimonio?
-Es lo que está pasando. Por eso los cascos históricos se están abandonando. Hay artículos que plantean si esta es una tendencia social o si es una tendencia hacia la que se nos empuja. Hasta qué punto moldeamos la ciudad y hasta qué punto la ciudad nos moldea a nosotros.
-Muchos de los habitantes de esos cascos urbanos protegidos se quejan de que no pueden hacer nada sin pasar por Patrimonio. ¿Dónde está el equilibrio tenemos que educar más a la sociedad o ser más laxos con ciertas normas?
-Creo que en una suma de ambas. Parece que a los pequeños propietarios se les ponen más dificultades, mientras que algunos grandes edificios llevan 30 años abandonados sin consecuencias. Y eso es algo que deberíamos cuestionarnos. Desde luego hay que educar para entender que el patrimonio es de todos, habla de nuestra cultura e identidad, y es un derecho recogido en la Constitución. Pero también las administraciones deberían fomentar la conservación y la rehabilitación de otra manera, no solo desde la obligación. Podría hacerse con ayudas, por ejemplo.
-Hace unos años hubo una gran polémica en la provincia de Teruel por el derribo de la central térmica de Andorra, patrimonio para unos y una construcción imposible de mantener para otros. ¿Quién decide qué edificios son patrimonio?
-El patrimonio se define por muchos valores: históricos, sociales, artísticos… El patrimonio industrial y contemporáneo es el más infravalorado porque es reciente y no lo vemos como histórico. Hay edificios que se derriban cuando podrían haberse devuelto a la ciudadanía con usos culturales, y un caso paradigmático sería Averly en Zaragoza
-¿Sería interesante contar con un censo de viviendas en las ciudades?
-Sí, la mayoría de ciudades no tienen un censo de viviendas ni de edificios vacíos, y eso hace que se pierdan muchos inmuebles. Sería un trabajo a realizar, un censo de edificación abandonada y mejorar la comunicación entre administraciones y entidades locales. Los vecinos conocen las necesidades de sus barrios, si hubiera una comunicación fluida con ellos se resolverían muchos problemas y de forma más sostenible.
-¿La rehabilitación es siempre más sostenible que construir de cero?
-Sí. La construcción, por sí misma, no es sostenible. La nueva Ley de Calidad Arquitectónica insiste en que la rehabilitación debe ser el foco. Con las circunstancias actuales, todos los sectores deben orientarse hacia la sostenibilidad. Recuperar edificios vacíos es más sostenible que construir, permite resolver necesidades de servicios y además recupera patrimonio.
