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Feher, en su declaración: justifica haber disparado a los dos guardias civiles para no perder una Biblia Feher, en su declaración: justifica haber disparado a los dos guardias civiles para no perder una Biblia
Feher, en el juicio. Antonio García/Pool

Feher, en su declaración: justifica haber disparado a los dos guardias civiles para no perder una Biblia

El criminal se muestra frío y no se arrepiente de la muerte de los agentes ni de Iranzo, que achaca al “destino”
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Norbert Feher justificó el lunes en la primera sesión del juicio por el triple crimen de Andorra haber disparado a los dos guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero para no perder una Biblia, y consideró que la muerte de los mismos, así como del ganadero José Luis Iranzo, se debió al “destino” y a la “casualidad” porque “no tenía nada contra esas personas”. El criminal se mostró frío, insensible y calculador durante su declaración sin arrepentirse en ningún momento de la muerte de las víctimas. Solo reconoció, como ya hizo en el juicio por el doble homicidio en grado de tentativa de Albalate del Arzobispo, que de haber querido matarlos les hubiera disparado directamente a la cabeza.

El juicio por la muerte de Iranzo y de los dos guardias civiles comenzó el lunes y por la tarde tuvo lugar la declaración del acusado, conocido también por el alias de Igor El Ruso. Durante su testimonio mostró una frialdad brutal y una total falta de sensibilidad hacia los familiares de las víctimas, que tuvieron que escuchar cómo justificaba sus muertes argumentando que se habían debido a la “casualidad”, y que había sido el “destino” quien les puso frente a ellos para acabar con sus vidas, aunque manifestó que su intención no era matarlos.

Tras la constitución por la mañana del Tribunal del Jurado formado por 9 personas de la calle más dos suplentes, todos elegidos por sorteo, y de que las distintas partes presentaran sus posiciones, por la tarde tuvo lugar el interrogatorio de Feher, donde entró en contradicciones con lo manifestado durante la instrucción, según observó el ministerio público, y relató su versión de los hechos con una total indiferencia hacia las tres personas a las que quitó la vida.

Respecto a José Luis Iranzo, el primero que murió a manos de Feher, declaró que le disparó porque oyó un ruido similar al que se hace cuando se carga un arma. Llegó a afirmar que el primer tiro fue de aviso, a pesar de haber impactado mortalmente en la víctima y de volver a abrir fuego contra él inmediantamente después cuando intentaba huir.

En cuanto a los dos agentes de la Guardia Civil, después de que hubiese robado el pick up de Iranzo para ir a otro masico donde guardaba cosas, declaró que se colocó detrás de ellos y que les disparó porque al salir del vehículo en el que iban les vio que llevaban las pistolas en la mano y oyó también el ruido del cargador montando las armas, a pesar de que también afirmó que no había visibilidad.

En relación a Iranzo, al preguntarle la fiscal por qué volvió a dispararle por segunda vez si estaba huyendo, manifestó que “no tenía lógica” y que era “instintivo”. Y sorprendió a la sala cuando respecto al tiroteo con los agentes aseguró que les disparó y abatió, en lugar de huir, porque quería recuperar una Biblia que llevaba en una mochila que estaba en el vehículo robado a la primera víctima para fugarse.

 

Con gran frialdad

Con una gran frialdad dijo, según palabras de la traductora, que “no va matando por ahí gente” y que no huyó porque quería recuperar la Biblia que estaba en el coche. Al preguntarle el abogado de la familia de uno de los agentes qué tenía esa Biblia respondió que “la salvación”, y le explicó que él veía el cuerpo como un contenedor y que lo importante era el alma porque esta era inmortal. Concluyó afirmando que de haber podido salvar su Biblia de otra forma, esas dos personas estarían vivas, puesto que de no haber sido porque quería recuperarla, él se hubiese marchado ya que “no le interesan los conflictos”, según la traducción oficial de su testimonio hecha en la sala. El acusado, de 40 años y de origen serbio, se expresó mayoritariamente en italiano, pero hubo momentos en que contestaba en castellano y tampoco requería de traducción cuando le preguntaban.

Durante el interrogatorio realizado por la fiscal y los abogados de las partes, el acusado se mostró frío porque no expresó el más mínimo pesar por las muertes ni por el dolor causado en sus familiares, y muy calculador, ya que eludió responder a las preguntas que le formularon para intentar demostrar su pertenencia a un grupo criminal organizado y la supuesta colaboración recibida durante su estancia en España.

Sus silencios y evasivas, sin llegar a alterarse cuando le intentaban acorralar los letrados en el interrogatorio, lo único que hicieron fue despertar más dudas sobre lo que puede haber detrás de su paso por España y su vinculación con actos criminales a los que se refirió como “sus negocios privados”.

Evitó también involucrar a otras personas que le hubieran podido ayudar, y achacó a invenciones las cosas que se decían sobre él. Sobre las preguntas que le hicieron en relación a la supuesta ayuda que recibió en España e Italia del grupo criminal al que supuestamente pertenecería, contestó fríamente: “Lo dice la gente”, para añadir desafiante a continuación que “ninguno puede demostrar nada”. Ante el tono de las respuestas del acusado, uno de los abogados de la acusación, Mariano Tafalla, llegó a decirle: “Señor Feher, que no somos tontos”, tras lo cual tuvo que pedir disculpas al magistrado que preside la vista.

La supuesta “neurosis de guerra” esgrimida por el abogado defensor quedó reducida a un reconocimiento por parte del acusado de que en su infancia había conocido la violencia del conflicto armado que sufrió su país, y que a los 18 años había sido entrenado como reserva de un grupo paramilitar contra “invasores kosovares” en la zona de Nish, pero sin entrar en detalles y sin aparentar lo más mínimo que eso le hubiera condicionado. Sí reconoció que está siempre en alerta y que nunca se relaja. “Es mi naturaleza”, afirmó.

Declaración del acusado

La declaración de Norbert Feher dio inicio el lunes a un juicio cuyas pruebas testificales y periciales, con la participación de unas 60 personas que han sido citadas, se prolongará hasta el próximo viernes. El lunes de la semana que viene está previsto que el magistrado que preside la vista entregue el cuestionario con las preguntas a las que debe responder el jurado popular, conocido con el nombre del objeto del veredicto, y a partir de ese momento quedarán incomunicados para deliberar.

Hoy y mañana declararán los testigos y el jueves y el viernes lo harán los peritos. La jornada del lunes se centró en la declaración del acusado, quien dio su versión de los hechos ocurridos en la noche del 14 de diciembre de 2017 cuando primero acabó con la vida de José Luis Iranzo, y después de los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero, por lo que se le acusa de un triple delito de asesinato en concurso con dos delitos de atentado en el caso de los agentes. Por estos delitos se enfrenta a la petición de una pena de prisión permanente revisable, que en caso de ser condenado sería la primera que se impone en la provincia de Teruel y la segunda de Aragón. Además, las acusaciones piden otras penas de prisión por tres delitos de robo con violencia, pertenencia a organización criminal y tenencia ilícita de armas.

La fiscal Carmen Continente abrió el interrogatorio y el acusado le reconoció que había entrado en España por los Pirineos catalanes el 21 de septiembre de 2017 y que en la zona comprendida entre Albalate y Andorra estaba esperando a otra persona, aunque no desveló su identidad. A lo largo del interrogatorio precisó que esperaba a que le entregasen unos documentos porque España era solo un país de tránsito.

Ante la fiscal relató que había entrado en el Mas del Saso de la familia Iranzo y que estando dentro fue cuando llegó Iranzo, que escuchó como que alguien cargaba un arma, y que cuando entró el ganadero le disparó. Negó que apuntara al corazón, y a otra de las partes llegó a decir que fue un tiro de aviso. Sobre el hecho de volver a dispararle cuando la víctima intentaba huir y ver que no iba armado, manifestó que “había disparado y ya está”, según tradujo la traductora. 

Allí cogió el vehículo de Iranzo y se dirigió al Mas de Zumino, donde estaba recogiendo otros objetos que llevaba consigo para darse a la fuga y vio pasar a lo lejos tres vehículos, uno de los cuales se desvió y se dirigió al masico. A preguntas de distintas partes, explicó que se colocó detrás del todoterreno cuando llegó y disparó primero con las dos manos “como si fuese una metralleta”, después de que los agentes saliesen según su versión con las pistolas en la mano y oyese cargarlas.

Feher llegó a decir que actuó de forma institiva porque en el Pirineo se encontró con una situación similar con unos cazadores que salieron con las armas a su encuentro, sin dar más detalles. Dijo que desconocía que eran agentes de la guardia civil y que disparó a “personas armadas”.

Comentó entonces por primera vez que no tenía intención de matar porque de haberlo querido hacer así les hubiera disparado a la cabeza, y que se enfrentó a ellos para no dejar la Biblia que llevaba en la mochila en el vehículo que había robado. Seguidamente dijo que cogió una de las pistolas y pertenencias de los agentes y se dio a la fuga hasta que tuvo un accidente al pincharse una rueda en el término de Cantavieja, donde una patrulla de la benemérita lo detuvo a la madrugada siguiente.

El abogado de la AEGC que representa a la viuda e hija del agente Víctor Romero, Jorge Pidrafita, incidió en su interrogatorio en que explicase cómo había emboscado a los agentes en una noche cerrada en la que Feher reconoció que no se veía nada, y sobre sus supuestas vivencias traumáticas vividas en Serbia respondió que por los bombardeos la gente “moría a su alrededor”, algo que según sus palabras le traumatizó “pero le hizo más fuerte”.

A preguntas del abogado de la familia del agente Víctor Jesús Caballero, Ramón Castro, el acusado abundó en insistir en que la intención no era matarlos sino dejarlos “fuera de combate” para recuperar su Biblia porque no podía irse sin ella, y que de no haber sido por eso hubiese huido en lugar de enfrentarse.

Sentirse amanezado

En respuesta al letrado de la familia Iranzo, Enrique Trebolle, Feher dijo que el día anterior había ido a robar al masico porque  había escuchado a alguien disparar con un rifle de gran calibre, pero no encontró el arma. Al día siguiente regresó y fue cuando estando dentro tras forzar una ventana llegó José Luis Iranzo y al entrar le disparó, primero como un “aviso” porque creía que llevaba algo en la mano y escuchó un ruido similar a cuando se carga un arma. Volvió a aludir a su experiencia en el Pirineo catalán con unos supuestos cazadores y dijo que disparó porque “era una amenaza para él”. Añadió que de haber llegado la víctima dos o tres minutos más tarde no hubiese estado ya allí, y a la pregunta de si estaba arrepentido no contestó y se limitó a afirmar que “no tenía nada contra esas personas” y que lo ocurrido fue consecuencia del “destino” y la “casualidad”.

Mariano Tafalla, abogado de la familia de Víctor Romero y de la pareja de Víctor Caballero, incidió en su interrogatorio en vincular a Feher con personas pertenecientes al crimen organizado. El acusado se mostró esquivo cuando el letrado detalló la gran cantidad de pertenencias que llevaba consigo, para demostrar que era imposible que viajara con una bicicleta desde Italia sin recibir ayuda. En todo momento se mostró esquivo, dijo que se habían exagerado muchas cosas por la “propaganda mediática”, y eludió contestar a cuestiones concretas como si parte de sus identidades falsas se habían confeccionado en España o qué tipo de trabajos “en negro” hacía, a los que se refirió como “sus negocios”. “Eso no importa”, concluyó.

El abogado de la AUGC, Jesús Jordán, asociación profesional personada como acusación popular, incidió en el tiroteo con los agentes y el acusado insistió en que se enfrentó a ellos “simplemente para salvar la Biblia”, y que de no haber sido por ello ahora estarían vivos. Por su parte, el abogado de la UAGA, Pablo Martínez, se interesó por las veces que había entrado en el masico de la familia Iranzo, a lo que contestó que el primer día fue para buscar el fusil que había visto utilizar el día anterior en el campo, y al siguiente en busca del cargador de un arma.

El abogado de la defensa, Juan Manuel Martín Calvente, que pide la libre absolución, fue muy breve en su interrogatorio e incidió en su pasado como paramilitar y en si los agentes vieron que estaba detrás del vehículo. Contestó que sí y explicó que su naturaleza le lleva a estar “atento las 24 horas del día”, y reconoció a preguntas de su letrado que “nunca” se relaja.