Síguenos
Hemeroteca: Cuando Gomáriz dinamitó el Gobierno de Aragón y comenzó la era de José Marco hace 25 años Hemeroteca: Cuando Gomáriz dinamitó el Gobierno de Aragón y comenzó la era de José Marco hace 25 años
Páginas de DIARIO DE TERUEL dedicadas a la moción de censura

Hemeroteca: Cuando Gomáriz dinamitó el Gobierno de Aragón y comenzó la era de José Marco hace 25 años

El fin de la inocencia de la política aragonesa
banner click 236 banner 236

Un solo voto marcó la política aragonesa aquel 15 de septiembre de 1993. Las crónicas del día siguiente en la prensa reflejaban la sorpresa y la expectación con la que se vivió una moción de censura en Aragón, mucho antes de la que contemplamos hace pocos meses en el Congreso, que hizo que quienes se habían acostado con un gobierno PAR-PP en el Pignatelli, se levantarán al día siguiente con un presidente socialista. La clave estuvo en un hombre, Emilio Gomáriz, elegido en las listas del Partido Popular pero que meses antes se había pasado al Grupo Mixto y después se había dejado querer por los socialistas. Aún así, la portada del periódico del 16 de septiembre mostraba que el “sí” de Emilio Gomáriz a la moción de censura había pillado con el pie cambiado a casi todos.

El tránsfuga Gomáriz dinamita el Gobierno de Aragón decía de manera destacada aquella portada de este periódico en la que veíamos una fotografía del presidente saliente, Emilio Eiroa (PAR) y del entrante José Marco (PSOE). Contra pronóstico en las filas del PP-PAR, su solo voto coloca a José Marco en el sillón de la presidencia de la DGA. En las siempre delicadas cuentas que obliga a hacer el parlamento aragonés, Gomáriz fue clave porque el suyo era el voto 34, el que deshacía el empate entre el equipo de gobierno, PAR-PP, y el de la oposición, PSOE e IU. En la votación nominal Gomáriz pronunció un tajante “sí” a la moción de censura, a pesar de que pocos minutos antes había asegurado que sería una “tremenda irresponsabilidad”, leíamos en aquella portada.

En aquella jornada frenética, leíamos en el periódico, Gomáriz fue el último en intervenir antes de la votación: Comenzó su discurso visiblemente nervioso, advirtiendo de que tanto él como su familia han recibido amenazas de muerte”. Siempre apeló al interés de Aragón para tomar su decisión, por la situación”insostenible” del Gobierno de Aragón en manos de PAR-PP y elogió el programa socialista, y ya después de la votación justificó su apoyo a la moción de censura afirmando que “los intereses sociales están antes que los personales”, y dijo que por este motivo se vio “abocado a realizar esta acción” de apoyo a un gobierno de izquierdas, a pesar de que reconoció su falta de “coherencia ideológica” con PSOE e IU.

Entre la crítica y la sorpresa

Como era previsible, las críticas de quienes aquel día salieron derrotados fueron muy duras. El que había sido el presidente de Aragón, Emilio Eiroa, decía que la moción suponía “prostituir la democracia y no tiene sentido, a no ser que anide muchos intereses de por medio”. Reconocía que hasta el último momento dudó sobre el sentido del voto de Gomáriz, del mismo modo que ocurrió en el PP, según decía el entonces presidente de la formación en Aragón, José Ignacio Senao: “Debía de tener pensado desde hace un año y medio -cuando abandonó el Grupo Popular- buscar una excusa para cambiar el signo del Gobierno de Aragón”. “Al final se ha demostrado que la cabra tira al monte” dijo Senao, quien afirmó que Emilio Gomáriz iba a dejar en herencia para sus descendientes “el título mayúsculo de tránsfuga de Aragón”.

Por su parte, el coordinador general de Izquierda Unida, José Francisco Mendi, que apoyó con los tres votos de sus diputados la moción de censura, anunciaba  el rechazo de la formación a entrar en el Gobierno de Aragón a pesar de haber apoyado la moción.

Para Teruel

Teruel estuvo presente en el discurso de investidura de Marco, que reiteró ante el pleno de la Cámara su intención de prestar a la provincia de Teruel “una atención singular” según leíamos en una información firmada por Cecilio Torres desde Zaragoza. El desarrollo de un plan especial para la provincia y la solicitud de compensaciones por su exclusión del Objetivo 1 de los fondos europeos formarán parte del primer paquete de medidas que tome el nuevo equipo de Gobierno leíamos en aquella información.

También aquel día conocíamos que en el nuevo gobierno habría dos consejeros turolenses, Isidoro Esteban y Simón Casas, que asumirían las consejerías de Ordenación Territorial y Agricultura, respectivamente, y que detallaban en aquella información las grandes líneas de trabajo de sus departamentos.

Aquella información recogía también las reacciones de los parlamentarios turolenses a la moción, la clase política turolense siguió el debate a “pie de cañón”‘ y reaccionó como era de esperar según el color político.

El presidente entonces de la Diputación de Teruel, Ricardo Doñate (PP) y el alcalde de Teruel, Ricardo Eced (PAR), mostraron su desconfianza hacia el nuevo gobierno y en siguientes ediciones leeríamos algunos desencuentros, como las quejas de los consejeros turolenses por la ausencia de Ricardo Doñate en la toma de posesión del Gobierno.

Unos días después, Marco se reuniría con Doñate y Eced en la localidad zaragozana de Nuévalos, donde le hablaron de los proyectos “imprescindibles” para Teruel en un primer encuentro que este periódico decía que estuvo marcado por el optimismo. Esa reunión se produjo el 22 de septiembre, después de haber sido retrasada por una dolencia cardíaca de Marco que le había llevado al hospital y que hizo que el Consejo de Gobierno celebrara su primera reunión sin el presidente.

Desde la DPZ

El perfil sobre el nuevo presidente que leíamos en el periódico recordaba que José Marco era secretario general de los socialistas aragoneses y presidente de la Diputación de Zaragoza, además de alcalde de Pedrola (Zaragoza), su localidad natal. Licenciado en Filosofía Pura, contaba también con estudios de Filosofía y Teología. En su discurso de investidura prometía un Gobierno “coherente, honrado y abierto a la sociedad” y defendía la configuración del nuevo Ejecutivo.

Para Marco, aquella moción ponía fin a una situación anómala: Con este cambio de gobierno “hacemos justicia a la voluntad democrática del pueblo en las últimas elecciones”, cuando las fuerzas progresistas obtuvieron 10.000 votos más que las de regreso en la Comunidad y lo marcó como el día en que la justicia del pueblo “se sitúa por encima de la legalidad y las circunscripciones electorales”‘.

El triunfo de la moción que puso fin a la inocencia política aragonesa

Aquella moción marcó un antes y un después en la política aragonesa. “La crispación y las sospechas de corrupción se instalaron de forma permanente en la vida pública. Hay quien afirma que el triunfo de la moción de censura supuso el fin de la inocencia política de una comunidad que había vivido los diez años anteriores con la tremenda ilusión de crecer en autogobierno. La moción de censura supuso un mazazo para la sociedad aragonesa y el inicio de la fractura de los aragoneses con sus dirigentes políticos”. Así califica aquel momento político el periodista Conrad Blásquiz en su libro Aragón, de la ilusión a la decepción ¿La Autonomía en crisis?, un libro muy recomendable en el que desgrana con detalle, y sin morderse la lengua, los episodios más destacados de la política aragonesa de las tres últimas décadas.

En el capítulo dedicado expresamente a aquel cambio de gobierno, Blásquiz lo califica como aquel “episodio repudiable, en el que coincidieron intereses financieros, políticos y mediáticos”, y destaca las ansias de gobierno de Marco, después de haberse quedado en las elecciones a tan solo cuatro diputados de la mayoría absoluta. “Gobernaré ahora, o dentro de seis meses”, anunció Marco a sus fieles el 8 de mayo de 1991 tras las elecciones, cuenta Blásquiz en el libro, porque se consideraba a sí mismo un rey sin trono.

Por ello el líder socialista vio a Emilio Gomáriz antiguo compañero de Seminario, personaje peculiar y con marcado afán de protagonismo, la llave que le iba a abrir las puertas del Pignatelli. En los meses anteriores a presentar la moción se aproximó al tránsfuga a través de hombres de su confianza y se dedicó a crear una sensación de ingobernabilidad de la Comunidad Autónoma para atraerse a los tres diputados de Izquierda Unida.

Blásquiz destacaba la buena imagen que en 18 meses se había logrado forjar un Emilio Eiroa desconocido por el gran público hasta su investidura como presidente de Aragón. Y es que había apostado por retomar la reivindicación autonomista, con manifestaciones históricas, lo que permitió al PAR, recuerda Blásquiz, experimentar un crecimiento notable en las encuestas.

Tras varios meses de acoso, los socialistas se encontraron con la excusa que estaban buscando’ dice en el libro, ‘la firma entre la DGA y Antena 3 TV de un convenio para emitir programación específica para Aragón durante tres años a cambio de algo más de 6 millones de euros, después de que fracasaran otros proyectos para poner en marcha una televisión autonómica. El encargado de presentar la moción de censura fue Ramón Tejedor, que justificó la moción por responsabilidad. Blásquiz relata en el libro la intervención de Hipólito Gómez de las Roces (PAR) en el debate y cómo cargaba contra Marco al que, en comparación con Eiroa, situaba como “altanero”, atribuía un “temperamento irascible” e incluso le achacaba “cara de funeral”.

El periodista dibuja un retrato de Gomáriz como un hombre que consiguió diferentes privilegios de los populares con sus amagos de huida -secretaria, despacho y hasta escoltas de la policía y coche oficial tras la denuncia de amenazas recibidas- hasta pasar a ser incluso calificado por el presidente de las Cortes, el popular Ángel Cristóbal Montes como ‘enfermo mental’. “Hombre peculiar” cuenta en el libro “enviaba a los medios de comunicación entrevistas que él mismo se hacía y que solía acompañar con expresiones del estilo “me alegra que me haga esa pregunta o muy buena esa pregunta”, con el fin de sentirse mejor tratado por una prensa que le despreció desde el primer momento”.

Consumado el cambio político en el Ejecutivo autonómico, “Aragón empezó a escribir a esa hora la crónica más negra de su historia reciente”. Del mandato de Marco, entre septiembre de 1993 y enero de 1995, quince meses, fueron “los más intensos y convulsos que ha vivido nunca la Comunidad Autónoma”. Y es que Marco entró en el Pignatelli “como un elefante por cacharrería, sin apenas conceder las habituales 24 horas de cortesía al Gobierno saliente y bailando al son de Paquito el Chocolatero en su pueblo, Pedrola’. Recuerda que Marco buscó siempre el cobijo e Alfonso Guerra e hizo anuncios “que provocaban hilaridad, como cuando aseguró que iba a convertir Teruel en el Kuwait de Aragón´” entre otras perlas.

Recuerda también que en ese periodo “se disparó la tensión política y social hasta límites desconocidos hasta entonces, provocando que una marea humana zarandeara a los diputados, especialmente a Gomáriz, mientras éstos accedían como podían a una sesión plenaria de La Alfajería. Y hubo agresiones por parte de numerosos exaltados a los periodistas que fuimos a cubrir el entierro en Pedrola del padre de Marco, fallecido en un accidente de tráfico junto a la gasolinera familiar situada en la trágica N-232”, lo que acabó en denuncias y en el cuartel.

El trajín político contagiaba al mundo periodístico, con informaciones cambiantes y a veces rocambolescas, recuerda, “todo era posible por muy disparatado que pudiera parecer: anuncio de dimisiones en cadena de miembros del Gobierno, aparición de micrófonos en uno de los ascensores de Presidencia de la DGA, detención de un individuo en la mismísima sala del Consejo de Gobierno que aseguraba haber puesto varios artefactos explosivos en el Pignatelli... A este clima irrespirable, en el que se prodigaron escoltas, espías y extraños personajes de novela negra, contribuyó de forma decisiva la personalísima forma de gobernar de Marco, que puso en prática métodos gansteriles y populistas más propios de una república bananera”.