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Ignacio Pérez-Soba Diez del Corral, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes de Aragón: “Somos muy eficaces causando daños a la naturaleza, pero también restaurándolos” Ignacio Pérez-Soba Diez del Corral, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes de Aragón: “Somos muy eficaces causando daños a la naturaleza, pero también restaurándolos”
Ignacio Pérez-Soba, en el Centro Público Integrado de Formación Profesional (CPIFP) San Blas

Ignacio Pérez-Soba Diez del Corral, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes de Aragón: “Somos muy eficaces causando daños a la naturaleza, pero también restaurándolos”

“El Plan de Reforestación debe devolver la importancia a la restauración vegetal de los montes”
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El decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes de Aragón, Ignacio Pérez-Soba, asegura que la ciencia, la experiencia y la evaluación de las repoblaciones realizadas desde finales del siglo XIX “nos permiten saber que, de la misma manera que somos muy eficaces causando daños a la naturaleza, también lo somos restaurándolos”.

El también director del servicio provincial de Medio Ambiente y Turismo de Zaragoza participó el pasado jueves en la jornada técnica sobre reforestación en la Comunidad Autónoma celebrada en el CPIFP San Blas, en la que ofreció una perspectiva histórica de la repoblación forestal en Aragón.

-¿Cuándo comienza la historia de las reforestaciones en la región?

-Pues no sólo es una historia larga y extensa sino que, además, fue pionera en el conjunto de España. La primera repoblación moderna que se conoce se hizo en Aragón en 1868 y el rodal más antiguo de repoblación es de 1888 y está en la dehesa del Moncayo.

-Se remonta entonces a la segunda mitad del siglo XIX...

-Ya en el siglo XIX, los ingenieros de Montes que trabajaban en Aragón hicieron el esfuerzo, en unas circunstancias de enorme penuria económica y de gran contestación social porque no había una sensibilidad medioambiental precisamente, para comenzar la repoblación forestal y adaptarla a las necesidades ecológicas españolas. Los únicos manuales que había eran centroeuropeos o franceses. A partir de ahí, se crea una nueva ciencia de restauración hidrológico forestal, desarrollada pacientemente y de una manera creciente a partir de 1901, cuando se crean las Divisiones hidrológico-forestales, autoras de repoblaciones tan emblemáticas como las de Canfranc Estación, Daroca o la creación del asombroso pinsapar de Orcajo, declarado Arboleda Singular por el Gobierno de Aragón en 2018, que es un reservorio científico internacional de esta especie.

-¿Qué ocurrió después de la Guerra Civil?

-A partir de 1941, comienza la actuación del Patrimonio Forestal del Estado, un organismo específicamente encargado de la repoblación forestal, y se alcanzan medias de repoblación de más de 14.000 hectáreas al año en Aragón en el periodo 1955-1960. En general, repobló más de 200.000 hectáreas en los 30 años que estuvo en activo, hasta 1971. Posteriormente, su labor la continuó el ICONA hasta 1984, en que se traspasaron las competencias a la Comunidad Autónoma. A partir de ahí, comenzó un lento declive que se acentuó en los últimos 10 o 12 años, en los cuales se ha llegado a cifras prácticamente nulas.

-En aquella época, los jornales también fueron muy bien recibidos...

-En muchos pueblos, el primer dinero metálico que tuvo la gente fue por la repoblación forestal porque la economía en la que se basaba era de supervivencia y trueque. Ese dinero en efectivo conseguido gracias a los jornales de la repoblación forestal permitió a la gente plantearse que sus hijos, por ejemplo, pudieran elegir quedarse en el pueblo o tener una vida distinta.

-El nuevo Plan de Reforestación, ¿ha llegado para revertir esta situación?

-Como profesionales específicamente formados para la restauración y gestión de los montes, los ingenieros, a través de nuestro colegio profesional, habíamos reclamado muchas veces al Gobierno de Aragón que se revirtiera esa tendencia porque sigue habiendo 1.030.000 hectáreas rasas en nuestra región. Por fin ha habido una respuesta positiva con este Plan de Reforestación 2024-2027, que esperamos que suponga el inicio de una nueva tendencia que devuelva la importancia que tiene a la restauración vegetal de nuestros montes.

-El plan contempla la plantación de 2 millones de árboles en los próximos 4 años...

-Aragón es muy variado en todos los aspectos, en clima, en suelo y en vegetación. No quiere decir que tengamos que plantar cada rincón de nuestra región, pero significa que hay muchísimo por hacer porque centenares de miles de hectáreas están rasas por la acción humana durante siglos. Ha habido roturaciones, sobrepastoreo y uso intenso del fuego. Estamos hablando de restaurar daños que tienen siglos de historia. En aquellos sitios en los cuales la propia naturaleza se está regenerando porque ha dejado de recibir impactos humanos, lo que tenemos que hacer es apoyar esos procesos naturales. Pero hay otros muchos en los que el daño es tan profundo que la evolución natural es negativa.

-¿Hay procesos de degradación?

-Avanzamos hacia la pérdida de suelo y hacia el suelo mineral y eso es justo lo contrario de lo que debemos hacer. Y tenemos toda esta experiencia de más de 150 años en el que hemos desarrollado unas técnicas muy exitosas que han producido, a largo plazo, bosques maduros, estables, biodiversos, que ofrecen multitud de servicios ecosistémicos. Eso lo sabemos hacer y lo que no puede ser es que lo que ha sucedido en los últimos 12 años, que dejemos de hacerlo, pudiendo y sabiendo hacerlo.

-Se trata entonces de ampliar la gestión forestal...

-La reforestación tiene que ir de la mano de la gestión de esas masas maduras. Por supuesto, las repoblaciones hechas por nuestros antecesores son un magnífico legado ecológico y, al mismo tiempo, un enorme reto de gestión. Nos ofrecen muchos deberes por hacer pero, al mismo tiempo y con una visión global del territorio, los rasos disponibles para repoblar nos enseñan el camino para dejar ese mismo legado a las generaciones futuras. No todos los rasos son susceptibles de repoblación, pero tampoco todos pueden quedarse como un erial a pastos pudiendo tener unas formaciones forestales mucho más diversas y que prestan muchos más servicios ecosistémicos. Ahora mismo que estamos hablando del tema de las avenidas torrenciales, el bosque parece específicamente diseñado para prevenirlas.

-Además de prevenir incendios, debemos prevenir inundaciones...

-El erial a pastos, en el mejor de los casos, puede evitar la erosión si los pastos son suficientemente densos, pero no puede retener el agua porque no fuerza la infiltración, no supone un obstáculo mecánico, no para la gota de lluvia como las copas de los árboles... Entonces, incluso desde un punto de vista hidrológico-forestal, donde podamos debemos llegar al bosque. Si partimos de unos terrenos muy degradados, no podremos crear de golpe nuestro bosque climático ideal pero podremos parar el proceso de degradación e introducir un ecosistema muy simplificado, pero que con el tiempo va a diversificarse.

-El equilibrio natural es insuficiente...

-Hoy nos encontramos en una situación en la cual hay parte de la opinión pública que cree que toda intervención humana sobre la naturaleza es negativa, y no puede ser, no es así, porque tenemos la ciencia, la experiencia y la evaluación de todo lo actuado que nos permite saber que, de la misma manera que somos muy eficaces causando daños a la naturaleza, también somos muy eficaces restaurando esos daños.