

Javier Mateo Arana, el sacerdote turolense que ofició la ceremonia de despedida de ‘Pelé’
El párroco guardaba una relación de amistad con el mito brasileño y su familia desde hace más de cuarenta añosHa pasado una semana desde que Pelé fue enterrado en el cementerio de la ciudad de Santos tras una celebración digna a la figura del único jugador capaz de haber ganado tres mundiales con la selección brasileña, entre otros muchos logros. El sacerdote turolense Javier Mateo Arana fue el encargado de oficiar el histórico funeral de la leyenda, con la que mantenía amistad desde hace más de cuarenta años: “Él siempre decía: ‘Javier, tú eres el cura de la familia’”.
Nacido en Bilbao el 11 de marzo de 1939, Javier Mateo Arana es turolense de adopción y también de corazón. “Me siento de Teruel. Toda mi familia está allí y cuando voy a España, voy a Teruel”, comenta el sacerdote que lleva más de cincuenta años ejerciendo en Brasil. Su llegada a Santos se produjo en el 1969, un año después de aterrizar en Río de Janeiro: “En principio quería ir a Filipinas porque un amigo cura me decía siempre que debía ir con él allí. Finalmente aterricé en Río de Janeiro y tuve una sensación de ruptura con todo”.
Santos, la ciudad del astro
Tras un primer periodo en un seminario para adaptarse a su nuevo hogar, Javier llegó a Santos, la ciudad del mito de la Canarinha. Fue allí donde conoció al 10 brasileño. “Hicimos un retiro espiritual al que acudieron varios jugadores del Santos de aquella época. Entre ellos estaba Pelé”, explica el sacerdote, que sobre todo destaca la calidad humana y la sencillez de uno de los mejores jugadores de la historia del balompié internacional.
Desde ese momento, la relación de ambos fue creciendo del mismo modo que lo hacía el misticismo que envolvía al delantero. El turolense se encargó de oficiar la boda de uno de los hijos de Pelé, el bautizo de los dos gemelos que tuvo en su segundo matrimonio, además de un gran número de ceremonias para el entorno del futbolista que superó los mil goles a lo largo de su carrera. No obstante, la relación con Pelé se forjó especialmente en el día a día: “Él ayudaba, a través de su madre, con la labor de día que hacíamos en la parroquia”.
Una despedida a la altura
La amistad de Javier con la familia del genio del balón se prolongó durante años. De hecho, fueron los parientes cercanos a O Rei los que contactaron con el sacerdote turolense para dar el último adió al astro brasileño. El tercero de los cinco hermanos Mateo Arana acudió a la llamada sin pensarlo dos veces.
El estadio Vila Belmiro abrió sus puertas para que miles de aficionados se acercasen a despedir a la leyenda del fútbol brasileño. El cura turolense fue el encargado de oficiar la ceremonia a la que acudieron personas “de todas las clases”, según relata el propio Javier: “En términos de emoción, fue impresionante”.
Personalidades del mundo del balompié y de la política también estuvieron presentes en el acto. Entre ellos, Lula da Silva, presidente de Brasil, que también guarda una estrecha relación con el sacerdote aragonés. “Yo siempre pensé que Pelé era bueno porque no podía traicionar a su madre. Siempre la ha tenido como referente. Lula también tiene como referente a su madre y no puede ser deshonesto”, argumenta el padre Mateo Arana.
Sin embargo, el momento de mayor emoción en la despedida del mito del fútbol brasileño llegó en su traslado al cementerio vertical en el que descansa desde hace una semana. Cientos de miles de aficionados inundaron las calles de Santos para acompañar al camión que portaba el féretro de O Rei. “Él no lo buscó. La gente sabía que estaba enfermó y quiso despedirlo. Cuando pasó el camión por la avenida, pensaba que no era posible que hubiese tanta gente. Es impresionante cómo su figura ha entrado en el imaginario colectivo de la sociedad brasileña”.
Un recuerdo imborrable
Y es que el jugador brasileño dejó un recuerdo imborrable no solo para los aficionados al fútbol de su país, sino para toda la humanidad. “Pelé es un ídolo que ha dejado buenos ejemplos. Tenía un estilo de vida amplio, pero sin muchos lujos”, explica Javier después de visitar la pasada semana la mansión donde vivía la leyenda para oficiar una oración privada: “La viuda de Pelé me llamó para que oficiara algo íntimo en su casa. La amistad con la familia continúa. Sé que estoy sirviendo como sacerdote”.
En el recuerdo del pastor quedó grabada la humildad que caracterizaba al 10 brasileño: “Él nunca decía que no a nadie. Siempre tenía humildad por el otro. Sabía hacer las cosas para no aparecer siempre en portada”.
En ese aspecto, Javier compara las figuras de los dos grandes referentes futbolísticos del continente sudamericano: “Maradona y Pelé son distintos. Maradona es un mito en Argentina e incluso se ha creado una religión en torno a él, pero no entendió el sentido y la sencillez de la vida del mismo modo que lo hizo Pelé”.
Un mensaje común
Más allá de la rivalidad futbolística entre brasileños y argentinos, Javier Mateo Arana considera que una de las claves para que el catolicismo, muy ferviente en Sudamérica, siga adelante es “transmitir a los humanos lo que es importante para nosotros, sin violentar”. Un trabajo que el Papa Francisco realiza a las mil maravillas, según opina el sacerdote turolense: “Francisco es visto como una persona muy cercana a las personas, sean católicas o no. Es un hombre sin prejuicios”.
Javier también lo es. Sus más de cincuenta años en Brasil le han hecho acumular vivencias de todo tipo e incluso rodearse de la élite más influyente del país, pero él, con la misma humildad que destacaba de su colega Pelé, no se olvida de sus orígenes: “Este año quiero volver de visita por Teruel”.