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La agricultura de conservación es una técnica en auge en el campo turolense La agricultura de conservación es una técnica en auge en el campo turolense
Visita realizada por un grupo de agricultores aragoneses a una finca en agricultura de conservación de Navarra. Agracon

La agricultura de conservación es una técnica en auge en el campo turolense

La siembra directa, las cubiertas vegetales y la rotación de cultivos aumentan la productividad
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La agricultura de conservación es una práctica fundamentada en la supresión del laboreo con la siembra directa, el mantenimiento de la cobertura vegetal del suelo y la rotación de cultivos, que aporta beneficios medioambientales pero también sociales y económicos, al reducir los costes de producción e incrementar el margen de beneficios. Por este motivo, en el último año y medio ha crecido notablemente el número de profesionales que la han introducido en sus explotaciones en la provincia de Teruel.

La Asociación Aragonesa de Agricultura de Conservación (Agracon) cuenta en la actualidad con un total de 205 socios, de los que 22 corresponden a la provincia de Teruel y el 70% se han incorporado en el último año y medio. En la última charla impartida por el técnico de Agracon, Carlos Molina, en Cella acudieron 70 agricultores y previamente las hubo en Calanda y Muniesa. La asociación tiene previsto realizar otra en Perales del Alfambra a mediados de febrero.

Molina, que es natural de Cantavieja, explicó que la agricultura de conservación es una técnica que se basa en cuatro pilares: mantener los restos de la cosecha anterior para proteger el suelo; mantener la estructura del suelo sin las alteraciones que provoca el laboreo para favorecer la filtración del agua; rotar los cultivos para controlar las malas hierbas y mejorar las productividades; y mantener siempre en las parcelas raíces vivas que aportan beneficios en simbiosis con los micro y macroorganismos. En definitiva, se trata de poner en valor el suelo como un ente vivo y no solo como un soporte de raíces.

El técnico indicó que esto supone “un cambio de paradigma, dado que se trata de que el agricultor no trabaje el suelo, sino de que el suelo trabaje para el agricultor”. “Hay que favorecer las condiciones para que proliferen los micro y microorganismos que generan beneficios en lugar de la estructura ficticia creada por el laboreo”, añadió.

Reduce la erosión

Molina hizo hincapié en que el laboreo genera un gran problema de erosión. Se calcula que en zonas áridas, como las comarcas agrarias del Bajo Aragón o la Cuenca del Jiloca, se pierden anualmente entre 10 y 50 toneladas de suelo por hectárea. La agricultura de conservación permite, con el mantenimiento de la cobertura de la cosecha anterior, reducir esta erosión hasta un 95%. Además, se estima que permite reducir entre 50 y 60 horas de tractor. 

De esta forma, la reducción de los costes de producción por hectárea si se realizan los manejos adecuados y dependiendo de los cultivos se sitúa entre un 20 y un 30%, esto es, entre 60 y 72 euros.

Además, la utilización de esta técnica contribuye a mitigar los efectos del cambio climático dado que evita la emisión a la atmósfera de entre 3 a 5 toneladas de CO2 por hectárea y año.

“En estos momentos en los que la agricultura está asfixiada económicamente y al límite de la rentabilidad, la agricultura de conservación es una alternativa más rentable y sostenible para el medio ambiente”, subrayó.

Según una encuesta realizada por el Ministerio de Agricultura, Aragón cuenta con 125.000 hectáreas de siembra directa, el 18% del total nacional, lo que la convierten en la segunda con más peso por detrás de Castilla y León. El porcentaje de utilización de esta herramienta frente a la siembra tradicional es del 14%. En el último plan de renovación de maquinaria agrícola, el 55% del gasto financiado fue para maquinaria de siembra directa, aunque no todos los agricultores que la utilizan se dedican a la agricultura de conservación sino que muchos llevan a cabo el resto del laboreo de forma tradicional, puntualizó.

Beneficios agronómicos

El técnico de Agracon, Carlos Molina, indicó que los agricultores valoran cada vez más los beneficios agronómicos que les reporta la agricultura de conservación. Recordó que bajo la premisa de “el grano para el hombre y la paja para el suelo” se consigue una cobertura vegetal del suelo que evita la evaporación. “Se mantiene mejor el tempero creado por la infiltración de las aguas torrenciales que provocan las tormentas de verano”, explicó.

Molina indicó que las máquinas de siembra directa requieren una inversión “costosa”, de hasta 100.000 euros, pero puntualizó que es tan elevada como la de cualquier otra maquinaria agrícola. Además, a largo plazo es rentable porque permite reducir costes, así como el número de aperos necesarios para el laboreo porque, además de esa máquina, solo se necesita un pulverizador y el tractor para recoger el grano.

El técnico de la asociación indicó que la agricultura de conservación funciona en cualquier zona climática y que tan solo es necesario adaptar el manejo a los cultivos de cada territorio. No obstante, indicó que las que pueden obtener mayores beneficios son las más áridas, que son también las más cerealistas, como la Cuenca del Jiloca, el Bajo Aragón y el Altiplano, motivo por el que la próxima charla se llevará a cabo en Perales del Alfambra a mediados de febrero.

Respecto a la rotación de cultivos, dijo que es imprescindible que tras un año dedicado a un cultivo tan esquilmante como el cereal es necesario sembrar leguminosas u oleaginosas y precisó que hasta la siembra del girasol puede hacerse de forma directa. “Tenemos que trabajar mucho porque se arrastran muchos mitos sobre los cultivos”, comentó.

La siembra directa y la rotación de cultivos, que son las bases de este manejo, cumplen holgadamente con las condiciones establecidas por la Unión Europea para el “pago verde”  o greening. Y es que además de la reducción de CO2, permite disminuir de forma progresiva el uso de herbicidas, como el glifosato.

Y es que el laboreo tradicional, con el uso del barbecho y de productos químicos para el control de malas hierbas, está provocando resistencias en algunas como el ballico, el margallo y el ababol.

Agracon es una asociación sin ánimo de lucro dedicada a promover y divulgar esta técnica, de la que Argentina fue pionera, y a asesorar a los socios. Además, organiza muchas jornadas para intercambiar experiencias con visitas a explotaciones. “Nos proponemos formar a los agricultores y transferir información para que hagan buenos manejos y obtengan beneficios de esta técnica”, dijo Molina. Dispone de una página web (www.nolaboreo.es) y de un perfil en Facebook (AgraconNoLaboreo) en las que ofrece información de interés y su calendario de actividades.