

La Escuela, el hogar de varias generaciones de estudiantes que dejó una huella indeleble
Una institución donde la tradición es la educación y la familiaridad en todos los sentidosLa Escuela Hogar de Teruel está próxima a celebrar su 50 aniversario, todo un hito en la historia académica y como residencia de numerosas generaciones de estudiantes que pasaron por sus instalaciones y se convirtieron en algo más que alumnos, pues la estancia, a modo de internado, hacía que fueran casi una familia. El legado que ha forjado este centro sigue siendo un referente en la educación aragonesa, con una misión clara: ofrecer un hogar y una formación de calidad para todos aquellos que lo necesiten. Su trayectoria es el testimonio de cinco décadas de dedicación, esfuerzo y vocación educativa. “La Escuela Hogar ha cambiado mucho desde el inicio hasta ahora. Antes eran niños más pequeños y estaban más tiempo. No se iban los fines de semana”, indica Andrés Arjona, actual director, desde hace tres años.
La Escuela Hogar de Teruel nació en 1975 como una solución educativa para niños de localidades rurales con escasa matrícula escolar. Desde su creación, ha sido un pilar fundamental en la formación de jóvenes que, debido a la lejanía de sus pueblos, necesitaban un lugar donde residir para continuar sus estudios. Su origen estuvo marcado por un proceso de adaptación tanto para las familias como para las autoridades educativas. La inspectora Rosario Villegas jugó un papel clave en la mentalización de los padres, organizando reuniones informativas en diversas localidades como Linares de Mora o Cantavieja, donde explicó el funcionamiento del internado, la formación integral que recibirían los alumnos y la importancia del contacto familiar, que se mantendría a través de visitas y fines de semana en casa. En sus primeros años, la escuela acogió a 200 alumnos internos procedentes de 42 pueblos de la provincia, ofreciendo una educación moderna y de calidad. Además de la enseñanza académica, los estudiantes participaban en actividades culturales y deportivas como jota, teatro, radio, gimnasia y atletismo, fomentando un desarrollo integral.
La creación de la Escuela Hogar de Teruel implicó la supresión de numerosas pequeñas escuelas rurales, una decisión que generó dudas y preocupaciones entre las familias. Sin embargo, el esfuerzo de la Delegación Provincial de Educación y el compromiso de sus docentes permitió que el proyecto se consolidara como una ciudad escolar moderna y confortable, adaptada a las necesidades de los estudiantes.
Los cambios se han producido poco a poco y con el paso del tiempo, pues, con la puesta en marcha de varios institutos por toda la provincia, llegaron a temer por su continuidad.
“Si en algún momento se dudó de que siguiera el funcionamiento de la Escuela, fue un acierto la continuidad de la misma”, expresa Serafín León, exdirector y profesor de la Escuela Hogar de Teruel entre 1997 y 2019.

Programas
El Programa Entono Aragón es otros de los atractivos que durante los último años se ha convertido en escaparate, pues alrededor de 25 grupos anuales se instalan en este centro entre el 1 de marzo y el 30 de junio. Es entonces cuando alumnos de todo Aragón conocen las excelencias de la Escuela Hogar.
La actividad de ahora gira de otra manera, pues al ser en régimen de alojamiento no existen las clases como tales, sino que son actividades de apoyo para los 80 jóvenes que tienen ahí su morada de lunes a viernes. Cinco profesores de Lengua, Matemáticas, Física, Química o Inglés, entre otras materias, dan dos horas de estudio todas las tardes -para los que tienen buenas calificaciones-, el resto debe sumar una hora más. “Intentamos que durante las tardes estén ocupados y que aprovechen el tiempo”, apunta el director de la Escuela. También realizan actividades en días señalados, como el Día del Libro, Navidad u otros.
Pero la Escuela también preparaba sus propios recursos, como el programa Rutas Literarias. “Se generaban programas con diseño propio con vertiente educativa y luego hasta se exportaban a otros puntos de España, como El Cid por Aragón (vestigios literarios sobre el Cid), con el que venían alumnos de toda España y se hacían intercambios escolares”, recuerda Serafín León.
Coloquial
Intercambios que servían para enriquecer y conocer a chicas y chicos de otros colegios y que permitía ampliar relaciones. Y uno de los rasgos más característicos de esta estructura escolar y de convivencia era la familiaridad con la que se desenvolvían, ya que eran muchas horas y muchos días los que pasaban juntos. “Como experiencia personal pierdes un poco el concepto del trabajo y pasa a ser tu propia casa, porque las relaciones son más personales y estrechas y también se ve la evolución afectiva porque los chicos están en plena adolescencia”, apunta el exdirector y profesor.
En esa camaradería, que proporcionaba la Escuela Hogar, participaban también los alumnos y la estancia allí se hacía más llevadera. “Debería estar obligado que todo el mundo pasara por un internado como este. Los maestros te ayudan un montón y ya casi no necesitas repaso”, puntualiza Inés Calvo, una joven de Allepuz, que fue alumna de la Escuela y ahora es una de las trabajadoras del centro.
Pero no todo era estudiar y el tiempo de ocio se hacía imprescindible para cambiar los registros o cargar el cuerpo de buen humor. “Nos gustaban mucho los jueves porque era el día de salir por la tarde a Teruel y, al volver, -después de cenar- continuaba la fiesta y veíamos una película”, explica Inés Calvo. E incluso se tomaban alguna licencia extra mientras disfrutaban del cine nocturno.“A veces, hurtábamos un poco de chocolate de la cocina, mientras veíamos la película de videoclub”, añade la exalumna y actual trabajadora.
En la coloquial convivencia que se establecía entre todos los miembros se forjaron algunas estrechas relaciones que derivaron en la formación de parejas. “Todos los años salen parejas, otra cosa es que fructifiquen”, destaca el exdirector. Aunque actualmente, y tras el paso de los años, más de una docena de parejas entre las alumnas y alumnos se convirtieron en matrimonio, algo que también sucedió –en algunos casos- entre maestras y maestros. También es parte de la buena sintonía o hacer amigos, la estructura jerárquica establecida y su correcto desarrollo en el buen hacer diario, como da cuenta Serafín León.
“El personal de la casa es muy importante para que todo funcione bien y tener una gran probabilidad de éxito. Las buenas relaciones, también con el personal laboral, lo hacen más fácil. Somos todos compañeros”, matiza el exdirector y como testigo de la dilatada experiencia en la propia Escuela Hogar. “Hacíamos de profesores, de padres de enfermeros, de psicólogos...”, acota Serafín León.
En esa misma línea de trabajo, la Escuela Hogar de Teruel sigue siendo actualmente un punto de apoyo para los alumnos que permanecen internos, ahora, de lunes a viernes.
“La atención que se tiene que dar porque a veces una charla o un consejo –en ausencia de los padres- es necesario”, advierte Andrés Arjona.