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La UCI del Polanco atendió una avalancha de pacientes críticos sin precedentes La UCI del Polanco atendió una avalancha de pacientes críticos sin precedentes
Personal de la UCI del Hospital Obispo Polanco atendiendo a un paciente Covid durante la pandemia

La UCI del Polanco atendió una avalancha de pacientes críticos sin precedentes

En dos meses y medio ingresaron 21 enfermos de Covid-19 y triplicó sus camas habituales
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La Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Obispo Polanco de Teruel ha cumplido esta semana un mes sin pacientes Covid, atrás quedan dos meses y medio muy duros donde se vivió una situación sin precedentes en un servicio que tuvo que pasar de 6 a 19 plazas, repartidas por diferentes espacios del centro sanitario, y donde atendieron a enfermos muy críticos y con estancias muy prolongadas.

El pasado 15 de marzo ingresó el primer paciente con Covid-19 en esta unidad. Tres días después entraron seguidos otros tres que precisaban ventilación mecánica por insuficiencia respiratoria aguda y así en unas pocas semanas se llegó a tener muchos días con 14 ingresados a la vez. La última alta se dio el 1 de junio, a un paciente que pasó a planta tras 56 días en intensivos. Durante la pandemia de coronavirus este servicio ha atendido a 21 enfermos con estancias muy prolongadas y extremadamente graves.

La estancia media en la UCI del hospital turolense es de 7 días y en esta crisis sanitaria fue de 23 días, además, una cuarta parte de los ingresos superó los 45 días. Si se compara con el periodo de 1 de marzo a 1 de junio de 2019, hubo 79 pacientes pero la estancia media fue de 3 días y medio y las tres más largas fueron una de 27 días, otra de 15 y otra de 9. 

El jefe de la UCI del Obispo Polanco, el doctor José María Montón, reconoce que fue “duro” sobre todo porque “llegó en forma de avalancha” de paciente muy crítico. “Había empezado una semana más tarde que en Zaragoza pero, al final, llegó y vimos que había que organizar todo y ampliar nuestra capacidad”, comentó el responsable del servicio.

El doctor Montón recordó que lo primero fue activar dos boxes de la unidad que habitualmente no se utilizan y cambiar su despacho de ubicación, para aprovechar también ese espacio. Así se logró pasar de 6 a 9 camas pero hacía falta más. Entonces acondicionaron tres quirófanos para dos pacientes cada uno. Pero aún era necesario disponer de otra zona para los críticos de otras patologías y para esto se utilizó la Unidad de Cirugía Mayor Ambulatoria (CMA). “No es el espacio ideal para estar de forma permanente pero ya lo habíamos utilizado cuando se hizo la reforma de la unidad hace tres años”, explicó.

Ante este incremento de actividad, fue necesario dar apoyo con más personal. “Hubo un día que hice crisis. Me encontré con que dos compañeros intensivistas se contagiaron. Entonces no podíamos. Pedimos ayuda y colaboración a Anestesia. Un grupo de anestesistas nos ayudó y pudimos también rescatar un compañero que es intensivista pero que tiene una plaza de titular en Primaria y estuvo con una adscripción temporal y nos vino a echar una mano”, relata José María Montón.

Del mismo modo, también se reforzó Enfermería con personal  de quirófano y también con gente que había estado en la UCI en veranos.

“Con todo esto fuimos adelante a combatir y a tratar lo mejor que pudimos a los pacientes”, recuerda el intensivista que señala que en un mes y medio no tuvo un solo día de descanso y que cada paciente requería mucho tiempo y cuidados.

Elevada edad media

La mortalidad fue del 43%, una cifra similar a la de unidades de otros hospitales. En cuanto al perfil de los pacientes, el 62% fueron hombres y la edad media fue de 70 años, con personas desde los 56 a los 82 años. 

“Está el debate sobre la edad para acceder a la UCI. Nosotros no pusimos restricción de edad, salvo la que habitualmente se pone en un paciente frágil que requiere intensivos. Todos los días nos pueden consultar para someter a un paciente por una neumonía, por una gripe A, por una insuficiencia cardiaca que requiera ventilación mecánica. Entonces establecemos una serie de criterios basados en el bien hacer ético, incluso el Comité Ético del hospital, para valorar si un paciente va a poder ser capaz de aguantar someterse a esto”, explica el doctor Montón.

Asimismo, se ha hablado de la derivación o no de pacientes de residencias a los hospitales, en la UCI, 5 de los 21 enfermos Covid atendidos procedían de instituciones. Además se atendieron otros 4 de un brote de una excursión a Benidorm.

En cuanto a los tratamientos recibidos por estos enfermos en la UCI, destaca el alto porcentaje de ventilación mecánica con el 81% de los ingresados frente al 34% de los pacientes que pasaron por el servicio de marzo a junio del año pasado. 

Al 76% se le administró hidroxicloroquina y al 67% corticoides.

“Era una enfermedad absolutamente nueva, entonces, el tratamiento de apoyo para la insuficiencia respiratoria o la insuficiencia renal es un tratamiento convencional pero para el específico íbamos aprendiendo, íbamos consultando a través de las redes o de acceso directo con otros hospitales en la Comunidad o de fuera y el Ministerio y el Salud iba editando guías de orientaciones”, explica Montón. 

Polineuropatía

Otro de los aspectos importante a la hora de abordar la atención a estos enfermos fue la polineuropatía relacionada tanto con la afectación del virus como por lo prolongado de los tratamientos. “Nos ha llamado mucho la atención. Estas polineuropatías del paciente crítico no las habíamos visto. El enfermo se despertaba tetrapléjico, no movía”, comenta el jefe de la UCI que explica que, ante esta situación, se colaboró con el servicio de Rehabilitación y el fisioterapeuta entraba en la unidad para trabajar con los pacientes, algo que mejoró muchísimo su evolución posterior.

Aislamiento

A nivel terapéutico la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Obispo Polanco se enfrentó, como en todo el país, a una situación nunca antes vivida por el volumen de pacientes y su gravedad, pero ha habido otro elemento peculiar de esta enfermedad: el aislamiento, que ha llevado a situaciones también muy angustiosas.

“El aspecto afectivo ha sido otra de las cuestiones diferentes en esta pandemia. El que no venía nadie a verlos, el que tú te comunicabas con la familias por teléfono y el que te convirtieras en el nexo con ellos.

Se han dado circunstancias muy duras”, reconoce el jefe de la UCI del hospital turolense, José María Montón.

“Me venía aquí a mi despacho y hablaba con los familiares, acaba de colgar y me echaba a llorar yo solo. Llevo en esto desde el año 1982 y he tenido sentimientos que jamás había tenido. He informado a familiares de todo, jamás había sentido esto. Había familiares que te decían cuídese mucho, rezamos por usted, cuando les estaba diciendo que su familiar se estaba muriendo”, recuerda el intensivista. 

Aunque mucho tiempo los pacientes permanecía sedados, cuando despertaban se establecía comunicación con sus seres queridos, primero con teléfonos del personal y luego con una tablet. “Se podían hablar y ver. Fue muy bonito a la vez que duro”, comenta el doctor Montón que insiste en que tenían que “suplir esa soledad que ellos tenían”.