Las consecuencias de una terrible sequía de hace dos millones de años afloran en La Puebla de Valverde
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La paleontología abre ventanas al pasado que permiten visualizar cómo eran los paisajes y sus faunas y conocer cómo el clima influía en su desarrollo. La reapertura del yacimiento de La Puebla de Valverde ha sacado a la luz lo que podrían ser las consecuencias de una terrible sequía que sufrió esta parte de la provincia de Teruel hace dos millones de años. Es una de las hipótesis que se venían barajando hasta la fecha y las nuevas excavaciones que ha emprendido la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis contribuirán a esclarecerlo.
Este es uno de los yacimientos históricos de la provincia y uno de los más modernos de la cuenca neógena de Teruel. Se corresponde con el segundo periodo de la era Cenozoica que se caracterizó por la aparición de los homínidos, nuestros ancestros. Aunque no es el caso de La Puebla de Valverde -la presencia más antigua de humanos en España está datada en Atapuerca hace aproximadamente 1,4 millones de años-, en este sitio han aparecido también restos de primates, lo que dota al lugar de un atractivo especial.
Lo que más sorprende del afloramiento que ha vuelto a excavar ahora la Fundación Dinópolis, y cuyos trabajos fueron presentados la semana pasada a la prensa, es la gran acumulación de fósiles de mamíferos que aparecen, muchos de ellos articulados y de una gran variedad de animales, aunque predominan los de gacelas y caballos.
La investigación que hay de nuevo en marcha ayudará a entender cómo se formó el yacimiento, es decir, qué paso para que se produjera esa acumulación de huesos. La hipótesis más probable que se ha barajado hasta la fecha es que esa alta mortandad fuese consecuencia de una gran sequía.
Desde las primeras excavaciones que se hicieron en el año 1963 se han identificado en este lugar una veintena de taxones (grupos de animales) de mamíferos, además de tres clases de aves. Predominan las gacelas y los caballos, pero allí se han encontrado desde fósiles de cérvidos a rinocerontes, que también han aparecido este año.
Pero además, en su registro se han identificado anteriormente restos de grandes depredadores como un félido dientes de sable, un guepardo gigante y dos hienas de dimensiones considerables. Algunos de estos materiales se exhiben desde hace tiempo en el Museo Aragonés de Paleontología de la Fundación Dinópolis.
Es inevitable sentir curiosidad por las causas que llevaron a esa gran acumulación de huesos, de un color tan blanco en contraste con los sedimentos anaranjados, que parece que los animales hubiesen muerto hace poco, pero han pasado 2 millones de años desde que ocurrió.
Las hipótesis que se han barajado hasta ahora hablan de una gran sequía, pero el paleontólogo de la Fundación Dinópolis, Eduardo Espílez, es cauto y asegura que hay que valorar los datos obtenidos en esta campaña y en futuras para “ver si son coherentes o no con las interpretaciones que se han hecho respecto de la formación de este yacimiento”.
Un paisaje muy árido
El científico explicó que lo publicado hasta la fecha indica que en el momento en que se formó el afloramiento esta parte de la provincia era un sitio muy árido, con fuertes sequías que se producían con una periodicidad variable que podía ir de unos pocos años a dos o tres décadas.
El lugar era una charca a la que acudían los animales a beber. “Cada cierto tiempo se podía dar una sequía mucho más fuerte de lo habitual, y los animales a lo mejor acudían a esta zona como último recurso para beber, pero se encontraban con que estaba seca y entonces se produce una gran mortandad porque eran ya incapaces de migrar a otro lado a buscar agua”, comenta Espílez.
Al producirse de nuevo las lluvias y ser de bastante intensidad, arrastraba los huesos de esos animales que habían muerto y los concentraba en el lugar donde acabaron fosilizando y que hoy salen a la luz.
El paleontólogo reconoce que los sedimentos del yacimiento de La Puebla de Valverde se depositaron en un sistema aluvial, con lo cual estarían indicando que la interpretación que se ha hecho es coherente con la manera como podría haberse formado el afloramiento. Los taxones más abundantes que aparecen, como el antílope Gazella borbonica o el caballo Equus stenonis, serían coherentes con esta interpretación.
A diferencia de otros periodos geológicos en la cuenca de Teruel en los que las sabanas eran los ambientes predominantes, en este caso estaríamos ante un paisaje muy desértico con pocos aportes de agua anuales, explica Eduardo Espílez, que incide en que habrá que esperar a realizar más excavaciones y profundizar en el estudio de los fósiles para poder sacar conclusiones rigurosas.
Por ahora la Fundación Dinópolis ha iniciado los trabajos en un yacimiento en el que no había podido excavar hasta el momento, puesto que con anterioridad habían sido otros equipos de investigación los que lo habían hecho. Solo había intervenido antes en el perímetro en el año 2016, cuando a causa de la erosión afloraron fósiles fuera de la zona vallada.
La excavación actual comenzó a finales de octubre y se prolongará todavía algunos días más. De cara al próximo año la intención es poder retomar los trabajos a finales de la primavera o principios del verano. A pesar de conocer el lugar por la bibliografía existente, Espílez reconoce que le sorprendió la gran concentración de fósiles con la que se encontraron desde el primer día. “El yacimiento tiene una cantidad muy grande y el grado de conservación que presentan los huesos es excepcional”, dijo.
Para el científico de la Fundación Dinópolis el potencial de este sitio es considerable y va a suponer años de investigación. A pesar de que ha sido estudiado desde el año 1963 y se ha recuperado mucho material que está muy disperso, Espílez aseguró que todavía podría aparecer algún taxón nuevo no identificado hasta la fecha en La Puebla de Valverde, como carnívoros más pequeños del tipo mustélidos como un tejón o similares.
Además, tampoco se descarta poder encontrar fósiles de más primates. Los identificados en campañas anteriores corresponden a cercopitécidos, uno de ellos un fragmento de mandíbula asignado al género Paradolichopithecus, cuyo aspecto sería similar al de los papiones y mandriles africanos actuales.
El objetivo de profundizar en el yacimiento se centra en “querer saber más no solo de las especies que vivieron ahí, sino también de cómo se formó”, dijo el investigador. Además, hay una cuestión muy interesante que es conocer más de las especies que aparecen y que aunque están descritas se sabe poco de su aspecto.
Espílez indicó que muchas de estas especies se han descrito a partir de la dentición, “pero desconocemos cómo era realmente el animal, cómo se movía, qué papel tenía dentro del ecosistema, y nos hemos dado cuenta que en algunos de ellos el esqueleto postcraneal de determinados taxones es realmente un desconocido”.
Por eso apunta que si bien el primer objetivo es conocer mejor el yacimiento, se abren grandes posibilidades científicas para comprender los taxones que han ido apareciendo allí, “entenderlos mejor y reconstruir de una manera mucho más fiable lo que era el ecosistema de hace dos millones de años en el entorno de La Puebla de Valverde”.
Además, Espílez indicó que un aspecto importante es “poner en valor esta riqueza paleontológica que es excepcional, un patrimonio que es de todos los turolenses y que hay que darlo a conocer”. Apuntó que habrá que estudiar igualmente “las diferentes actuaciones que se pudieran hacer en un futuro para divulgarlo y darle un valor socioeconómico también para el desarrollo de lo que es la provincia”.
Años sesenta
Conocido y excavado desde principios de los años 60 del pasado siglo, el yacimiento está declarado Bien de Interés Cultural desde el año 2004. Está señalizado desde hace tiempo y protegido por una valla metálica en su perímetro para evitar el acceso de la gente y su expolio. El primero que lo excavó fue Emille Heintz en el año 1963 y los restos extraídos fueron depositados en el Museo Nacional de Historia Natural de París y en el Instituto de Paleontología Miguel Crusafont de Sabadell.
Una década después, el equipo de Emiliano Aguirre, uno de los padres de Atapuerca, llevó a cabo otra excavación con su equipo y los fósiles que se recuperaron entonces fueron depositados en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. La última excavación que se había hecho antes de la actual fue en 1998 y estuvo a cargo de paleontólogos de la Universidad de Zaragoza.
La Puebla de Valverde es el yacimiento europeo que ha aportado una mayor variedad de restos de Gazella borbonica, un antílope pequeño con una altura de unos 60 centímetros hasta la cruz. A ese taxón se suma la gran variedad de huesos del équido Equus stenonis, parecido a las cebras actuales con un peso de entre 300 y 500 kilos. Los fósiles serán custodiados por el Museo Aragonés de Paleontología, después de que las colecciones extraídas hasta la fecha en décadas pasadas estén repartidas por diferentes centros fuera de la provincia.
Emiliano Aguirre
La excavación del yacimiento de La Puebla de Valverde pretende ser también, según ha indicado el director gerente de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, Alberto Cobos, un reconocimiento a la figura del paleontólogo Emiliano Aguirre, uno de los padres de Atapuerca y que lo excavó en los años setenta a la par que desarrollaba su trabajo de investigación en los afloramientos burgaleses que tanta trascendencia han adquirido para el conocimiento de la evolución humana en Europa.
Cobos indicó que esta actuación “pretende ser también un humilde reconocimiento desde la Fundación a la figura de Emiliano Aguirre en el marco del centenario de su nacimiento”. Recordó que este ilustre científico “formó parte de diversas excavaciones e investigaciones con fósiles de este yacimiento y fue un firme valedor de Dinópolis desde sus inicios”.
Emiliano Aguirre mantuvo un fuerte vínculo con Teruel hasta su fallecimiento en el año 2021. En 1974 excavó en La Puebla de Valverde y en los años 90 del pasado siglo ofreció diversas conferencias además de impartir cursos en Teruel. En 2001, al poco de abrirse Dinópolis, visitó el centro y lo validó aplaudiendo su enfoque didáctico. En 2006 fue mantenedor de las fiestas de La Puebla de Valverde y en 2009 Dinópolis acogió un homenaje a su figura por parte de la comunidad paleontológica española. Se inauguró entonces la placa El linaje de Emiliano que desde entonces se exhibe en el inicio del recorrido en barca de El último minuto.
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