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Las Jornadas de la Sociedad de Paleontología muestran la excelencia fósil de la provincia Las Jornadas de la Sociedad de Paleontología muestran la excelencia fósil de la provincia
El paleontólogo Luis Miguel Sender junto al panel sobre la plantas de Mosqueruela presentado en el congreso. FCPTD

Las Jornadas de la Sociedad de Paleontología muestran la excelencia fósil de la provincia

Los trabajos de la Fundación Dinópolis revelan materiales excepcionales dentro de su registro
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Las Jornadas de la Sociedad Española de Paleontología celebradas la semana pasada en Valencia han mostrado una vez más las peculiaridades de los registros fosilíferos de la provincia, que abarcan desde los dinosaurios y los mamíferos, a fósiles de excepcional preservación en el caso de las plantas. La Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis reveló en este encuentro el hallazgo de nuevos fósiles increíbles como un helecho del Cretácico, tal como dio a conocer días atrás, pero además, otros grupos de investigación aportaron también novedades en el caso de la isla volcánica de Camarena o la identificación de un nuevo ejemplar de Teruelictis, una nutria del Terciario definida por primera vez en la cuenca de Teruel hace una década y de la que han aparecido ahora más fósiles.

Todos estos trabajos se dieron a conocer en las 38 Jornadas de la Sociedad Española de Paleontología celebradas en el Jardín Botánico de la Universidad de Valencia, en la que los paleontólogos de la Fundación Dinópolis participaron con seis aportaciones, en algunos casos junto con otros grupos de investigación. Además, se presentaron trabajos en los que también ha colaborado esta institución científica turolense.

Una de las aportaciones más espectaculares se dio a conocer ya a principios de esta semana y consistió en la primera presentación de los registros excepcionales del fósil de un helecho del Cretácico cuyo nombre científico es Ruffordia goeppertii. Es un género que ya estaba definido con anterioridad, pero los ejemplares fosilizados en Teruel no tienen igual por su buena preservación y el detalle con que fosilizó esta planta.

El ejemplar presentado de este helecho, que es un tipo de planta icónica del Cretácico, no es más que un avance de lo que la investigación de la Fundación Dinópolis arrojará en el futuro, ya que ha hallado restos abundantes y muy completos en la localidad de Oliete. Se trata de un yacimiento de hace 110 millones de años con importantes implicaciones paleoambientales y paleogeográficas.

El paleontólogo de la Fundación Dinópolis, Luis Miguel Sender, que firma esta aportación junto a Uxue Villanueva-Amadoz, Torsten Wappler, José Bienvenido Diez y Alberto Cobos, asegura en el trabajo científico que los helechos se distribuyeron  antes del surgimiento de las angiospermas (plantas con flores) a través de una gran variedad de familias en todas las latitudes y regiones durante el Mesozoico tardío, la era en la que vivieron los dinosaurios.

Sender apunta en el trabajo que uno de estos helechos icónicos es Ruffordia goeppertii, cuyos restos han sido registrados de manera profusa en las rocas del Cretácico Inferior de zonas tan dispersas como Sudamérica, Norteamérica, Oeste y Este de Eurasia, Madagascar, Japón y Australia.

“Algunos registros de este helecho presentan excelente conservación, como los registros históricos encontrados en el Wealden inglés o los más recientes del Aptiense de Brasil”, explica el paleontólogo de la Fundación Dinópolis en el libro de actas del congreso de la Sociedad Española de Paleontología, donde precisa que  sin embargo, “nuevos registros muy bien conservados de este helecho” han sido descubiertos en los yacimientos del Albiense de Teruel. Hallazgos que según el científico “proporcionan ejemplares con una conservación excepcional”.

Sender apunta que en estos fósiles “se pueden encontrar macro y micro registros asociados correspondientes a material vegetativo y fértil en relación con sus rizomas (tallos) y con sus esporas conservadas  en el interior de los soros”.

Añade el investigador de la Fundación Dinópolis que “se trata del primer registro de este helecho icónico del Cretácico en el Albiense de España”, una circunstancia que “llena el vacío de este taxón en Eurasia occidental durante una época clave de cambios de las floras a nivel mundial que fue crucial para la diversificación de las angiospermas”.

Además, el trabajo destaca la presencia de “interacciones” entre la planta y los insectos, y “nuevos e interesantes datos tanto sobre los paleoambientes como sobre la distribución paleogeográfica en la que crecieron este tipo de helechos durante el Cretácico Inferior”.

Mosqueruela

Luis Miguel Sender lidera también otro trabajo de paleobotánica de la Fundación Dinópolis, junto con Luis Mampel y Alberto Cobos, sobre plantas del tránsito entre el Cretácico Inferior y el Cretácico Superior halladas en Mosqueruela. Se trata de la primera evidencia encontrada en la provincia de Teruel de plantas terrestres de este periodo, que proceden además de la misma formación geológica en que está el yacimiento de icnitas de dinosaurios terópodos de Más de Pérez en el que se intervino el pasado verano.

El registro ha aparecido en depósitos marinos costeros de hace 100 millones de años y los fósiles estudiados y presentados en Valencia corresponden a coníferas ramificadas y a otras gimnospermas de hace 100 millones de años.

Según recoge la publicación científica, los fósiles presentados permiten su comparación “con registros contemporáneos en otras zonas del Sistema Ibérico y también con la parte occidental del Mar de Tetis durante el Cenomaniense” en Italia, el norte de África y Oriente Medio, además de otros más antiguos.

El trabajo señala que “la asociación de estas plantas con otros registros paleontológicos de la zona de Mosqueruela, pertenecientes a restos directos de vertebrados marinos y también a restos indirectos de dinosaurios, indican el potencial del patrimonio paleontológico en esta zona de la provincia de Teruel”.

Luis Miguel Sender, que es el paleontólogo de la Fundación Dinópolis especializado en paleobotánica, la rama de la paleontología que estudia las plantas fósiles, y que permite comprender a través de ellas cómo eran los ambientes en los que vivieron los dinosaurios en el Cretácico, participó en el congreso de la Sociedad Española de Paleontología con otros trabajos junto a otras instituciones científicas.

En uno de esos trabajos, que lidera la paleontóloga Inmaculada Garrido-Sánchez, del Grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza, presenta los registros de paleoflora mesozoicos más modernos que se han encontrado en la Comunidad Autónoma de Aragón.

En concreto, el material estudiado procede de un yacimiento de Beranuy, en el Pirineo oscense, y los diferentes niveles estratigráficos del afloramiento muestran una gran diversidad de restos fósiles con diferentes morfolofías y tamaños de plantas, además de fósiles de invertebrados marinos.

Por último, Sender participó en otro trabajo liderado en este caso por Borja Cascales-Miñana, del CNRS de la Universidad de Lille en Francia, en el que se documenta la primera evidencia de plantas terrestres del Devónico Superior en la cordillera Ibérica. La riqueza del hallazgo reside en que la palinoflora estudiada la constituyen 27 taxones pertenecientes a 20 géneros.

Dentro de las aportaciones que se hicieron al congreso de paleontología sobre plantas fósiles, Artai Santos, de la Universidad Nacional Autónoma de México en Hermosillo, lidera un trabajo que vuelve a poner el foco en la isla volcánica que en su día fue lo que hoy es el término municipal de Camarena de la Sierra.

En los primeros estudios presentados hace dos años, los investigadores encontraron en los depósitos de la zona fósiles de organismos continentales, incluidos hongos y plantas terrestres, así como evidencias de interacciones entre plantas e insectos que corroboran que diferentes organismos habitaron la isla.

La investigación destaca que “estos depósitos representan una oportunidad única para explorar las estrategias de dispersión y colonización de ecosistemas oceánicos aislados por parte de diversos organismos”, y que tras las primeras aportaciones en las que se estudiaban las estrategias de los insectos para colonizar esta pequeña isla volcánica, es momento de explorar los restos botánicos que se han encontrado y que tienen un gran interés.

En este primer estudio sobre esta materia, se muestran las comunidades botánicas que habitaron la isla y exploran “más a fondo las posibles estrategias de dispersión y colonización” utilizadas por los grupos biológicos que llegaron y “lograron asentarse y sobrevivir en ella”. En total se han identificado 63 palinomorfos (partículas diminutas de polen y esporas de plantas) en la llamada isla de Camarena. Además de polen de gimnospermas (plantas sin flores), incluidos varios morfotipos de esporas de hongos y restos de algas.

A partir de ello, los investigadores proponen una reconstrucción de las comunidades vegetales existentes y llegan a la conclusión de que la mayoría de los hongos están relacionados con la actividad saprofita, es decir, los organismos que se alimentan de la descomposición de otros organismos muertos.

Argumentan en este sentido los investigadores que todo apunta a que la “función trófica (alimenticia) de la micoflora en la isla fue fundamentalmente descomponedora, lo que favorecerían las condiciones ambientales húmedas y cálidas”. La mayoría colonizaron la isla desde el continente mediante “efectivas estrategias de dispersión”, concluye el trabajo.

Icnitas

Dentro de las aportaciones firmadas por la Fundación Dinópolis en el congreso de los paleontólogos españoles, esta institución científica turolense presentó también nuevas investigaciones sobre huellas fósiles de estegosaurios (dinosaurios con placas) del Jurásico Superior de hace unos 145-150 millones de años.

El autor principal es Diego Castanera y firma el trabajo junto con Luis Mampel, Andrea Guarido y Alberto Cobos, y en la investigación se presenta el hallazgo de dos nuevas huellas en dos yacimientos localizados en La Puebla de Valverde y Formiche Alto.

El descubrimiento ha llevado a revisar el yacimiento de El Castellar donde en el año 2010 se describieron varias huellas de estegosáuridos que dieron lugar a la definición de un nuevo icnotaxón que fue bautizado con el nombre de Deltapodus ibericus.

El objetivo del trabajo era poder comparar estas huellas con las nuevas icnitas, y según los investigadores de la Fundación Dinópolis, los nuevos datos revelan la gran variación de la forma de las pisadas en función de cómo apoyaban el pie durante la locomoción.

Otra aportación de la Fundación Dinópolis fue un trabajo liderado por Josué García-Cobeña y firmado también por Francisco Javier Verdú y Alberto Cobos, sobre un nuevo fósil de un ornitópodo estiracosterno de hace 130-125 millones de años hallado en El Castellar. El fósil en concreto es una vértebra dorsal que presenta más similitudes con otros estiracosternos de mediano tamaño hallados en otros lugares de la Península Ibérica, que con los ornitópodos más grandes y robustos tipo Iguanodon, que son más habituales en la provincia de Teruel.

La revisión de la colección Adrover arroja nuevos materiales de ‘Teruelictis’

Entre las aportaciones que se han hecho en el último congreso de la Sociedad Española de Paleontología está el hallazgo de nuevos materiales de Teruelictis, una especie de nutria terrestre que no estaba adaptada a la natación y que se definió por primera vez en la provincia hace diez años a raíz del descubrimiento de parte de su esqueleto en el yacimiento La Roma 2 de Alfambra.

Hasta ahora, aquel era el único ejemplar que se conocía de este animal, bautizado con el nombre científico Teruelictis riparius, y del que se recuperó el cráneo y distintos fósiles de su organismo, entre ellos el hueso del pene, poco frecuente por su dificultad para fosilizar.

De este enigmático mustélido no se conocían otros restos, hasta que en 2021 el mismo equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, liderado por Manuel Salesa, encontró otro fósil de esta especie revisando los materiales de la Colección Adrover que se conservan en el Museo Aragonés de Paleontología. En el trabajo presentado en Valencia se indica que el material procede del yacimiento de Los Aguanaces, lo que aumenta su rango temporal  e incrementa el interés de la fauna de la cuenca de Teruel.