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Las ‘mamás leonas’ que ya han dado a luz ponen buena nota a su estancia en el Polanco Las ‘mamás leonas’ que ya han dado a luz ponen buena nota a su estancia en el Polanco
Sara Miguel en una de sus visitas al Hospital Obispo Polanco

Las ‘mamás leonas’ que ya han dado a luz ponen buena nota a su estancia en el Polanco

La madres alaban el trato pero se quejan de las habitaciones y de compartir planta con posibles virus
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Y la vida sigue. Dos meses después de que un numeroso grupo de mujeres embarazadas se movilizaran por el cierre de camas en los paritorios y ante la posibilidad de tener que ser trasladadas de urgencia a otros hospitales si no había ginecólogos para atenderlas, los nacimientos se han producido con normalidad tras las medidas del Salud para solventar la situación. Del grupo participante inicial de 14 embarazadas, diez ya se han tenido a sus hijos y cuatro están pendientes de dar a luz.

La falta de profesionales para cubrir las guardias en Ginecología generó una alarma, también en el servicio de Ginecología, pues las previsiones no eran halagüeñas viendo los recursos de que disponía el servicio de cara a los meses de julio y agosto, con las vacaciones encima de la mesa.

Las mamás leonas, como se denominaron ellas mismas, han pasado escalonadamente por el Hospital Obispo Polanco para recibir a sus criaturas y dar fe de la buena nueva sin más complicaciones que las propias de un parto o de algún que otro contratiempo, bien por las incomodidades propias o por las carencias de las habitaciones. Y, en los casos que nos ocupan, pertenecían a Pediatría -por el periodo vacacional- y no al servicio de Neonatos, donde las comodidades y los habitáculos son los adecuados para una circunstancia que requiere de cuidados y de espacios holgadamente estructurados para cada uno de los movimientos que se tienen que realizar (cambios, duchas, espacio complementario para el/la recién nacido, etc).

Andrea Barrachina paseando a su hijo Gael 

Andrea Barrachina fue una de las primeras en tener que ser atendida en el Obispo Polanco, pues su niño quiso que el 24 de junio diera a luz. “Fue una experiencia buena con el servicio de Ginecología, pero el parto fue horroroso”, señaló. Y es que su primogénito la hizo acudir al hospital a la 1:15 de la madrugada al romper aguas y tener que acudir rápidamente. “Había una ginecóloga de Zaragoza y estuve muy bien atendida. Me dejaron ingresada para tenerme controlada”, explicó Andrea. “Pasé todo el día en la habitación”, puntualizó, ya que no fue hasta las 17:15 cuando Gael quiso conocer el mundo.

Sus dificultades para dilatar le obligaron a pasar todo el día en el hospital a la espera de las condiciones óptimas. Estuvo acompañada de una matrona en todo momento, incluso en el parto, pues al ser por cesárea no pudo estar presente su marido. Aprecia “el buen servicio que tuve y la empatía como mamá primeriza. Iba muerta de miedo, pero todo fue muy bien, y la cesárea también muy bien”, explicó. Ensalza la amabilidad, el trato y la “familiaridad” de todas las personas que la trataron (matronas, ginecólogas, también anestesistas, enfermeras, etc). “Muy bien atendida y muy contenta”, dijo.

Julio

Algo más de un mes pasó desde que Andrea tuvo a su niño y para que Esther Baquero tuviera a su segundo hijo el 29 de julio. Su parto fue algo más rápido, aunque su percepción de la atención no varía mucho. “Todo fue muy bien. Supercontenta con el hospital y con el trato recibido”, indicó. Esther no conocía a su ocasional ginecóloga de guardia cuando ingresó a las 5:00 horas. “A las 9:00 horas di a luz sin ginecóloga, solamente con dos matronas y una auxiliar, sin epidural”, relató. Sí que alaba el trato y profesionalidad: “Ponte como quieras, de pie, sentada...”, como indicaciones de las profesionales sanitarias que la atendieron, y es que en todo momento la animaron para provocar con naturalidad el parto: “¡Tu puedes!, Estamos aquí para ayudarte...”, fueron las consignas y consejos que recibió Esther Baquero, que también indicó los conocimientos profesionales que le mostraron.

“Intentamos que las mamás estéis solas”, señala que le dijo una matrona. No necesitó epidural, “no fue necesario, estaba muy dilatada”, argumentó Esther, que continuó detallando frases de sus cuidadoras, “aunque no te la pongan (la epidural), estamos para ayudarte”, “Nos has regalado un parto superbonito”. Mensajes que ella valora de forma muy positiva: “Psicológicamente muy bien”, es su visión.

Pero como no tuvo epidural le tocó gritar un poco. “Grité y me sentí madre leona. En este embarazo nos ha tocado rugir”, advirtió, recordando los días en los que reclamaron y protestaron a las puertas del Obispo Polanco. Rugidos que le hicieron recordar su primer parto, en el que tuvo dificultades.

Y agosto

El día de San Lorenzo se puso de parto Sara Miguel y a las 23:00 horas llegó al hospital, pero no fue hasta las 17:25 del día 11 cuando su niña, Izarbe, salió a la vida. A su llegada, la ginecóloga de guardia -a la que no conocía por ser de fuera de Teruel- la revisó y la ingresó en las habitaciones, pues sus condiciones de dilatación (3cm) no estaban todavía definidas para el parto.

“Fue muy maja conmigo, muy buen trato”, dijo Sara sobre su ginecóloga.

Al no estar aún en condiciones la ingresaron en planta y por la noche le pusieron otra acompañante “pues no había más habitaciones libres”, indicó la reciente mamá. Las contracciones, cada una las llevaba a su ritmo.

“A las dos o tres horas me bajaron al paritorio, pues tenía más contracciones en menos tiempo”, explicó. Y a las 8:00 se despidió la ginecóloga que la había atendido y se produjo el relevo en la guardia. “Todos de Teruel”, exclamó Sara Miguel. Su ginecóloga habitual, Claudia, y su matrona, Cristina; ya estaba preparada para dar a luz, con todo su equipo. “El trato fue superbueno”, detalló.

César aún está por llegar, pues su mamá, Diana García, todavía no ha salido de cuentas y aún tardará unos días (o no) en llegar a la vida. Su experiencia en el Hospital Obispo Polanco es, un poco, la que le cuentan sus compañeras que ya han pasado por el parto. Sí menciona que “nos les ha faltado de nada y han estado bien atendidas”. Datos estos que harán que su confianza gane enteros y que su estancia pueda ser más llevadera.

Previsiblemente, su parto ya será en septiembre, con lo que todo esté más normalizado y los profesionales habituales vuelvan a ser los que generen confianza en las mamás leonas.

Habitaciones

En el apartado de quejas figura la habitación (de la zona de Pediatría): “Las bañeras eran pequeñas, altas para entrar, con dificultades para el inodoro...” y también sugiere que haya habitaciones individuales para “tener más intimidad”, se quejó Andrea Barrachina.

También Esther se sintió incómoda con la habitación. “Pude asearme en la bañera pediátrica” y le sonrió la suerte de estar sola en la habitación, pues no tuvo acompañante en el tiempo que estuvo ingresada en el Hospital Obispo Polanco en la zona de Pediatría.

Sara Miguel estuvo ingresada casi tres días y su experiencia no fue la mejor con la habitación. “Era muy pequeña. Tuvimos que sacar una silla fuera (al llegar otra madre a la habitación) y solo estaba mi cuna”, aseguró.

Otra de las preocupaciones para las nuevas madres ha sido el compartir planta con otros niños (de 3, 4, o 5 años) con patologías y virus que podían contagiarse. “Me daba miedo por algún virus”, dijo Sara Miguel. Opinión que también comparten otras compañeras de embarazo y parto.

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