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Las obras y el corte de San Francisco por el derrumbe lastran los accesos y el tráfico en la ciudad de Teruel Las obras y el corte de San Francisco por el derrumbe lastran los accesos y el tráfico en la ciudad de Teruel
Coches atravesando la ronda de Ambeles, donde se están realizando obras desde hace un tiempo. Antonio García

Las obras y el corte de San Francisco por el derrumbe lastran los accesos y el tráfico en la ciudad de Teruel

El Ayuntamiento anuncia que los trabajos en la cuesta de los Gitanos no se acometerán hasta que se acabe el puente de la Equivocación a finales de este año
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La situación que genera el cierre del puente de la Equivocación y la calle San Francisco ha puesto a prueba a los conductores turolenses. Aunque no se producen grandes aglomeraciones, sí que supone dar más rodeo a la hora de llegar a los sitios en coche, una situación que es temporal pero que lo que parecía que iba a ser solo para unos meses se está alargando en el tiempo.

Paciencia y responsabilidad es lo que han demostrado los conductores turolenses durante estos meses y que tendrán que mantener al menos hasta final de año.

El final del verano y la vuelta del curso incrementan la afluencia del tráfico, sobre todo en horas punta. Hay conductores que llegan a dar un rodeo que supone doce kilómetros más que si estuvieran abiertos tanto el puente de la Equivocación como la calle San Francisco. Juan, del barrio del Pinar, explica que esa es la distancia que recorre ahora según a qué puntos de la ciudad quiere llegar. “Si quiero entrar al Centro tengo que ir hasta la primera rotonda del Polígono a dar la vuelta y luego entrar por la carretera de Zaragoza y por la calle Valparaíso o por el camino de la Estación”, apunta. En el caso de querer llegar hasta el barrio del Ensanche coge la variante de la N-234 y entra a Teruel por la nueva rotonda de Dinópolis o por la rotonda de la carretera de Villaspesa si quiere ir a San Julián, aunque esta calle es muy estrecha y para que se crucen dos vehículos hay que esperar en las zonas más anchas. Lo mismo ocurre con la subida por la cuesta de los Gitanos o por la de Capuchinos para ir al barrio de San León.

El cierre del puente de la Equivocación es también un inconveniente para los trabajadores del Polígono la Paz y Platea. La gerente de Asempaz, Belén Plumed, apunta que se nota más tráfico a la hora de las salidas de los turnos de trabajo, sobre las dos de la tarde y las siete. El acceso prioritario ahora es la carretera de Zaragoza y en esas horas el carril central para acceder a ella se queda a veces pequeño, pero Plumed asegura que no había recibido quejas de forma directa. La gerente de Asempaz insiste en que esta asociación ha reclamado desde hace tiempo al Ayuntamiento un acceso directo al polígono que se pueda hacer caminando o en bici, porque hay trabajadores o clientes que no tienen vehículo y dificulta llegar hasta las empresas. Un acceso que desde el Ayuntamiento reconocen que es complicado por los enlaces viarios que existen a la altura del polígono. Encima de la mesa hay un proyecto, financiado por Europa, que conectará Teruel con los barrios pedáneos por sendas para ciclistas y peatones.

Los vecinos de los barrios pedáneos  del norte del municipio también están experimentando estos inconvenientes a la hora de la llegar a la ciudad, que se traduce en ser previsores y salir unos minutos antes de casa. Según Francisco, del barrio de San Blas, “el acceso a la ciudad no me supone mayor problema que un poco más de tiempo en mi acceso al centro de trabajo en el Ensanche, de alrededor de un minuto y medio más”. “En las horas en las que me muevo el tránsito de vehículos es fluido y no hay retenciones. Sí que las puede haber a determinadas horas por la salida de trabajadores del polígono La Paz y Platea, sobre todo para acceder a la ciudad por la entrada de la prisión, ya que el carril central de acceso se puede llenar de vehículos, pero cuando alguna vez me ha pasado lo que he hecho ha sido seguir por la variante y entrar por el Ensanche”, cuenta.

Para este conductor, una medida municipal acertada ha sido limitar la velocidad en la carretera de Zaragoza entre el paso bajo la vía del tren y la salida a la variante, donde está limitada la velocidad a 30 y a 20 km/h. Antes no estaba así y desde mayo, tras las obras de mejora y asfaltado realizadas, se han puesto reductores de velocidad con bandas rugosas y túmulos. Aquí entra la picaresca, y asegura que como peatón, ha visto que hay muchos conductores y motoristas impacientes que se salen de la carretera y se meten por el arcén para salvar los túmulos al menos de un lado de las ruedas, y van a velocidades por encima de la limitación que hay. Considera no obstante que esta actuación ha sido importante, porque si no con el incremento de tráfico  “sería  imposible” acceder a la carretera o salir desde el camino de Capuchinos, el camino Bajo de San Blas, el camino de la ribera del Alfambra y el que conduce a la Moratilla, porque por ahí los coches iban antes lanzados. “Eso ha permitido que el tráfico sea muy fluido a pesar de que haya que ir despacio por la limitación de velocidad”, opina

Buj pide paciencia

La alcaldesa, Emma Buj, que la semana pasada anunció que las obras del puente de Equivocación se prolongarán hasta final de año por el grado de deterioro en el que se encuentra esta infraestructura, pide paciencia a los conductores y afirma que hasta que no finalicen estos trabajos no comenzará la remodelación de la cuesta de los Gitanos, para no cerrar también este acceso.

“Se han dado dos circunstancias”, indicó: se ha visto que el deterioro interno del puente de la Equivocación es mayor que el que se pensaba cuando comenzaron estos trabajos, que estaban en la planificación del Ayuntamiento, y el cierre de la calle San Francisco por el derrumbe de un edificio, que es un imprevisto que obligó a cortar la calle y que no se podrá abrir hasta que no se realicen los trabajos de desescombro. Buj apuntó que no se puede abrir uno de los dos carriles de la calle San Francisco por motivos de seguridad.

La alcaldesa indica que no se están produciendo atascos pero hay turolenses que tienen que hacer un recorrido más largo en sus trayectos diarios: “Entiendo las molestias” dice y apunta que se va a dar una circunstancia más en esta zona del barrio del Carmen y es que se va a tener que iniciar los trabajos del ascensor para lo que va a ser necesario cortar un tramo de la calle Bajo Los Arcos. “No sabemos cuando pero hay que comenzar las obras del Carmen, los plazos de ejecución son ajustados porque se financia con fondos europeos y lo que haremos es que la calle Valparaíso volverá a ser de dos direcciones para facilitar la fluidez del tráfico”, avanza.

Buj insiste en que hay que tener paciencia porque el arreglo del puente y el nuevo ascensor urbano van a suponer “un salto cualitativo”, para la movilidad en la ciudad y aunque ahora haya que recorrer una mayor distancia “no supone un tiempo excesivo”.

Pedro González, inspector jefe de la Policía Local, destaca la “responsabilidad” que están demostrando los conductores ante esta situación. “Las obras se tienen que hacer y no se están viendo grandes aglomeraciones, la gente está tomando alternativas. Supone una incomodidad pero no suele haber sitios conflictivos. La gente lo entiende y convierten en una rutina esas alternativas” apunta para agregar que en la ronda tampoco se están producciones grandes retenciones, porque “la vía perimetral permite que la ciudad fluya”.

Teruel avanza con carriles bici y peatonalización

Otro punto caliente ahora mismo para la movilidad de la ciudad de Teruel se encuentra en las rondas. Esta previsto que los trabajos concluyan el próximo mes de octubre. Para el final se ha dejado la ejecución de un cruce en la estación de autobuses que garantice la seguridad de los peatones que ahora tienen que salir a la calzada.  La alcaldesa, Emma Buj, recuerda que esta actuación se completará más adelante con la que el Mitma va a llevar a cabo en la avenida Sagunto que incluirá, entre otras medidas, un carril bici al que el Ayuntamiento pretende dar continuidad por las rondas hasta la universidad. Este “es un proyecto sencillo que se hará esta legislatura” y el objetivo, apunta, es “avanzar” en una ciudad donde las bicis eléctricas y los patinetes tengan cabida.

“Hay que dar una oportunidad a la modernidad y a las nuevas tendencias en las ciudades”, señala.

Esta adaptación a la nueva movilidad en las ciudades tiene que ir acompañada por la mejora de la accesibilidad de las aceras “para que todos caminemos mejor”. Para la alcaldesa, estas acciones suponen “un avance cualitativo” como también lo es la peatonalización del centro histórico cuyo proyecto está en licitación.

“Es complicado adaptarnos pero hay que pensar que no estamos haciendo nada nuevo, hay ciudades en toda España, cuyos centros están peatonalizados y Teruel se incorpora a esta tendencia porque es una ciudad del siglo XXI; sumarnos a estas tendencias supone mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos aunque cuesta acostumbrarse, pero son mejores cuando pasa el tiempo y prueba de ello es que no se ha revertido en ningún sitio”, afirma.

En materia de movilidad, quedará pendiente la cuesta de Capuchinos y el acondicionamiento de la carretera de Villaspesa, proyectos que con la situación actual se ha demostrado que son necesarios y en los que el Ayuntamiento está trabajando pero que son “a más largo plazo”, apunta Buj.

Un modelo de éxito en el ámbito de la movilidad han sido los ascensores urbanos. Los que están en funcionamiento, en el paseo del  Óvalo y en el barrio de San Julián, tienen más usos que el autobús urbano. A finales del próximo año o en 2025 entrará en funcionamiento el del barrio del Carmen y el acceso mecánico para conectar el centro sociocultural San Julián con el barrio del Ensanche está en estudio. Se está trabajando en el proyecto para acondicionar las laderas de este barrio  e irá que estar en consonancia con ese acceso mecánico. Unas laderas por las que también se podrá pasear mejorando así la accesibilidad y la movilidad en un entorno verde.