

“Lo que pasó en los Pozos de Caudé no se puede olvidar, hoy hace falta más que nunca el recuerdo”
Los turolenses acuden al memorial para rememorar a las víctimas y la asociación reivindica un plan estatal para acometer las exhumaciones“Lo que pasó en los Pozos de Caudé no se puede olvidar, hoy hace falta más que nunca el recuerdo”, afirmaba este jueves Santiago Sáez, de 81 años, con la mirada fija en el pozo donde yacen cientos de represaliados turolenses asesinados en los primeros meses de la Guerra Civil. Fue una de las muchas personas que como todos los años acudieron el 1 de Mayo al memorial que hay en Platea para recordar a las víctimas del franquismo dentro de los actos que organiza la Asociación Pozos de Caudé, cuyo presidente, Francisco Sánchez, reivindicó un plan estatal para acometer las exhumaciones que siguen pendientes todavía en todo el país.
A los mismos rostros que se pueden ver todos los años, cada vez más curtidos por el paso del tiempo, se sumaron en esta ocasión nuevos familiares de represaliados para seguir completando ese muro del recuerdo con los nombres de las víctimas escritos en azulejos. Lo que se siguió echando en falta fueron personas jóvenes, que se podían contar con los dedos de las manos, aunque unos niños correteando en las inmediaciones del memorial donde yacen las víctimas arrojadas a los Pozos de Caudé hacía albergar la esperanza de que la vida sigue y el recuerdo perdurará.
El manifesto de este año, elaborador por el prestigioso historiador turolense Julián Casanova, incidió en esa cuestión, en la necesidad de que la memoria sea transmitida a los jóvenes para que perdure y no triunfe el olvido frente a los discursos del odio y el revisionismo de la extrema derecha.
“El futuro de la memoria pasa por transmitir esas experiencias de violencia política y de violación de los derechos humanos a nuestros jóvenes, a quienes no forman parte de esa historia. Lo que hay que hacer es documentar y difundir el horror que generó y contribuir a la difusión y el aprendizaje de los derechos humanos. Historia, memoria y verdad”, decía en sus últimas líneas el manifiesto escrito para esta ocasión por Casanova, que leyó Miguel Ángel Soriano, de la Asociación Pozos de Caudé.
El memorial acogió como todos los años un acto de homenaje a los fusilados republicanos que yacen allí, con el que concluyeron las actividades de las XIX Jornadas de Memoria Histórica organizadas por la asociación, en las que se han presentado libros, ofrecido conferencias y difundido documentales.
A lo largo de la mañana se colocaron azulejos en el muro del recuerdo con nombres de personas represaliadas a petición de sus familiares, se volvieron a colocar dos lápidas que habían sido vandalizadas, y se recordó a las víctimas bajo el calor de familiares y simpatizantes con actuaciones musicales a cargo de los Rondadores del Jiloca de Cella, además de recitales poéticos y la lectura de manifiestos. También se hizo el homenaje a las víctimas con ofrendas florales a cargo de distintas asociaciones y familiares, el PSOE y los sindicatos CCOO, UGT y otros.
Este acto se ha convertido en una jornada de convivencia al que acuden personas de diferentes lugares, tanto familiares de quienes yacen allí como gente comprometida que reivindica el reconocimiento de una memoria que ha sido relegada al silencio durante décadas.
El octogenario Santiago Sáez, que acude casi todos los años, manifestó que “la memoria hay que conservarla”, y más en los tiempos que corren. Ante el pozo donde yacen las víctimas de la represión franquista, reconoció que “a pesar del tiempo que ha pasado, causa horror y estremece estar aquí”.
Santiago comentó que asistir a este acto lo necesita porque su familia también padeció la represión, y se mostró sorprendido por la opinión que algunos jóvenes están expresando sobre la dictadura por el desconocimiento que tienen. Lamentó que “se quiera cambiar la historia con lo reciente que está”.
A su lado, Jorge Giménez apoyaba que es necesario recordar lo ocurrido porque es un muro de contención frente a quienes niegan la historia de lo ocurrido y buscan construir otro relato que es falso. “No hay palabras para expresar lo que se siente aquí”, dijo, porque el horror que vivieron quienes padecieron la represión sigue estando presente. “Es fundamental este día y venir aquí”, apuntó.
Idéntico sentimiento expresaron familiares de represaliados en el mural donde se colocan los azulejos con los nombres de las víctimas. Este año se colocaron los de dos víctimas de Villarquemado, Marcelino Guillén Martín, asesinado allí cuando tenía 39 años el 4 de octubre de 1936, y Teresa Izquierdo Gimeno, de 60 años, que fue víctima en esa misma fecha de la ignominia de quienes dieron el golpe de Estado y desencadenaron la represión.
Manuel Paricio Guillén, cuya bisabuela era Teresa y Marcelino su abuelo, aunque por ramas familiares distintas, acudió a los Pozos desde Calatayud, donde reside, junto a otros parientes. Recordó que ninguno de los dos tenía afiliación política ni había hecho nada, y que los victimarios desataron todo su odio contra ellos como con tantas otras víctimas.
Con otros familiares como Encarna Andrés, recordaron que a lo largo de su vida sus antepasados guardaron silencio. “En la familia nunca se habló de esto”, explicaron, sólo cuando se hicieron mayores, con más de 80 años, consiguieron arrancarles algunas cosas de lo que pasó. Restituir su memoria es una manera de reparación para las familias.
Manuel contó cómo a su bisabuela Teresa se la llevaron porque a quien buscaban era a su hija Inés, que se había ido a Épila y a la que pretendía uno de los represores que se desplazaron al pueblo con camiones desde Cella. La mataron por “despecho”, contaron sus descendientes.
En el caso de Marcelino, llevaba el bar de Villarquemado y allí se reunía un cuñado que era republicano con otros amigos para escuchar la radio y conocer qué estaba pasando. Solo por ser el responsable del bar donde se reunían los republicanos se lo llevaron para fusilarlo.
Más implicación juvenil
“Hay que recordar su memoria y tener siempre presente a nuestros antepasados, es algo que no tenemos que olvidar”, afirmó emocionado Manuel, que admitió que los jóvenes deberían implicarse más en el recuerdo “e implicarse para que esto no vuelva a pasar”.
Encarna Andrés comentó que era la primera vez que acudía a este acto en los Pozos de Caudé, y que quería transmitir a sus hijos el recuerdo de sus antepasados para que sepan lo que ocurrió. “Es muy importante conocer lo que sucedió, hacer justicia y que se reconozca a estas personas”, argumentó.
Durante los actos, el presidente de la Asociación Pozos de Caudé, Francisco Sánchez, pidió a los asistentes que se implicasen y reivindicó la necesidad de que el Estado se involucre de forma decidida para impulsar un plan con sus recursos que exhume a las miles de víctimas que siguen en fosas comunes. Argumentó que los recursos y medios de las asociaciones memorialistas son escasos y han sido quienes han estado haciendo este trabajo cuando le compete al Estado.
Sánchez explicó que se estima que en toda España hay más de 100.000 personas que permanecen todavía en esas fosas comunes, y que según los investigadores, al haber fallecido sus descendientes es probable que solo se consiga ubicar a unas 25.000. Urge por ello, dijo, que el Estado ponga en marcha un plan para actuar y exhumar a estas personas cuyos restos todavía se pueden recuperar.
El presidente de la asociación detalló las actuaciones que se habían hecho durante el último año en Teruel, con la recuperación de los restos de varias mujeres de Cella fusiladas en el cementerio de Albarracín, o la exhumación de una persona en Aguaviva.
Para 2025 se quiere seguir excavando en la fosa del cementerio de Albarracín, donde explicó que no solo se pretende exhumar a víctimas de la represión, sino también a los soldados del ejército nacional que hay allí sepultados tras el interés mostrado por algunos familiares. Informó también del proyecto de impulsar una beca para trabajar cuestiones sobre la memoria democrática y atraer a la juventud.
Manifiesto
Frente al discurso revisionista de Vox basado exclusivamente en la propaganda y cuya difusión se potencia a través de las redes sociales, el franquismo destruyó y no modernizó el país sino que lo destruyó, según el manifiesto que se leyó en los Pozos de Caudé y cuyo autor este año fue el prestigioso historiador Julián Casanova. “La ciencia y la cultura fueron destruidas” y puestas al servicio de los intereses del régimen, según el manifiesto, en el que se argumentó que hay pruebas suficientes para afirmar que todo fue a costa de “un horroroso precio de sufrimiento humano y de costes sociales y culturales”.