

Satué se despide con “humildad” de Teruel, una tierra “necesitada” de que apuesten por ella
Reconoció en su homilía las “dificultades” que entrañan los continuos cambios en la diócesisEl obispo de la diócesis de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué, se despidió ayer con “humildad” y pidiendo “perdón” a los turolenses en una eucaristía repleta de fieles en la que aseguró que le había “faltado tiempo para compartir oración, proyectos, risas, preocupaciones y esperanzas”, para comprometerse, desde la Iglesia, “en la realidad social de esta tierra, tan bonita, tan olvidada por muchos y tan necesitada de personas e instituciones que apuesten decididamente por ella”, dijo.
Durante la misa, en una Catedral llena de turolenses que quisieron así mostrar su cariño a Satué, el obispo electo de Málaga les pidió que no se paralicen por el hecho de que los últimos obispos hayan permanecido poco tiempo al frente de la diócesis. “A pesar de las dificultades que esta situación produce, hay motivos sobrados para seguir desarrollando” el “sugerente Plan Pastoral 2023-2028”, afirmó, y les animó a trabajar “con ilusión” en los objetivos del consejo diocesano.
Les alentó a que asuman esta situación “con mayor responsabilidad”, como sucede en las familias cuando falta un progenitor, que los “hijos espolsan excusas, se crecen, se unen y se ponen en marcha”. Precisamente arrancó su sermón con una de las frases que le han transmitido los fieles con respecto a ese continuo cambio en la cabeza de la Iglesia provincial: “Aquí, en Teruel, esporrinamos obispos y luego se van”, y es que Satué es el quinto en lo que va de siglo.

Desde que se conoció la noticia de su traslado a Málaga, el obispo, que ha permanecido cuatro años al frente de la Diócesis de Teruel y Albarracín, aseguró haber recibido “mucho cariño”, una “avalancha de afecto y gratitud”. En las palabras que ofreció a los fieles, algunos ya amigos, pidió perdón por “aquellas ocasiones” en las que no supo “estar la altura de la llamada del espíritu” ni de la generosidad de los fieles. También se disculpó con quienes haya podido herir con sus “palabras o actitudes, silencios o ausencias”, enumeró.
En el balance de su estancia aseguró que le “pesa en la conciencia” haber priorizado, “en demasiadas ocasiones, el trabajo de despacho por encima de la presencia en parroquias, grupos y encuentros”, continuó.
Tuvo palabras de alabanza hacia Dios por lo construido junto a la congregación “en estos cuatro años” y, a su vez, hizo referencia al “tsunami de esperanza evangélica que ha despertado el pontificado de Francisco, junto con los primeros compases de León en la sede de Pedro”.
A la eucaristía asistieron un gran número de sacerdotes de toda la diócesis, además del cardenal de Alfambra Santos Abril, así como representantes de diferentes instituciones locales, provinciales y autonómicas.