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“Subirme a la pasarela me ayudó  a darme cuenta de mi nueva realidad” “Subirme a la pasarela me ayudó  a darme cuenta de mi nueva realidad”
Cristina Sabio (a la derecha), junto a María Hernández y María Luque en uno de los desfiles de CelébraTe

“Subirme a la pasarela me ayudó a darme cuenta de mi nueva realidad”

Cristina Sabio es una de las diagnosticadas de Teruel que colaboró en la pasarela con la AECC
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Cruz Aguilar

Cristina Sabio Feliz de Vargas ya había hecho sus pinitos como modelo en Teruel varias veces, pero su experiencia anterior no tuvo nada que ver con los “sentimientos tan fuertes” que experimentó al subir al escenario para lucir lencería adaptada a su mastectomía junto a sus “compañeras de enfermedad”. La vivencia le “ayudó” a darse cuenta de su “nueva realidad”, que es “tener un cuerpo diferente”. A su vez, constató que nadie está libre de tener una enfermedad, sea cáncer u otra, y que “la vida te puede cambiar en un sólo segundo”, describe.

Ella siempre ha hecho deporte y se ha cuidado mucho, le gusta la moda y había colaborado varias veces en desfiles. Pero ahora sabe que “el cuerpo no importa por su estética, sino por su salud” y ella no ha dudado en colgar imágenes de su cicatriz en las redes sociales, donde ha hablado abiertamente de todo el proceso, desde que le detectaron el cáncer de mama hasta hoy. Se dio cuenta de que la enfermedad condiciona la vida en todos los sentidos y te obliga a “cambiar tu vestimenta para adaptarla tanto al pecho como a la caída del pelo”, relata.

Cristina Sabio plantea que hay mucho tabú con las personas con cáncer, sólo pronunciar el vocablo resulta doloroso tanto para los que lo padecen como para el entorno, pero recalca que “la realidad es que ya está en ti y con no nombrarlo no evitas estar mal o los tratamientos”, dice. Por eso ella siempre le quiso dar visibilidad y lo hizo a través de las redes sociales, a las que acudió por necesidad. Le diagnosticaron el cáncer poco después de enterarse que estaba embarazada: “Yo le dí la vida a Álvaro y él me la salvó a mí”, dice de su pequeño, que ahora tiene cuatro años. Cuando llamaba a sus familiares y amigos más cercanos para decirles que iba a ser madre les daba también la noticia mala: “Estoy embarazada. Tengo cáncer”, fueron las palabras que escucharon sus más cercanos y, la mayoría, no pudo evitar echarse a llorar.

Eso le llevó a tomar la decisión de comunicarlo a través de Instagram y no hacerlo directamente, porque las reacciones no le estaban ayudando. Ese no fue el primer bache en su tratamiento, que ella relata con total naturalidad y sin omisiones. Le hicieron una mastectomía porque no podía recibir radioterapia después de la operación, al estar embarazada, y tampoco le reconstruyeron el pecho, eran más horas de operación y eso ponía en riesgo a su bebé. Pasó los dos siguientes años con una almohadilla para que físicamente no se notara en la calle la diferencia entre su pecho derecho, la “teta buena”, como le llamaba su hijo, y el vacío que había dejado el tumor al otro lado.

La vida sigue

La familia de Cristina ha seguido creciendo con la llegada de Adriana, un “torbellino” de cinco meses que les ha demostrado que, contra todo pronóstico -porque en un principio el tratamiento hormonal era incompatible con quedarse embarazada- “la vida sigue”, explica. Y, en su caso, la vida sigue sin miedo a llamar cáncer a lo que pasó, “sin dejar de hablar del tema”, apunta, y de contarle a las mujeres que ahora están en el tratamiento cómo fue su proceso y responder a todas las preguntas que puedan surgirles.