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Un estudio del CITA concluye que existe un gran mercado potencial para la judía de Muniesa Un estudio del CITA concluye que existe un gran mercado potencial para la judía de Muniesa
En la localidad de Muniesa, en la foto, se cultiva un tipo de judía muy apreciada

Un estudio del CITA concluye que existe un gran mercado potencial para la judía de Muniesa

Esta legumbre es muy apreciada por los consumidores
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Un estudio cualitativo sobre la aceptación del consumidor de la judía de Muniesa llevado a cabo por Azucena Gracia, jefa de la Unidad de Economía Agroalimentaria y de los Recursos Naturales del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), Azucena García, demuestra que hay un evidente interés por recuperar y comercializar esta variedad tradicional turolense, y que existe un mercado potencial.

"Para averiguar la aceptación del consumidor de unas judías blancas tradicionales producidas en una zona determinada se utilizó un método cualitativo, en concreto, grupos focales, porque con pocos recursos económicos permite obtener con suficiente profundidad información valiosa que ayudarán a diseñar las estrategias de comunicación y promoción de la judía de Muniesa y el tipo de paquete a utilizar para venderlas envasadas", ha explicado Azucena Gracia.

Se ha confirmado que los consumidores locales comprarían judías de Muniesa incluso sin mencionar su origen regional porque la perciben, a simple vista, como una judía de tamaño apropiado, color claro y textura fina. Además, visualmente les resulta conocida y familiar lo que favorece su compra.

Sin embargo, si esta judía se promociona como una judía producida en Aragón, la disponibilidad a comprarla aumenta de manera considerable. Cuando se les ofrece información adicional sobre la judía de Muniesa que incluye su lugar de producción y sus características morfológicas, organolépticas y agronómicas, su valoración global aumenta.

Otros aspectos de esta judía también muy valorados fueron su tamaño pequeño, que tenga piel suave y textura mantecosa, que sea un cultivo tradicional y que se produzca de forma sostenible con poca agua. Sin embargo, algunos de los participantes en el estudio indicaron que su tamaño pequeño y su aspecto no gustaba tanto, aunque fueron una minoría.

Una de las conclusiones de este estudio indica que la judía de Muniesa será aceptada por un segmento la población que suelen consumir judías secas en su hogar por sus características intrínsecas (tamaño, color, forma, textura) pero también por su lugar de producción, por ser un cultivo tradicional y por sus características agronómicas, es decir se producen en secano con poco consumo de agua.

Por lo tanto, es de esperar que esta judía de Muniesa tenga un segmento de potenciales consumidores que podría ser mayor si estas judías blancas se promocionan adecuadamente, es decir, se comunican al consumidor sus características extrínsecas más valoradas como la zona de producción, su carácter tradicional, y su producción sostenible en zonas áridas.

Teniendo en cuenta que la mayoría de los consumidores compran las judías secas envasadas, los productores se podrían plantear venderlas en paquetes de 1 un kilo y los envases preferidos son los de tela y en concreto, el de tela con una ventana que permita ver la judía. Estos envases, además de considerarlos más sostenibles, también los perciben como más rústicos lo que asocian con el carácter tradicional de esta judía y con mayor calidad.

El estudio subraya, como reflexión final, que existe un potencial mercado para la judía de Muniesa porque los consumidores parecen dispuestos a comprarla por su color, tamaño y aspecto, pero también por su lugar y forma de producción, es decir, al ser producida en Aragón en una zona rural de secano de manera sostenibles. Estos últimos aspectos tendrían que ser comunicados al consumidor de manera clave en el envase que debería ser de tela con una venta que permita ver el producto.

Este estudio se engloba dentro del proyecto HuertaTE I+D Platea FITE 2017 Valorización de cultivares hortícolas tradicionales de Teruel, cofinanciado por la Unión Europea y el Gobierno de Aragón y cuya investigadora principal es Cristina Mallor de la Unidad de Hortofruticultura y del que también forman parte un equipo multidisciplinar del que forman parte Ana María Sánchez, de la misma unidad y Luis Pérez y Pérez y Azucena Gracia de la Unidad de Economía Agraria y de los Recursos Naturales.