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Un robot ayudará a las personas mayores a levantar cargas pesadas Un robot ayudará a las personas mayores a levantar cargas pesadas
La investigadora de la EUPT Raquel Lacuesta lidera el proyecto de robótica financiado por la Fundación Antonio Gargallo

Un robot ayudará a las personas mayores a levantar cargas pesadas

El grupo AffectiveLab de Teruel inicia colaboración con el de robótica del IA3
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Contar con un autómata en casa que ayude a mover un mueble o a levantarse de la cama puede ser un excelente apoyo para mantener la autonomía en el hogar por más tiempo, si bien es imprescindible que este tipo de tecnología sea amigable para el usuario. En esta línea de trabajo se enmarca el proyecto Robots de compañía para personas mayores: levantamiento de cargas pesadas y transporte personal cuya investigadora principal es la profesora de la Escuela Universitaria Politécnica de Teruel (EUPT) Raquel Lacuesta y que cuenta con el apoyo de la Fundación Universitaria Antonio Gargallo con una de sus ayudas a la investigación de este año 2024.

Lacuesta explicó que esta propuesta surge de la colaboración entre dos grupos de investigación de la Universidad de Zaragoza: AffectiveLab (grupo de investigación de interfaces avanzadas), al que pertenece ella y que tiene sedes en Teruel y La Almunia, y Robótica, Visión por Computador e Inteligencia Artificial (RoPeRT) que pertenece al Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A).

La especialista de la Escuela Politécnica indicó que se trata de un trabajo “multidisciplinar” en el que el grupo del I3A se va a centrar en la parte de robótica para el diseño y control físico del dispositivo; mientras que el equipo turolense desarrollará el proceso de interacción entre la máquina y la persona para que sea el más accesible para el colectivo al que va dirigido donde la brecha digital suele ser mayor, lo que impide en ocasiones beneficiarse de las aportaciones de la tecnología.

“Nuestro objetivo es mejorar la calidad de vida de los mayores o de la gente vulnerable para facilitarle su autonomía en el hogar o apoyarle en entornos más sociales”, destacó Lacuesta.

La investigadora del Campus de Teruel aseguró que unir estos dos ámbitos de trabajo es “muy atractivo” porque podrá mejorar la aceptación tecnológica en el uso de sistemas robóticos en colectivos donde más cuesta.

El dispositivo será capaz de cambiar de lugar un sillón o de tener la precisión y delicadeza suficiente para ayudar a una persona a levantarse o asistirle en sus desplazamientos por una habitación, además, lo hará de forma que pueda comprender las órdenes que le dé el usuario sin necesidad de comandos específicos.

Raquel Lacuesta explicó que si un anciano solo en casa utiliza este sistema para sujetarse o desplazarse es fundamental que el robot sea capaz de reconocer cómo se encuentra el usuario, que detecte si se produce una incomodidad durante esa interacción. Esta propuesta es novedosa porque tiene muy en cuenta el estado emocional de la persona que va a utilizar la tecnología.

“Muchos avances no están adaptados a las personas mayores y no es factible dejarles esa tecnología tal cual porque se frustran mucho, por ejemplo, los asistentes de voz que necesitan comandos concretos les cuesta mucho a los ancianos porque ellos utilizan el lenguaje natural”, comentó la responsable de este proyecto que confió en que contribuya precisamente a adaptarse a estos usuarios y permita que la tecnología sea útil para ellos. Se busca un modelo empático que reconozca la emoción de la persona y si se produce una incomodidad en la interacción con el dispositivo.

Esta ayuda a la investigación de la Fundación Antonio Gargallo va a servir para establecer esta colaboración entre ambos grupos que podría dar más frutos en los próximos años en esta línea que es fundamental para al atención a colectivos vulnerables.

El grupo AffectiveLab está también implicado en un proyecto nacional de investigación sobre experiencias lúdicas con agentes sociales, interactivos y robots: aprendizaje social y comunicación intergeneracional,  que lideran Raquel Lacuesta y Eva Cerezo, y en el que junto a la Universidad de Zaragoza participan otras universidades españolas como la de Granada y la de La Laguna que se va a centrar en temas como la soledad, la discriminación por edad o el aislamiento de los jóvenes. Se trata de una propuesta ambiciosa que tiene un plazo de ejecución de tres años y culminará en 2026.