

Una jornada constata las carencias históricas de Teruel en infraestructuras de comunicación
Los ingenieros recalcan que las carreteras son imprescindibles para el desarrollo territorialUna jornada organizada por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Aragón, así como por el Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Aragón, constató este viernes cómo las carencias históricas de la provincia en infraestructuras de comunicación han condicionado su desarrollo. Los expertos pusieron de manifiesto que el déficit que arrastra la provincia en carreteras y otras infraestructuras es la causa de su situación, al quedar apartada de las comunicaciones rápidas que facilitan el desarrollo.
“La relevancia de las infraestructuras es vital para el desarrollo territorial de una provincia”, dijo el delegado del Colegio de Ingenieros de Caminos en Teruel, José Miguel Galve, durante la presentación de los actos que tuvieron lugar por la tarde en el centro sociocultural de San Julián, en el que varios ponentes hablaron de la evolución de las infraestructuras a lo largo del tiempo e hicieron un recorrido por la historia de Teruel.
Durante su intervención, Galve aseguró que en Teruel ese “déficit” es importante, cuando las infraestructuras son “imprescindibles para el desarrollo”. Antes de intervenir, explicó a este periódico que las jornadas se habían organizado para acercar al público en general esta profesión, además de para ofrecer una reflexión con la participación de expertos de cómo habían evolucionado las infraestructuras en la provincia.
Paula Pastor, delegada del Colegio de Ingenieros de Obras Públicas en Teruel, añadió que esta actividad se había organizado también para celebrar Santo Domingo de la Calzada. Para su desarrollo se contó con las empresas colaboradoras Sorigué, Typsa, Emipesa y Guallar, con la intención de ver cómo se están enfocando en la actualidad las carreteras del siglo XXI.
La mañana estuvo dedicada a una actividad práctica que se desarrolló en la laguna de Rubiales, consistente en una demostración práctica de topografía romana con el fin de “abrir los ojos a lo que hacían nuestros antiguos”, dijo Pastor.
Para llevar a cabo esa actividad se contó con la participación del ingeniero de Caminos e historiador, Isaac Moreno, uno de los mayores expertos que hay en ingeniería romana, que por la mañana hizo las exhibiciones con reconstrucciones de instrumentos topográficos de los romanos, y por la tarde habló en el Auditorio Torre El Salvador sobre el acueducto romano de Albarracín a Cella.
Moreno reconoció que los romanos fueron unos ingenieros únicos cuya tecnología no fue superada hasta el siglo XXI. Indicó que hacían “cosas maravillosas” como es el acueducto de Albarracín a Cella, “que es uno de los mejores ejemplos de este tipo de obras de ingeniería, con un alarde importante, que tiene un túnel de casi 5 kilómetros”.
El experto destacó además que en su día supuso “un trasvase entre cuencas”, la del Turia y la del Jiloca, algo que lo convierte en un “hito singular”.
Moreno resaltó que este acueducto tiene una galería “ininterrumpida de 25 kilómetros, lo que pasa es que está desprendida la roca en muchos sitios y ahora está al aire, pero en origen era toda una galería continua”.
El ingeniero comentó que los romanos pudieron desarrollar toda esta ingeniería porque en realidad ya la hacían otras civilizaciones antes, como los persas en el 550 antes de Cristo, que realizaron un canal de 60 kilómetros. “Es una galería también, desde unas captaciones subterráneas de las montañas hasta Persépolis; la tecnología existía, lo hacían los babilonios, lo hicieron los egipcios, y lo hicieron después el helenismo, que fueron los que vencieron a los persas, Alejandro Magno, que son los griegos a fin de cuentas”.
Lo que hicieron los romanos “fue copiar todo esto y llevarlo a todo el Mediterráneo, porque la técnica la tenían, los conocimientos también y fueron los grandes propulsores del big bang de la obra pública”, manifestó.
El ingeniero e historiador de las carreteras Carlos Casas intervino también para hablar del origen y el desarrollo de las mismas en España y en el caso concreto de Teruel. Comentó que tras las calzadas romanas hubo “años de abandono absoluto hasta que en el siglo XVIII, ya con los ilustrados, la Corona se plantea que tiene que construir carreteras porque si no, no progresa el país”.
A partir de ahí, Madrid se tomó como el centro de todas las carreteras radiales. Indicó que en la provincia de Teruel se desarrollaron entre 1850 y 1900, “es decir, cien años después” que en el resto del país. Comentó que todas estas carreteras, “aparte de que se hicieron siempre muy tardíamente, no les llegó ninguno de estos rayos de sol que salían de Madrid”.

Exclusión
No se tuvo en cuenta a la provincia porque se planificaron seis carreteras radiales dirigidas hacia puntos concretos que no contemplaron Teruel. Además, argumentó que una de las “desgracias” que ha tenido la provincia es que sus dos principales corredores, que son los que van de Zaragoza a Vinaroz y de Zaragoza a Valencia, “son transversales, y eso, en la mente de los ilustrados, era una carretera secundaria”.
Casas incidió que el “problema fundamental que ha tenido siempre la provincia han sido los retrasos” en la construcción de las carreteras, que es una prueba de la situación actual y que se ha ido heredando con el paso del tiempo. Argumentó que los territorios se han desarrollado “siempre cuando han tenido unos buenos ejes de comunicación”.
Sobre esa cuestión abundó el también ingeniero de Caminos, José Luis Iranzo, que habló de forma irónica de la transformación de la red durante los “felices 90”, años en los que tendría que haberse hecho la N-330, que sigue sin hacerse con la excusa de la A-40. La culpa la achacó a la Administración, “al no darse cuenta de que no es lo mismo una autovía que una carretera”.