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Bochorno Bochorno
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Raquel Fuertes

Me he cruzado con un hombre con la camiseta plagada de lamparones de sudor. Eran las cinco de la tarde y llevaba dos ventiladores. Uno por mano. Ese sobrepeso, sumado al suyo propio, a la humedad relativa y a los cerca de 40 grados se convierten en una explicación más que suficiente para semejante esplendor sudoroso.

El bochorno está siendo la clave que marca este mes de julio. Las olas de calor (no se confundan: es siempre la misma) agudizan los efectos habituales en los que cogemos las vacaciones de agosto en adelante: llegamos a julio con la energía para pasar el día sin grandes excesos físicos ni intelectuales. Las horas de trabajo parecen siglos y los desplazamientos al supermercado, medias maratones.

No es de extrañar que este panorama despierte todas las patologías con las que vamos toreando todo el año o que conviertan cualquier malestar en algo grande e insalvable. O eso quiero creer porque sino no se explica la cadena de dimisiones por motivos de salud en el entorno de Sánchez. Esperando estoy posibles congtinuaciones.

Cierto es que la política nunca ha resultado saludable y que tras una legislatura no hay político que se precie que no parezca que haya atravesado una década (de los que curran, hay otros de los que desconocemos qué aspecto tienen antes y después), pero esta concurrencia preveraniega de dimisiones (¿por qué no bajas o alguna solución temporal?) por motivos de salud hace pensar que el bochorno, o ciertas presiones, han podido más que el prurito profesional. Por supuesto, entiendo que Lastra deje de trabajar ante un embarazo de riesgo y que Delgado esté hasta arriba hasta el punto de ver peligrar su salud (el síndrome del trabajador quemado no distingue jerarquías). Pero la concurrencia de ambas y en este momento ha sido demasiado para unas redes y unas tertulias que tienen que buscar de qué alimentarse mientras otros solo pensamos en pasar al siguiente estado (vacaciones con olas, pero no de calor) y sobrevivir al presente.

Para redondear, si ánimo de ser agorera, dicen que lo de las olas será lo normal hasta 2060. De ahí en adelante, todos calvos. Si quiere dimitir, cuanto antes, mejor.