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Cada vez menos Cada vez menos

Cada vez menos

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Raquel Fuertes
Cada vez ponen menos cacahuetes en la mezcla de frutos secos. Ya sé que podría evitar esa frustración comprando paquetes de sólo cacahuetes, pero comprendan que se pierde el encanto de escarbar, seleccionar, elegir… Además, no falto a la verdad si les digo que hasta tengo un amigo al que le gustan los garbanzos fritos (hay gente para todo…).

Que me desvío del tema. ¿A qué viene esto? Pues a que a veces innovar no obtiene los resultados deseados: agradar más, vender más, evolucionar… A veces el cambio es porque sí. Otras tiene una razón económica: volviendo a la mezcla, supongo que los cacahuetes serán lo más caro del cóctel y que así buscan una mayor rentabilidad por bolsa, sin pararse a medir cuántos paquetes menos venderán, aunque el margen de cada uno sea mayor.

Me pierdo de nuevo.

Y como pasa en esto pasa en tantas cosas de nuestro entorno que a veces ni nos damos cuenta. Si bien, como dice mi padre, la mejor marca para un coche es “Nuevo”, no todo a lo que ponemos ese calificativo tiene que ser necesariamente mejor.

Desde luego, nos atrae la novedad, lo distinto, lo que provoca sorpresa… pero es muy frustrante descubrir que lo único que había nuevo en la leche corporal era el envase o que lo único que cambia en el jamón es que el tipo del anuncio es realmente triste y soso. La loción y el jamón son los mismos.

Con otras cosas pasa aún peor. Leo y releo sobre el árbol de la plaza del Torico y adivino la estupefacción de los paseantes al ver el engendro con el que han pretendido renovar las tradiciones navideñas y de paso hacer un guiño a la carrera espacial turolense. ¿En serio?

Y, aún peor, los experimentos con la educación han llevado a que nuestros jóvenes sean cada vez menos competitivos en las competencias básicas para despuntar en el futuro hostil que sin duda se aproxima.
Innovar es necesario. Imprescindible para crecer y evolucionar. Pero hay que hacerlo bien, huyendo de las ideas brillantes carentes de fundamento o de la búsqueda de ahorro sin calibrar las consecuencias. En lo intrascendente y, mucho más, en lo fundamental.