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Crispación Crispación

Crispación

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Raquel Fuertes

Me pasa pocas veces. Había dormido bien (algo realmente extraño, más en verano) y me dirigía bien temprano al trabajo con ligereza, buen ánimo y, aún más raro, sin dolores articulares, musculares o neurológicos. Una maravilla, oiga.

Por supuesto, el día se fue torciendo, pasando de 100 en buen humor a 0,0 en cuestión de horas. Una castaña, pero algo nada inhabitual. Solo hace falta tener un buen día para que alguien te lo estropee. Además, a mala leche.

Como siempre, intentamos encontrar en nuestro entorno el consuelo por similitud y vaya si lo he encontrado. Cuánta crispación, cuánta inquina, cuánto mal rollo y cuánta mala persona. Se nos está yendo de las manos aquello de tratar al otro con un mínimo de respeto. Sin ir más lejos, estoy hasta las narices de ver cómo “negocian” nuestros políticos: unos ni se presentan, otros van para pasar la tarde, otros a ver qué pueden sacar del río revuelto y el que recibe, en el fondo, solo espera no tener que acordar nada con ninguno de la panda. Tanto quejarnos del bipartidismo y ahora resulta que no estamos preparados para hacer gobiernos que cubran un amplio espectro social (que, curiosamente, se traduce en la mayoría de los votantes, qué cosa esto de la democracia) sino algo monocolor que no admita mucha discusión. Y, claro, como ninguno consigue lo que quiere, ahí están todos a la greña, con malas caras y haciendo cuentas para las ¿inevitables? próximas elecciones. Por no meternos en lo que está pasando en algunas comunidades españolas. No es de extrañar que entre tanta crispación nos encontremos con escenas tan poco festivas y reivindicativas del amor de todo color como las que se dieron en el desfile del Orgullo en Madrid. Tenga razón quien la tenga, la libertad quedó en segundo plano y solo nos queda repulsa y un sabor amargo de algo que debería ser solo luz.

En fin, que a falta de escuchar a los ciudadanos (sí, esos seres extraños que votan y preferirían un acuerdo PSOE-C’s, según el propio CIS) solo nos queda ver si es suficiente con alguna abstención o si en noviembre nos volvemos a ver en el colegio electoral. 

Eso sí, mi crispación ahí ya solo será equiparable a la de ayer. Ese día que empezó tan ricamente.