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Cuestión de talla Cuestión de talla

Cuestión de talla

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Raquel Fuertes

Antes era bastante sencillo. Sabías la talla y la única pregunta era: ¿con o sin aro? Podías ir a unos grandes almacenes, a la mercería (qué gran ayuda es siempre un experto) o al montón del mercadillo. Liso o con encaje. Blanco, negro o color carne (lo del nude es invento moderno). Y así solventábamos el tema de comprar un sujetador.

Hoy todo se ha complicado. Junto con el número hay letras (el estándar creo que va de la A a la F) que resulta que son lo importante para que acople bien. Y hay que optar por diferentes cortes (en oposición al clásico cruzado mágico), con o sin relleno, push up o no y toda la gama de colores posibles en textil. Pura fantasía.

Así las cosas, no es tan fácil responder a la pregunta que se hacía Irene Montero, ministra de Igualdad, hace unos días: “¿Cuánta talla de pecho tenemos que tener para ser hombre o mujer?”. Soy tan ignorante, la verdad, que hasta ahora me he planteado que hay talla de pecho para hombres. Bien pensado, la ministra no habla de sujetador. ¿Se referirá, pues, solo al perímetro (número) y la diferencia de sexo la dará la copa (letras)? O sea, ¿los hombres solo tienen número y las mujeres número y letra?

No sé. Estoy hecha un lío. Pero veo que no soy la única. Porque la ministra se planteaba más disyuntivas en su entrevista en Infolibre: “¿Existen los hombres y las mujeres? ¿Qué es ser hombre y mujer?”. También hablaba de hormonas y del binomio sexo-género, cuestionamiento este último que creo que es el que hizo saltar a las feministas. ¿Cómo una ministra de Igualdad puede plantearse dudas sobre esa diferenciación? La defensa de la igualdad no radica en el sexo (características biológicas) sino en el género (aspectos psico-socioculturales asignados por el medio social, según he podido dilucidar). Pero se ha hecho un lío con el proyecto de ley trans y ahora no hay quién entienda qué soy, qué puedo llegar a ser y sus repercusiones legales (y humanas). Vamos, que el trabalenguas tiene sus consecuencias. Y muchas, y muy serias, para los colectivos que este ministerio pretende empoderar y a los que, por ahora, amarga o decepciona.

Y es que, al final, todo va a ser cuestión de talla: la necesaria para ser ministra.