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Culpas y disculpas Culpas y disculpas

Culpas y disculpas

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Raquel Fuertes

No sé desde cuándo tengo que empezar a pedir perdón. A mis padres, por ejemplo. ¿Por las noches sin dormir desde aquel parto en plena Feria del Jamón? ¿O solo desde que, ya con uso de razón, empecé a hacer lo que cualquier adolescente tiende a hacer por naturaleza?

No lo sé. Sé que empecé a preocuparles (quiero pensar que también a darles alegrías) desde que nací, pero también sé que no debo sentirme culpable por haber nacido, ¿no?

Perdón, que ya estoy cerca de Úbeda y quería acabar en México. No entiendo nada. ¿Qué pretende el presidente de México? Sabemos que los conquistadores (españoles, británicos, franceses…) no fueron en misión humanitaria a las colonias o a las extensiones de sus imperios.

Iban a lo que iban y, no lo olvidemos, con una moral y un marco jurídico de hace cinco siglos. El concepto de derechos humanos estaba muy lejos del actual, aunque los españoles sí tenían prevista la protección de los naturales de las zonas conquistadas en su derecho indiano.

Por supuesto, se hicieron barbaridades. Pero también hay que pensar que la intención era más evangelizadora que exterminadora (lo que no se puede decir de todos los conquistadores) y que pretendía más fieles, no más muertos.

¿Hubo abusos y muertes?, por supuesto. Pero, ¿empezamos a contar desde de 1492? ¿O desde cuándo? ¿Tenemos que sentir la culpa de nuestros antepasados? ¿Hemos de pedir disculpas por ello?

Si nos retrotraemos un poco más atrás, dos o tres siglos, podríamos revisar los actos de los aztecas en lo que hoy es México. Las acciones de genocidio y exterminio fueron implacables y acabaron con los antiguos pobladores. ¿Sus descendientes tienen que pedir perdón o quizás no tengan a quién porque mataron a sus antecesores y no hay, por tanto, descendientes?

Es complejo. No hay duda. Pero este problema diplomático tiene que encontrar una respuesta unívoca y consensuada que sirva para todo nuestro pasado imperial. Y tenemos que pensar con objetividad y, una vez más, huir de populismos. Porque ya hay voces que desde aquí se suman a la necesidad de pedir perdón y poco faltará para los que del otro lado proclamen de nuevo el imperio español.

Hay que ser conscientes de nuestras culpas. Pero también saber cuándo hay que pedir disculpas. Y cuándo no.