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Dejar hablar Dejar hablar
EFE/ Juanjo Martín

Dejar hablar

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Raquel Fuertes

No voy a posicionarme. A un lado seré tachada de “estómago agradecido”. Al otro, de “facha”. Y como disto mucho de ser cualquiera de ambas cosas no voy a decir quién me pareció menos malo en el infame combate.

Con tanto por delante, tanto por hacer, tanto por proponer, el único cara a cara de los dos presidenciables se transformó en un “y tú más” en el que prevalecieron las mentiras (o las inexactitudes) de un par de candidatos que o no se habían preparado bien la prueba o se la habían preparado tanto que querían demostrar que iban con todo el temario visto. Tal vez eso justifique el nerviosismo de querer hablar todo el rato, de no escuchar ni por un momento y, por supuesto, de no dejar hablar.

Los únicos que dejaron hablar (demasiado, para mi gusto) fueron los moderadores. En el día después he leído críticas hacia ellos en todos los sentidos. Desde el facherío militante que algunos le asignan a Vallés hasta la desconsideración y el insulto a Abascal (cuya sombra se cernía sobre la mesa de Sánchez y Feijóo) que otros atribuyen a Pastor.

Yo solo vi dos moderadores preocupados por que el cronometro no se desequilibrara, pero que no se preocuparon de corregir las cifras e inexactitudes con las que uno y otro golpeaban al contrario. O de parar la bronca.

¿Hubo alguno noqueado? Vi a Sánchez más acorralado. Como el joven que no sabe cómo responder a las pullas de un padre sarcástico que, desde el otro lado de la mesa, va viendo con media sonrisa de triunfo cómo el otro se va metiendo solo en un jardín del que le costará salir.

Bronco, maleducado, huero… Un debate que no va a ninguna parte y que solo ha servido para demostrar que los partidos mayoritarios o no tienen programa o no saben explicarlo. Les gusta más ofender al otro o caer en el terreno de la humillación y el reproche que en el difícil camino de las propuestas constructivas y realizables.

Y todo eso durante 100 minutos y sin dejar hablar. Los únicos que hemos ganado hemos sido los españoles: en paciencia. A ver si en el interín nos mandan un enlace a su programa electoral o, en su defecto, al reportaje de la boda de Tamara. A estas alturas, nos da más juego.