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¿Es lícito? ¿Es lícito?

¿Es lícito?

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Raquel Fuertes

(Contiene spoilers). Creo que fue San Agustín el que planteó la pregunta "¿Es lícito matar al tirano?". 

Sinceramente, he comprobado que la capacidad de manipular nuestros más bajos instintos es infinita cuando la manejan maestros. Ya pertenezco a la horda de la humanidad que ha visto Juego de tronos (en muchos aspectos, ni fu ni fa, la verdad) y tengo que reconocer que estaba deseando que Jon Nieve (ahora viene el spoiler, no seguir si no se ha visto la serie íntegra) apuñalara a Daenerys una vez que el poder la había convertido en una mezcla pavorosa de Hitler y Stalin. Cuando llegó el momento, me alegré: la única forma de librar a los Siete Reinos de semejante espécimen mesiánico y genocida parecía darle boleto (amorosamente, eso sí).

Los guionistas y el director me convirtieron en una magnicida en potencia. Claro, ahora viene la trasposición al mundo real y aquí ya interviene algo que creo que no nos debe abandonar jamás: con o sin religión, los principios morales deben guiarnos siempre y matar nunca es opción. Por muy Bin Laden, Gadafi o Sadam que uno sea, hay otros castigos y nunca deberíamos entrar en el "ojo por ojo". Descartada ya la legitimidad del extremo de matar (al tirano, al asesino o al instigador), por propia moral, ahora pienso en qué pasaría si me tuviese que poner en la piel de un juez para juzgar algo tan manipulado (por todos, aunque creo que por una parte mucho más) como el procés y ser justo e imparcial.

Que no es lo mismo las conversaciones de café ("A este lo entrullaba yo hasta que las ranas criaran pelos" frente al "Están doblegando nuestros derechos y libertades. ¡A las barricadas!") que tener que juzgar algo tan complejo sabiendo que a nadie le va a satisfacer el resultado porque unos estarían "matando" al procés mientras los otros ven al tirano en el otro lado. 

Soy ingenua y quiero creer que la sentencia es lo que tiene que ser: se ajusta a derecho y es proporcional a los delitos cometidos. Pero no me gustaría estar en la piel de esos jueces que, sin duda, esta semana están siendo juzgados en la plaza pública. Muchos empezarían el linchamiento por ellos y para encontrar al tirano hay que mirar hacia otra parte.