

Sí, esta semana ha muerto Robert Redford. Y con él un actor como pocos que deja un vacío irreemplazable en el firmamento de lo que fue el cine y que hoy es cada vez menos rutilante y más ramplón. DEP.
Pero no iba por ahí. Alguna vez en estos más de tres lustros de columnas me han acusado de mojarme poco (también es cierto que ambos extremos me han llamado facha y roja, así que tal vez el problema sea la devaluada equidistancia) y no es que me moje poco, sino que el lugar político al que creo que me siento más próxima no existe: el centro.
Leía el otro día “el centro está muerto”. ¿Acaso alguna vez estuvo vivo? Desde aquella UCD que respondía más a los miedos de votantes inexpertos tras cuarenta años de ostracismo democrático que a auténticos creyentes en valores centristas hasta el fracaso más reciente de experimentos como UPyD o Ciudadanos, pasando por aquel CDS que hoy hasta nos despierta una sonrisa por la ingenuidad de un partido que nació sin vida. Ninguna de esas opciones ha tenido un triunfo duradero y serio.
Cuando han tenido que funcionar como partido bisagra (algo normal en esa posición) se han llevado golpes de los que eran simultáneamente sus socios en otros territorios y el calificativo de “chaqueteros” les acompañaba donde quiera que fuesen.
No somos pocos los que hoy miramos con rencor a Rivera por no haber pactado con Sánchez tras aquellas elecciones que les daban mayoría suficiente para evitar el desastre de legislaturas que estamos viviendo gracias al chantaje de socios que nunca debieron serlo. Extraños compañeros de escaño que seis años después aún se torpedean y chantajean internamente…
Pues sí. El centro está muerto en España. Aunque habría que preguntarse si alguna vez tuvo una opción real en un país en el que a la mínima nos vamos al frentismo, a la disputa, al extremo… Y afirmando con desfachatez que somos amantes del diálogo… pero los otros (o sea, los malos), no. Aquí nadie admite su culpa…
Moderación, sentido común, urbanidad, amor por la justicia, el bien común y la igualdad real. ¿Tan difícil es?