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Fragilidad aparente Fragilidad aparente

Fragilidad aparente

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Raquel Fuertes

Hoy ha sido uno de esos días largos. Muy largos. No por ello necesariamente malo. Solo agotador. Un día de esos en los que hablas con mucha gente e, incluso, demasiado. Acabas diciendo una estupidez de más o un comentario tan poco brillante que pierdes cualquier atisbo de inteligencia que tu interlocutor te pudiera presuponer. Riesgos del agotamiento por verborrea.

Pero hoy, al hacer un rápido repaso mental del día, he visto que ha habido al menos tres conversaciones que se han salido de la temática habitual de una jornada profesional. Tres mujeres bordeando la cuarentena entre sus dos orillas: la de la constatación del adiós a la juventud y la de asunción de la llegada de la madurez. Como decía, tres mujeres, que dudo siquiera que se conozcan y a una de las cuales he conocido hoy mismo, que en el segundo minuto de nuestra conversación me estaban confesando (ese era el tono) que no podían más y que se estaban planteando emprender una nueva vida.

Me ha sorprendido, sobre todo, la que no conocía. Me ha descrito su situación a bocajarro buscando quizás unas palabras de aliento o, quizás, el empujón de una extraña para dar el último paso hacia un nuevo destino que, aunque ella no lo sabe, ya tiene decidido. Porque cuando surgen los mares de dudas, al final siempre dejan una resaca que no permite volver nunca exactamente al mismo punto en el que estabas antes de las dudas.

Sí, he visto fragilidad en las tres. Pero era pura apariencia: solo el miedo a dar el salto a esa vida nueva que saben que necesitan para volver a encontrar sentido a este viaje. Saben que las dudas estarán ahí siempre: rompan con todo o decidan permanecer en su zona de confort, ya nada será como hasta ahora porque el viaje que sí han emprendido es hacia el interior de una nueva versión de sí mismas. Una versión que sí, aparenta frágil, pero que en realidad solo es un diálogo entre lo que han sido y lo que van a ser. Porque a veces la evolución no es lineal y plácida sino que es una metamorfosis súbita después de la que acabamos conociendo a otra versión de nuestro yo.