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Invierno Invierno
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Raquel Fuertes

A pesar del calentamiento global (no soy negacionista del cambio climático), el invierno se viene fresco. Bueno, frío.

Seguimos sin gobierno. Y parece que así seguiremos hasta que determinadas minorías (con poco atisbo de interés por el futuro de este país como entidad) tengan a bien poner sobre la mesa todos los términos de lo que, en vez de negociación, va pareciéndose cada vez a un chantaje que me hace desear (¿de verdad voy a poner esto?) unas terceras elecciones. Se siente mucho frío en lo que se adivina que están siendo estas conversaciones previas y, sinceramente, no me gustaría estar en el pellejo de Felipe VI.

Un viento helador se suma a los malos augurios que salen de las próximas proyecciones económicas y, desde el otro lado, las profecías (a veces lo parecen) sobre el futuro del planeta no pintan mucho mejor. Desde luego, hay que tener en cuenta el sesgo: los de la economía nunca nos dicen toda la verdad (siempre la realidad será peor, pero no lo dicen para no enfriar los mercados) y los del cambio climático intentan asustarnos quizás más de la cuenta para ver si de una vez nos decidimos a hacer algo (aunque esto lo digo para consolarme y quizás ya llegamos tarde, en cualquier caso).

Y, en medio de tanta helor, la escarcha de un gobierno yermo que se arrepiente del tactismo de haber ido a nuevas elecciones. Y no solo es problema del PSOE. No. Ciudadanos (o Rivera) metió la pata hasta el fondo por mantener su palabra (qué chocante: el final uno acaba muriendo por esto en política). O el PP, que no supo encauzar la fórmula del pacto de Estado por el que muchos suspiramos. Por no hablar de aquellas exigencias de Podemos que hoy rebajan sin ser ya suficientes. Y, mientras, Vox viendo como unos y otros siguen haciéndoles campaña con sus desatinos.

En fin, las otras 16 fuerzas políticas (entre las que, al fin, existimos) están viendo su oportunidad para entrar en la partida. Y mientras algunos van de frente y a negociar (que es a lo que vamos), los que tienen la sartén por el mango van a por lo suyo (que parece que no es lo nuestro).

Así que sí: en este panorama endiablado casi que lo mejor sería volver a las urnas y ver qué pasa. Por ahora, se acerca el invierno.