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Para toda la vida Para toda la vida

Para toda la vida

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Raquel Fuertes

En un mundo en el que todo transcurre entre lo inmediato y lo efímero expresiones del tipo “para toda la vida” se asimilan a condena.

Una expresión que antes se usaba para expresar el deseo, el anhelo de compartirlo todo hasta el final en el reino de Tinder y similares se circunscribe a un mucho más próximo “para toda esta vida”. O sea, para este minuto, para esta necesidad. 

No voy a decir que lo de antes era mejor y esto peor. Solo constato que el mundo de las relaciones ha cambiado y que las ataduras hoy no se ven como un compromiso libremente contraído sino como un yugo innecesario. Y, si no, ahí tienen las estadísticas.

Pero hoy no toca hablar de amor ni de desamor. Algo tan esencial e inspirador queda reducido a algo banal cuando hablamos de guerra y muerte. 

Siria es un país que no está tan lejos. Sé que todo empezó por una sequía. Que luego llegó el hambre. Luego la guerra. Y ya.

Porque no estamos para enterarnos de guerras de otros mundos y miramos para otro lado cuando aquí nos entretienen con Venezuela (¿otra vez?, ¿en serio?) y con algo que nos toca a todos (todos comemos) como es la crisis del campo. 

Entre tanta crispación patria y diplomática solo nos acordamos de las guerras de allá cuando un niño aparece muerto en la orilla o cuando se hace viral un vídeo de una niña a la que su padre le ha hecho creer que las bombas son un juego de mayores y ella ríe en cada explosión.

A la gente (a mí, no) le gusta ver vídeos de gente que tropieza o de niños que se ríen y esa tontería nos ha llevado a volver a mirar a los ojos a una realidad cruel que, repito, no está tan lejos ni es tan excepcional: ahí mismo hay una guerra con la que conviven día a día seres que han llegado a instalar su rutina entre la destrucción, el odio y la muerte. Y hay más.

Y, sí, hay niños. Niños que no conocen otra forma de vivir y que, según oía ayer y no me lo quito de la cabeza, pase lo que pase después, tendrán secuelas para toda la vida. Aunque este sea el mundo de lo inmediato y lo efímero, el dolor y la muerte son eternos.