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EFE/Juan Carlos Hidalgo

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Raquel Fuertes

Hay rupturas que se ven venir y otras que resultan sorprendentes. Cayetana y Pablo nunca me han cuadrado. Por mucho que compartan un ideario conservador (en diferentes claves), una actitud de cabreo constante y una estética (esto va sin acritud, pero es la palabra más clara y definitoria) pija, hay mucho más que les separa.

Circulan varias versiones. Desde la inicial en la que él la convocó para destituirla hasta la de ahora en la que una reunión de inicio de curso se tensó tanto que solo cabía la ruptura. Esta segunda me parece la más factible porque en pleno agosto es difícil tener previsto el relevo de un cargo de ese calado (pura logística). Además, desde el punto de vista comunicativo, esperas un momento en el que puedes sacarle rédito en telediarios y titulares. Que la cosa ha tenido (y tendrá) recorrido mediático, pero más en la línea de Sálvame que en la de darle una vuelta al PP (que falta le hace).

Ideología aparte, Cayetana me parece una mujer valiente, clara y directa (cualidades muy loables), pero demasiado histriónica y visceral, con un afán de protagonismo que la alejaba del papel asignado. El portavoz lleva la voz de su institución al público, comenta cuál es la posición oficial en cada asunto de actualidad o transmite las novedades o proyectos de la misma que ha de conocer la sociedad. Aunque no tiene por qué ser una persona insulsa ni carente de personalidad, su ideario (público) se ha de identificar con el oficial de la institución a la que representa y las posibles fisuras con el mismo han de ser inexistentes,  o públicamente imperceptibles. O sea, el portavoz es la voz de su amo (no confundir con sumisión, es una definición meramente profesional) y la imagen de su institución. Ese es su papel y su importancia es crucial, más en tiempos de crisis.

Un PP en plena penitencia tras la trama de corrupción no ha sabido poner a las personas en los puestos adecuados. Cayetana portavoz era resultona y daba titulares, pero no en la línea que su partido sino en la suya. Más protagonista que narradora. Demasiados puntos de divergencia, estilos muy diferentes y objetivos distintos. A ver cómo mueve ficha el partido a partir de ahora y a ver qué es de Cayetana. Seguirá dando juego, aunque no sé en qué equipo.