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Cuando algo se rompe ahí dentro Cuando algo se rompe ahí dentro

Cuando algo se rompe ahí dentro

Miguel Rivera

Hace unas semanas tuve el honor de ser invitado por el Comité Olímpico Español a participar en unas Jornadas Sobre Medicina y Deporte de Alto Nivel, enfocadas al personal que cuida de la salud de nuestros deportistas (médicos, fisioterapeutas, readaptadores, psicólogos, etc).

Las Jornadas estuvieron magníficamente organizadas por el COE, y escuchar a algunos de los mejores médicos deportivos del país, auténticas eminencias, fue un auténtico placer, además de un aprendizaje muy enriquecedor.

La mesa redonda a la que me invitaron a participar versaba sobre la salud mental de los deportistas y en ella se pretendía abordar el tema desde el punto de vista de los distintos estamentos que conformamos el deporte: deportista, entrenador, psicólogo, médico deportivo y árbitro.

Durante la misma, el doctor Pablo del Río, una referencia en la psicología deportiva en nuestro país, marcaba como punto de inflexión en la historia de su disciplina el 28 de julio de 2021.

Ese día, Simone Biles, una de las estrellas más rutilantes de los Juegos Olímpicos de Tokio tras sus cuatro oros en los Juegos de Río 2016, anunciaba que no participaría en la final por equipos de gimnasia por un problema de ansiedad.

Poco después renunciaría también a la disputa de las finales individuales. Una situación tan llamativa que hizo girar todos los focos de la atención mediática hacia la salud mental de los deportistas. Nunca antes se había hablado tanto de la misma.

Unas semanas después, leí una noticia que me hizo volver a aquel día. Hablaba de la presentación de un documental sobre Ronaldo Nazario, el delantero brasileño de Real Madrid y FC Barcelona, entre otros. En la misma, El Fenómeno hablaba del episodio que vivió antes de jugar la final de la Copa del Mundo de 1998, que su selección perdió ante Francia y en la que él rindió muy por debajo de las expectativas. Unas horas antes de la disputa del partido, durante la siesta previa en el hotel, sintió convulsiones y se despertó rodeado de médicos. Nunca se contó lo qué le pasó en aquella habitación y todo lo que rodeó a aquel episodio estuvo envuelto por la incertidumbre durante años.

Ronaldo contaba en esa entrevista que lo que sufrió fue un ataque de ansiedad. Algo que, por aquel entonces era tabú, algo de lo que los deportistas apenas hablaban y que apenas se conocía. Y lo que se conocía, muchas veces se ocultaba. “Éramos gladiadores”, titulaba la entrevista el diario El País, de boca del propio exjugador.

Me parece fundamental que, poco a poco, se vaya hablando de este tema. Los periódicos están llenos de noticias sobre lesiones musculares, roturas de ligamentos, operaciones salvadoras para las carreras de los deportistas, pero apenas se habla del momento en el que algo se rompe dentro de la cabeza del deportista.

Nos preguntamos por qué, cuál es el motivo para que un deportista no rinda o tome según qué decisiones si aparentemente no está lesionado. Y es que la CPU también se avería, en muchas más ocasiones de las que somos conscientes.

Por suerte, paulatinamente, los deportistas y entrenadores van dándole mayor importancia a la psicología deportiva y, sobre todo, da menos miedo hablar de la salud mental.

Es un paso determinante a la hora de cuidar de la salud de los deportistas, que, no lo olviden, son personas como usted o como yo, expuestas en muchos casos a una presión mediática para la que, quizá demasiadas veces, no están preparados.