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¡Empezamos bien! En el articulo del año pasado hablaba de lo fácil que era prometer y no cumplir con lo prometido y me ponía de ejemplo a mí misma que había dejado de fumar. Ha pasado un año exacto y ¡estoy en las mismas!

Sí, en mayo de 2023 dejé de fumar y en agosto volví. Esta semana el cuerpo me pide muy fuerte dejarlo y valoro la opción de tomar esas pastillas qué tan bien están funcionando a algunas personas de mi entorno.

Lo cierto es que a día de hoy no me he prometido nada a mí misma.

Dice la RAE que Prometer es “obligarse a hacer algo” y hace tiempo que intento no tener obligaciones.

Por favor, no me malinterprete, eso no quiere decir que no cumpla con mis responsabilidades, he eliminado de mi vocabulario la palabra “obligación” y la he cambiado por elección. Yo elijo.

Me viene a a cabeza las “obligaciones fiscales” y me entra la risa floja, ahora que estamos en plena campaña de la renta, yo elijo pagar los impuestos que me corresponden con el deseo loco de que se utilicen para el bien común y que un pellizquito llegue para arreglar el reloj de la Plaza del Torico que lleva un mes marcando las dos y dos.

Elijo mirar al lado bueno de la vida y, siendo todo lo realista que haga falta, ver todo lo positivo que me pasa, la gente amable que me rodea, el vaso medio lleno. Elijo sacar brillo a todo lo que me rodea, abrir los ojos y el corazón a los paisajes de esta tierra y a toda su inmensa riqueza.

Elijo levantarme temprano por la mañana para aprovechar el silencio y la marcha lenta de las primeras horas.

Elijo quejarme menos y ponerme manos a la obra cuando algo me molesta.

Elijo comprar a agricultoras de la zona esquivando a las intermediarias. Prefiero apoyar pequeños proyectos que son impulsados con ilusión y con la premisa de cambiar el mundo.

Elijo andar descalza siempre que puedo y cocinar cada día. Entre tener que limpiar el baño o que esté sucio yo, elijo limpiarlo.

¡Vaya tontada! Estará usted pensando- ¡¡si al final tienes que hacerlo por obligación!!

No es lo mismo, piénselo, tener la obligación elimina otras posibilidades. Elegir te abre varios caminos, distintas opciones. Por ejemplo, yo podría elegir vivir con un baño sucio, pero prefiero que esté limpio así que actúo en consecuencia con mi elección.

Yo podría quejarme un día sí y otro no de la suciedad de mi calle y que cada vez que salgo de casa un domingo y huela a vaquillas quedarme con la sensación de que “es lo que hay” pero como es mi elección vivir sin quejas y pasar a la acción, cada vez que en mi calle no se puede respirar por olor a pises de gente que sale de juerga y no tiene la habilidad para usar el baño del bar, abro la aplicación del ayuntamiento, Gecor, y pongo una incidencia, por ahora está funcionando y parece que ese pellizquito de mis impuestos va para dar un manguerazo a mi calle más habitualmente de lo que se hacía hace un año.

Ya ven, no prometerme nada, no hacer nada por obligación, me está dando buenos resultados en todo menos en dejar de fumar...