

El erróneo identificativo de la asociación de mujeres: Alcañiz el Viejo nunca fue Ercávica
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Ercávica y Alcañiz el Viejo nunca tuvieron que ver, pese a que desde el siglo XVI al XX algunos eruditos de la localidad se empeñaron en este equívoco que ha arraigado en el imaginario alcañizano, hasta el punto de que hoy la asociación de amas de casa de la ciudad luce como nombre este falso identificativo. Los bulos, paparruchas o fake news de antes, alimentados en los siglos XVI y XVII por personalidades como el predicador Fray Tomás Ramón y el notario Pedro Juan Zapater, pretendían elevar la capital del Bajo Aragón a la categoría de obispado y la colegiata de Santa María a catedral.
Así lo explicó el jueves el presidente del Taller de Arqueología de Alcañiz, José Antonio Benavente, durante su conferencia en el marco del Curso Interdisciplinar de Humanidades titulada Inventar el pasado, falsedades y errores sobre la historia de Alcañiz.
El arqueólogo basó su intervención en dos trabajos: Historiografía sobre la Edad Antigua e investigación arqueológica en el término municipal de Alcañiz: de los orígenes al siglo XIX (1983, Centro de Estudios Bajoaragoneses) y el primer volumen de una publicación que se presentará en noviembre dentro de los actos de celebración del 40 aniversario del Taller de Arqueología: Historia de Alcañiz y el Bajo Aragón.
En síntesis, “desde el siglo XVI hasta el XIX, todas las hipótesis que plantean los historiadores locales son erróneas y algunas de ellas claramente son falsificaciones intencionadas; todas están mal hasta que empieza la investigación científica y arqueológica en el siglo XX”, dijo Benavente. Destaparon los bulos científicos como Nicolás Sancho, Antonio Beltrán o Vicente Bardavíu.
“La mayor parte de las noticias relacionadas con los orígenes de Alcañiz defendidas por nuestros eruditos locales desde el siglo XVI al XX tuvieron un mismo punto de partida: la identificación de Alcañiz el Viejo con la antigua ciudad celtibérica, romana y visigoda de Ercávica –ubicada realmente en la localidad de Cañaveruelas (Cuenca)–”, indica Benavente.
Monedas e inscripciones
El origen de esta falsa identificación se basó “en el supuesto hallazgo en los siglos XIV y XV de una serie de inscripciones y monedas en el entorno de Alcañiz el Viejo que hacían alusión a la antigua ciudad celtíbero-romana o a sus habitantes”, prosigue Benavente. Estas supuestas pruebas arqueológicas fueron descritas en documentos manuscritos –la mayor parte de ellos perdidos– cuyo contenido ha llegado hasta hoy gracias a su reproducción en la obra La Tesorera, del notario alcañizano Pedro Juan Zapater, fechada en 1704 aunque escrita con anterioridad.
En 1535, el famoso médico, teólogo y humanista aragonés Miguel Servet ya dejó escrita una anotación al margen en su traducción de la Geografía de Ptolomeo en la que situaba el emplazamiento de Ercávica en Alcañiz.
Continuó la tesis Fray Tomás Ramón, doctor en Teología y alcañizano al que se le atribuye la autoría de unas Memorias sobre las antigüedades de Alcañiz que Zapater aseguró encontrar, según indica en La Tesorera, en 1654 en el Convento de Santa Lucía. Según Zapater, se basaban en los anteriores escritos de Alonso Gutiérrez (hacia 1540) con el añadido de algunas notas y nuevos datos sobre monedas antiguas supuestamente aparecidas en su época cerca de Alcañiz el Viejo.
Este material “constituye la base de la tesis que defiende la identificación de Alcañiz el Viejo con Ercávica así como de una larga serie de interpretaciones históricas, todas ellas erróneas o falsas, relativas a la antigüedad y origen de Alcañiz. Los historiadores locales que escribieron en el siglo XIX (especialmente Mariano Ardid y Eduardo Taboada) aceptaron sin crítica estas mismas tesis de manera que hasta bien entrado el siglo XX, con la llegada de historiadores y arqueólogos profesionales, no existieron opiniones fundadas para desmentir esa errónea interpretación”, se explaya Benavente.
Interpretación interesada
“El estudio detallado y crítico de las supuestas estelas con inscripciones y de las monedas reiteradamente descritas y reproducidas en las obras de los distintos historiadores locales de los siglos XVIII y XIX tiene una única y segura conclusión: todas las supuestas pruebas arqueológicas de inscripciones y monedas relativas a Ercávica son falsas, o no existieron, o fueron inventadas, o mal interpretadas”, indica Benavente, que en un artículo en la revista Compromiso y Cultura ya dio una explicación al respecto: “La historia puede falsearse con la intención de obtener algún tipo de provecho y beneficio económico, de poder o de prestigio”.
En concreto, los antiguos eruditos conocían que la verdadera Ercávica tuvo sede episcopal hasta la conquista islámica, y tras la reconquista fue trasladada a Cuenca. De modo que la asociación interesada “justificaría la petición a la Iglesia católica del reconocimiento de Alcañiz como antigua sede episcopal y, en consecuencia, a la iglesia de Santa María la Mayor como catedral y sede de un obispado con su diócesis” en todo un Alcañiz.
Pero la ciudad se conformó, entre 1407 y 1851, con la categoría de colegiata y con un deán como máxima autoridad religiosa”, indica Benavente. La arqueología actual sí demuestra que Alcañiz el Viejo y su entorno estuvo ocupado durante dos milenios, abandonado definitivamente a mediados del siglo XII, que las fuentes mencionan como Al-Qannis.
El vetusto asentamiento tampoco se corresponde con la antigua Anitorgis
Juan Francisco Masdeu (1744-1817) identificó el cerro de Alcañiz el Viejo con Anitorgis, “una localidad antigua desde la cual los cartagineses vieron cómo se separaban los dos ejércitos de los hermanos Escipiones en el año 211 a.C., poco antes de su derrota y muerte”, explica Benavente. Las recientes investigaciones sitúan su ubicación “en el entorno de la localidad de Lorquí (Murcia)”, señala el arqueólogo.
Unas tesis que fueron seguidas por el sacerdote Joaquín Traggia (1748-1802), en los dos tomos de la obra Aparato a la Historia Eclesiástica de Aragón. No obstante, considera que Alcañiz “nunca estuvo en la Celtiberia y que debieron ser falsas las inscripciones relativas a Ercávica descritas por los historiadores alcañizanos argumentando que historiadores aragoneses del siglo XVI, tan concienzudos como Jerónimo Blancas y Antonio Agustín, ignorasen las lápidas e inscripciones de Alcañiz expuestas en su época en sitios públicos”. Las supuestas inscripciones, pues, “solo han sido vistas por Alonso Gutiérrez quien, por primera vez, las menciona”.
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