

La turistización del barranco del Cabrerizo y la necesidad de proteger del paisaje preocupan a los expertos reunidos en Albarracín
Una decena de alumnos analizan las infraestructuras verdes y el peso que tienen en el patrimonioAlbarracín analiza los riesgos que amenazan su paisaje en el IV Curso sobre Paisajes Culturales
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El curso sobre Paisajes Culturales, cuya IV edición concluyó el pasado sábado, ha puesto sobre la mesa la problemática que puede suponer la turistización del barranco del Cabrerizo, que tiene una longitud de cuatro kilómetros y va desde el casco urbano de Albarracín hasta las pinturas rupestres del Prado del Navazo. Otro de los aspectos que destacaron fue la necesidad de proteger los paisajes geológicos de la Sierra de Albarracín, que tienen una gran singularidad y que resultan un manual de geología a cielo abierto.
En el curso, que cuenta con la financiación del IPCE (Instituto de Patrimonio Cultural de España), que depende del Ministerio de Cultura, tomaron parte una decena de alumnos, además los profesores. Al frente de la actividad estaban Ana Almagro Vidal, doctora arquitecta y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y Patricia Hernández Lamas, doctora arquitecta y paisajista, directora de la Fundación Miguel Aguiló de la Universidad Politécnica de Madrid. En la actividad se puso el foco en el papel de los entornos, las infraestructura verdes y su planificación como herramienta esencial de sostenibilidad, en línea con los objetivos europeos para 2030.
En lo que respecta al paseo del Cabrerizo, se trata de una senda que recorre el barranco, pasando por un ribazo paralelo y atravesando los escalones en la naturaleza. Es un espacio muy frondoso, con vegetación típica de zona e humedal, “uno de esos callejones propios del rodeno, con condiciones ambientales atractivas” y que supone un acceso a las pinturas alternativa a la carretera, según explica Antonio Jiménez, que es el gerente de la Fundación Santa María de Albarracín.
Zona inundable
Los participantes mostraron la inquietud por la venta de ese lugar, es decir, por que se pueda promocionar más, ya que ahora sólo se conoce por el boca a boca y a través e algunos establecimientos. Jiménez destacó el interés por las excursiones en la naturaleza, que va en aumento. “Entra dentro de esos espacios singulares del entorno más inmediato de Albarracín, que sirve para acceder a un lugar paradisíaco ya colonizado por los escaladores”, dijo.
Otro de los riesgos en los que se incidió es en que la entrada al barranco, donde en la década de los 80 del pasado siglo se hizo un aparcamiento sobre la escombrera, es potencialmente inundable. Se trata de una plataforma que habitualmente está repleta de coches y que es visible desde numerosos puntos, por eso los especialistas plantean la necesidad de “adoptar medidas para renaturalizarlo”, al margen de también recuperar la escombrera. Además, en las inmediaciones hay un aparcamiento de caravanas que situado sobre una zona inundable, con el riesgo que ello conlleva en caso de fuertes tormentas.
Por otra parte, los alumnos estuvieron el mismo sábado recorriendo los paisajes de la Sierra de Albarracín y conociendo paisajes con tantos contrastes como las parameras kársticas de Villar del Cobo, Griegos y Pozondón; el rodeno; las dolinas o las acumulaciones periglaciares del macizo del Tremedal. Los participantes establecieron la necesidad de preservar todo ese conjunto porque “Albarracín y su entorno han servido de ejemplo durante años, pero mantener estos espacios tan singulares permite admirar todo el conjunto de la sierra en el que se inserta la ciudad”.
También se habló en el curso de la singularidad que se va a perder con las obras en la carretera del Puerto, la A-1512, para la que los empresarios turísticos ya solicitaron que fuera declarada como carretera paisajística. En el curso comentaron que la singularidad de este lugar era precisamente la vía, “bordeada por pinares densos y que daban una visión infinita”. Reconocieron que ensancharla supone facilitar la circulación, pero “resta atractivo, deja de ser ese potente imán que hay entre Orihuela y Bronchales”.
Durante la actividad formativa en Albarracín, que se prolongó durante varios días, también se presentaron las acciones que en materia de paisaje ha realizado la Fundación Santa María en los últimos meses, como el libro blanco de embellecimiento de los pueblos del Maestrazgo o el libro blanco para ordenar los paisajes naturales de la Sierra de Albarracín.
Esta actividad formativa sobre paisajes culturales es de gran interés para la Fundación puesto que les sirve para aprender a través de los expertos y Antonio Jiménez indicó que el objetivo final es “ese desarrollo ordenado poniendo en solfa a los territorios, pero también la necesaria contención turística”, dijo.
Otro de los proyectos de los que se habló fue precisamente de los paisajes amurallados en los que ahora se está interviniendo en Albarracín. Así, se mostraron los trabajos de la recuperación de la ladera este del acceso a Albarracín por la Iglesia e Santa María. La intención es seguir restaurando la muralla, tanto el ámbito vegetal como el topográfico y “si el dinero llega”, aclaró Jiménez, también se actuará en la iluminación.
En este sentido, el gerente de la Fundación Santa María incidió en el “empeño” que tienen de que “el paisaje sea algo decisivo en la recuperación del patrimonio”, un contexto que hasta ahora apenas se tenía en cuenta y que sigue pasando desapercibido en muchos lugares.
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