

Los restauradores toman aguja e hilo de seda en Albarracín para devolver el esplendor a telas del pasado
La Fundación Santa María forma a diez personas en la recuperación de textiles antiguosUn total de diez alumnos, siete mujeres y tres hombres, todos ellos profesionales de la restauración, están participando en el Curso de Restauración Textil con el que se inicia el ciclo formativo que, impulsado por el Instituto Aragonés de Empleo (Inaem), se está desarrollando en la Fundación Santa María de Albarracín.
Con técnicas conservativas y reversibles se realizan las intervenciones en los tejidos que, en esta ocasión, son tanto de lino, como de seda, lana o yute, con el objetivo de que el alumnado practique con diferentes materiales y técnicas.
La profesora del curso, la especialista Ana García, indicó que lo que hacen es “crear unas puntadas que intervienen muy poco sobre la pieza”, sin hacer añadidos para poner en valor el original. “Lo principal es que es 100% reversible, porque sólo empleamos hilo de seda”, argumentó. Señaló que es importante trabajar con todo tipo de materiales porque así el alumnado se forma para la demanda que va a tener en el futuro y apuntó al respecto que actualmente hay mucho trabajo de restauración, principalmente a través de los encargos que realizan hermandades y cofradías, pero también para piezas de museo como tapices o incluso alfombras.
En los días del curso, que concluye esta semana, han intervenido en una dalmática, que es una de las vestiduras que se ponía el oficiante durante la Eucaristía. Pertenece al Museo Diocesano de Albarracín, está datada a finales del siglo XIX y presentaba numerosos zurcidos en toda su superficie. Ana García expuso que algunos de ellos buscaban reparar las lagunas que presentaba la tela, “pero se sobrepasaron y estaban por toda la dalmática”, dijo. La reparación consistió en teñir tejido de seda e hilos de organsín, también de seda, para consolidarlos con puntos de restauración y de festón.
Otra de las piezas es una capa pluvial del año 1858. también del Diocesano, en la que ya se trabajó en ediciones anteriores del curso y ahora se ha terminado con la colocación del forro. Se trata de la tela original, un tafetán de lino encerado, que fue retirada para consolidar la capa y se vuelve a coser una vez restaurada.
Han terminado a su vez el conjunto de ropa eclesiástica procedente de la iglesia de Tronchón y que se componía de casulla, estola, manípulo y cubre-cáliz. Son piezas que se confeccionaron entre finales del siglo XIX y comienzos del XX y presentaban orificios muy pequeños causados probablemente por un ataque de polilla. “Lo que hacemos es teñir un soporte del mismo material, con el color adecuado, ponerlo bajo los orificios y consolidar la tela”, especificó la docente.
Así mismo, se ha terminado el conjunto eclesiástico de Mas de las Matas, formado por casulla, estola y manípulo y también de finales del siglo XIX y comienzos del XX. En este caso presentaba un deterioro intrínseco, provocado por sus propias telas puesto que las urdimbres de seda eran muy finas comparadas con las tramas gruesas y de material celulósico, lo que había provocado, con el paso del tiempo, la pérdida de las urdimbres de seda.
Por último, los restauradores han terminado la conservación preventiva en el tapiz Los Elegidos del Museo Diocesano. Los trabajos han consistido tanto en la limpieza mecánica de la pieza como en el cierre de los relés, que son las zonas donde tapicero original cambiaba de color. En ocasiones el propio tapicero las cerraba, pero en otras no, y ahora sí han sido selladas para mejorar su conservación. Además, también han consolidado varias lagunas con punto de restauración en estas piezas compuestas por urdimbre de yute y tramas de lana que se confeccionaron en el siglo XVI y que constituyen uno de los elementos más vistosos de este centro expositivo.
El curso, de 120 horas de duración, es eminentemente práctico, aunque también incluye dos horas al día de teoría en las que “se hace un repaso completo a los conceptos tanto de restauración como de almacenaje”, relató la responsable de impartir las clases. Además de recuperar las piezas y consolidar los daños que tienen, el curso incluye la construcción de fundas especiales para que se conserven perfectamente. En el caso de las piezas pequeñas se han construido cajas de un material químicamente estable.
Se trata de la XXVII edición del ciclo de Cursos Superiores de Restauración y, en todos estos años y gracias a la colaboración entre la Fundación Santa María y el Gobierno de Aragón, se han formado a más de 2.000 restauradores e intervenido en 1.700 bienes.
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