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Dos boyas a las que agarrarse Dos boyas a las que agarrarse

Dos boyas a las que agarrarse

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Fabiola Hernández

En este mundo traidor nada hay verdad ni mentira, escribió Ramón de Campoamor en el siglo XIX…El verso del poeta del realismo español que mejor ha resistido el paso del tiempo está llegando en el s.XXI a sus más altas cotas de perfeccionismo involuntario. Hemos pasado de la honradez de asumir nuestras limitaciones a la hora de valorar un acontecimiento (primer mandamiento del periodismo) al libertinaje de intentar engañar con soflamas ideológicas disfrazadas de hechos.

Hasta nos hemos inventado una palabra para mentir sobre las mentiras: posverdad…Si Campoamor levantara la cabeza…Este término que aparece en el diccionario de la Real Academia como una “distorsión deliberada de la realidad” ha infectado nuestra sociedad inoculado por las acciones de multitud de populismos reinventados.

Esta pasada semana, sin embargo, los jueces (estos señores y señoras sometidos tantas veces, algunas con razón, al escarnio público) han empezado a barrer debajo de la alfombra. Han levantado solo una esquina, pero no es realista pedirles que las sacudan todas de golpe.

Un agente de la Guardia Civil se ha convertido en la primera persona condenada en España (15 meses de prisión y multa) por difundir noticias falsas xenófobas. Colgó en Twitter un vídeo que fue visualizado 21.900 veces, en el que se veía cómo un hombre le daba quince puñetazos y siete patadas en la cabeza a una mujer y la dejaba inconsciente. Atribuía la agresión a un menor inmigrante no acompañado, los famosos menas, sabiendo que realmente había sucedido en China en 2019. Otro juez de Barcelona ha citado a declarar como investigado al expresidente del PP, Pablo Casado, por un presunto delito de injurias.

Cuando aún lideraba el partido, aseguró que en las aulas catalanas no se permitía ir al baño a los niños que no lo pedían en catalán y que se les ponían piedras en las mochilas si hablan en castellano.

Puede que sean solo dos hechos intentando mantenerse a flote en un mar envenenado de posverdades. Yo veo dos boyas a las que agarrarse.