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Fabiola Hernández

En la España de los cincuenta donde nació Carmen Valero, las mujeres no hacían deporte, no corrían, no trabajaban fuera de casa ni prácticamente tenían derechos individuales. Como le dijo a la propia Valero un directivo de la federación española de atletismo el día antes de proclamarse campeona del mundo en Montreal’76, eran “unas culonas y unas pechugonas que no servían para nada”. Supongo que lo miró y calló, y ganó el campeonato del mundo. Porque en la España de entonces, las mujeres callaban y aguantaban, pero solo una ganaba al resto de las atletas del planeta. A sus compañeros hombres les prometieron 6.000 pesetas si lo conseguían, ninguno lo logró. A ella, le pagaron 200. Pero siguió corriendo porque no lo hacía por dinero. Lo hacía porque, según dijo ella misma, era su espacio de libertad, un espacio que ampliaba con cada zancada, para ella y para las demás. Aseguraba que ni siquiera fue consciente de sus logros, quizás porque hasta que cambiamos de siglo nadie los reconoció. La Federación Internacional de Atletismo la considera la mejor atleta española del siglo XX, para eso tuvo que ser la primera atleta española en participar en unos Juegos Olímpicos, ganar dos campeonatos del mundo y 25 títulos nacionales. Y todo ello acomodándose a las distancias de no más de 1.500 metros porque “no era muy femenino”, cuando probablemente sus condiciones físicas le hubieran aconsejado distancias mayores. El presidente de la Federación Aragonesa de Atletismo ha dicho que si hubiera nacido en la actualidad hubiera sido una coleccionista de medallas.

Consiguió innumerables victorias personales, muchas más para las que llegamos después. Las instalaciones de atletismo del centro de alto rendimiento de Madrid llevarán su nombre. José Manuel Rodríguez Uribes, presidente del CSD explicó que los retos y obstáculos a los que tuvo que enfrentarse la turolense la convirtieron en todo un símbolo de superación y de igualdad. Sus logros extraordinarios obligaron al deporte a emprender la carrera hacia la igualdad.