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Incubando

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Fabiola Hernández

¿Saben cuando están incubando algo? Ese malestar sigiloso que uno siente y a veces ni siquiera se atreve contar, o sí, depende de lo hipocondríaco que sea. Nos parece que los virus atacan por sorpresa y cuando peor nos bien. Eso siempre. Pero no. Todos necesitan un periodo de incubación.  Esos momentos en los que nos notamos raros y no sabemos por qué. Un día me interesé por un amigo ¿cómo estás? me dijo: no lo sé, pero creo que mal. Pues eso. ¿Cómo nos va a sentar la entrada de capital saudí en una de nuestras empresas estratégicas? No lo sé, pero creo que mal.

A los inversores, no, a los gestores de fondos, tampoco, a los accionistas, no lo sabremos hasta que descubramos si con ese 9’9% de las acciones que convierte a la familia saudí en la accionista mayoritaria de una de las empresas más importantes de España, desvelen si van a tomar decisiones o no.

Al resto de los españoles, a los que no pintamos nada en las decisiones que competen a los grandes agentes del capitalismo globalizado, no creo que nos beneficie que una dictadura conocida por despreciar abiertamente los derechos humanos (recordemos que los gays, las mujeres y los que decimos lo que pensamos también lo somos) nos beneficie en nada.

El gobierno dice ahora que velará por los intereses estratégicos del país ¿se imaginan que dijeran lo contrario? e invoca al Ministerio de Defensa para que estudie la sospechosa operación.

Recuerdo cuando hace algo más de una década los fondos inversores chinos entraron en tromba a comprar la deuda de las cajas de ahorros españolas cuando fueron obligadas a convertirse en bancos. Ahí siguen. Igual que seguirá la familia real saudí dentro de una década, extendiendo sus microrganismos que viven ya en la liga profesional de golf, en el fútbol, en la industria mundial de los videojuegos y desde hace unos días, en las telecomunicaciones de habla hispana. Ahora hay que esperar a ver si se trata de una operación financiera o si nos han inoculado el virus de la intolerancia salvaje. Quiera el tiempo que no desarrollemos la enfermedad.