Síguenos
Nueva York Nueva York

Nueva York

banner click 244 banner 244
Camino Ibarz

Estar fascinada con los rascacielos de día y con su aspecto iluminado por la noche no evitó que pensara que nos extinguimos como especie mucho antes de lo que pensaba. Nueva York es una ciudad dura. Para sobrevivirla te obliga a ponerte unas gafas de disimulo y un abrigo a modo de piel protectora ante la individualización y la deriva social a la que nos está llevando el consumismo.

Personas demenciadas, solas, sucias e idas, gritando a veces, dormitando otras, tiradas en las calles. En muchas calles, y en el metro. Otras personas, sobre todo hombres jóvenes, en grupos “de supervivencia” o en soledad, pinchándose a plena luz del día.

Nos contaron que la situación se ha agravado con la crisis económica post pandemia y que también ha incrementado el número de indigentes deambulando por la ciudad. Puestos de comida por doquier para la gente que camina y come sin detenerse, a todas horas. Mucho azúcar. También gente guapa y moderna yendo directa y sin mirar a los lados, hacia sus trabajos u otros destinos. Hispanos por doquier. En cuanto me esforzaba en hablar inglés, me respondían en español con acento sudamericano, en cualquier lugar de la ciudad. Obras por todas partes. Ruido. Ruido permanente, que tan apenas se amortiguaba de noche. Andamios en centenares de edificios, nuevo negocio en alza en la ciudad que nunca duerme. Plásticos y montones de basuras en cada calle, sobre todo en las del centro, en la gran manzana, junto a ese lugar icónico que es Time Square.

Luces de neón y leeds que nunca se apagan. Un despilfarro energético inconmensurable, que como sociedad, no podemos permitirnos. Y la cosa sigue, grúas y más grúas se afanan en levantar el edificio aún más alto. Soñaba con este viaje, pospuesto en pandemia, que gocé, a pesar de lo relatado, por la compañía, por cómo se crece cuando se sale de la zona de confort y por todo lo compartido con mis acompañantes, a las que he conocido mejor, que me fascinaron y a las que amo todavía más. Esta es solo una columna aviso a navegantes que elijan New York como destino.

El redactor recomienda