Alejandro Luances, músico: “En España no estamos a la altura en el cuidado a los ancianos, no es más que otro nicho de negocio”
El músico cierra este martes en Monreal del Campo una gira de su proyecto musical y terapéutico ‘Canciones y charrada’, dirigido a las personas mayoresAlbarracín es el escenario del nuevo capítulo del Proyecto Luz del músico José Luis Temes
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Alejandro Luaces procede de la L’Entregu (Asturias), en plena cuenca minera del Nalón, aunque ha vivido varios años en Teruel, de donde es su pareja y donde nació su hija. Y Teruel es una de las provincias españolas por las que ha girado con su espectáculo musical Hier encore, dirigido especialmente a personas de edad avanzada. Afirma que la música no garantiza un cuidado asistencial de calidad allí donde los servicios públicos no lo ofrecen, pero sí que debe formar parte de unos hábitos de vida saludables. Ha recorrido con su guitarra todas las comarcas aragonesas y recientemente ha girado por Monreal del Campo, donde ofreció varios talleres, Pancrudo, Visiedo o Rillo, entre otros lugares.
-¿En qué consiste el proyecto Hier Encore?
-Cantamos con la gente, en grupos o en sus casas, la música de su historia de vida. Hier encore, (Ayer mismo en francés) es un intento de reparación consciente del común a través de la música en vivo. Un proyecto de salubrismo musical que sistematiza herramientas de cohesión social. Desde los saberes y la cultura revisada, porque hay una gran nostalgia de tiempos en los que la vida se hacía mucho más en común. El nombre de este nuevo proyecto viene de una canción del franco-armenio Charles Aznavour, en honor a un pueblo que conocí en Francia y me acogió con cariño: el armenio. Aznavour, curiosamente y pese a los nacionalismos de pureza, es también una símbolo allí. El exilio armenio es un claro ejemplo de resiliencia comunitaria frente el sufrimiento producido por los determinismos a partir del genocidio de 1915. Los determinismos pueden ser dramáticos cuando somos mayores, más si no tenemos recursos. Es importante tener en cuenta el curso de vida, "más biografía y menos biología" que dice Mónica Ramos.
-¿Por qué se dirige específicamente a los mayores?
-A las personas mayores de abajo, en concreto. No estamos a la altura en lo que se refiere a la tutela de sus derechos fundamentales. Necesitamos personas para estar bien, sentirnos respetados y valorados con un contexto social amable. Como músico popular colaboro en la detección e intervención en situaciones de vulnerabilidad en una sociedad que ha roto el contrato social con estas personas. El modelo económico, relacional, residencial y asistencial que estamos proyectando no está ni estará a la altura de sus necesidades, es un fracaso anticipado si no lo abordamos desde lo intergeneracional y comunitario. Entendiéndolo como una estructura que mejore sus vidas con las nuestras. La música popular y tradicional es únicamente una coyuntura, una herramienta más. La motivación es una necesidad de cambio real y urgente, reafirmada en los viajes por Europa con ellos y ellas.
-¿Cómo reacciona el colectivo al que se dirige ante sus talleres y conciertos?
-La reacción más importante, por la carga transformadora, es la aparición de nuevos proyectos sociales vinculados a la música en los lugares por los que pasamos. Los músicos somos una coyuntura únicamente. La música trasciende al ego, y esto es un aviso ante la obsesión que tenemos por trascender. Colaboramos en rescatar capacidades y seguridades en las personas, para que puedan seguir compartiendo. Siguen funcionando y este es el éxito más rotundo. Rascamos con las canciones hasta que aparece lo que ya existía, con naturalidad, empatía, respeto y cariño: con ternura política. La sorpresa viene al comprobar como, aun sintiendo las personas la necesidad de estar juntos y de recuperar proyectos colectivos, optan por apoyar proyectos políticos que recortan recursos públicos.
-¿Qué particularidades tiene su público turolense con respecto al del resto de España?
-La percepción sobre el valor de la música es universal. El público turolense es tremendamente agradecido y fraterno. Estoy cantando en muchos lugares en los que repito y eso también se nota. Tristemente debemos aprovechar ya esa fraternidad para reconstruir los lazos desde la justicia restaurativa. Teruel está dentro del marco de destrucción del ecosistema familista y comunitario de cuidados, de sustitución por estructuras privadas, especulativas y empresariales. Lucrativas. Estimuladas por los estados, pero también por la Unión Europea. Las personas mayores turolenses lo sufren. El marco común es el capitalismo de estado. Las consecuencias, las que ya conocemos y explicamos: los cuidados como un nicho de negocio más. Teruel debe reflexionar sobre el modelo de atención y su ecosistema musical para las personas de edad. Ellos y ellas se lo merecen.
-¿Qué repertorios musicales trabaja?
-Hay lugares en el que estamos utilizando el rock, la música de autor, el ámbito de la zarzuela, la lírica y la música coral... Otros en los que el repertorio viene de contextos como la copla, el bolero, el tango o la música latinoamericana. Y siempre está la música tradicional, depende de las necesidades de diálogo, de los objetivos y del contexto cultural. Trabajamos siempre acompañados con piano o guitarra. La clave es utilizar la música de su historia de vida. En estos repertorios no podemos obviar la reflexión sobre la construcción identitaria y los roles. Cuestiones sobre las que también hablamos en nuestros talleres y conciertos y que nos generan tertulias muy interesantes sobre género o equidad.
-¿En qué sentido puede la música mejorar la salud? ¿Cómo actúa?
-La música es únicamente una herramienta más. Nosotros vemos al ser humano como una entidad social, biológica y cultural, el código postal es más importante que el genético. Venimos con categorías de acción colectivas, tomando en cuenta el medio en el que las personas viven y el estilo de vida que cada uno lleva. La persona adquiere relevancia como parte del proceso social (no biológico) de salud, con su música -la suya- en este caso. Hacemos especial hincapié en ir más allá del hecho sonoro. Detrás de las tesis del desarrollo personal individual -mindfulness, psicología positiva, coaches, mentorías... - y del falso alternativismo, se esconden el neoliberalismo y el individualismo más segregadores. El principal maltrato emocional al que estamos expuestos es estructural, de modelo de sociedad y de abandono relacional. De marginalidad en una parte importante de nuestros vecinos y vecinas. De un abuso de privilegio por parte de aquellos que los tienen, generando muchísima violencia. Intentamos minar los ecosistemas que generan soledad y aislamiento, colaborando con todos los miembros de la sociedad. Buscamos la llegada de más relaciones sanas y positivas a través de la música.
¿Todas las músicas son en ese sentido sanadoras?
-El discurso de la capacidad de la música para sanar, está normalmente anclado en planteamientos biologicistas, con los que no estoy para nada alineado. Los planteamientos musicoterapeutas mayoritarios son tremendamente corporativistas e individualistas. Lo que sana es tener unos determinismos positivos y unos servicios sanitarios públicos de calidad. Unos hábitos de vida saludables. Con música, pero sin romantizar su papel y sus capacidades. Un estrategia de botas (de calle) y no de batas (de consulta). Crear estructuras políticas de cambio. La vida cotidiana es la fuente de salud si esos determinismos son positivos, de enfermedad si son negativos. El salubrismo es un concepto que acentúa el valor los recursos sociales y personales así como las aptitudes físicas, psicológicas y emocionales de Hier encore. Nuestro trabajo se ampara en construir un presente y un futuro desde lo que somos. No existe una música sanadora, los musicoterapeutas con trayectoria política y comunitaria lo tienen claro en Latinoamérica. En España estamos lejos. Nos reuniremos en Bolonia con ellos en unos meses. La música ayuda a revertir situaciones patológicas pero, sobre todo, acompaña en procesos de vida más saludables.
-¿Cómo cambia la experiencia de escuchar música en directo, de forma colectiva con respecto a la escucha privada, a través de una grabación o Spotify?
-Los turolenses nos dicen que necesitamos el cuerpo a cuerpo y el contacto físico. La música en vivo lo posibilita especialmente si hay un ecosistema construido consciente y regularmente: una sistematización. Nos ayuda a ser mucho más reflexivos y a apartar la banalidad de nuestras sociedades, a recuperar la autenticidad desde la cultura. A desinstitucionalizarnos. Más allá de los discursos de la innovación, de la máquina por la máquina, del Spotify, queremos incorporar el discurso de los gremios artesanales que ya reivindicó el ludismo a principios del siglo XIX. Es necesario crear espacios tranquilos para contar y cantar, para abrir diálogos que no se han dado y que son vitales emocionalmente. No debemos normalizar un discurso anclado en la sobrevigilancia de las vidas de los y las mayores.
¿Cuáles son sus proyectos ahora, a corto y medio plazo?
-Buscar la colaboración de las instituciones y del tejido asociativo con una visión más amplia, más sólida. Continuar en esta línea con dos nuevos proyectos que arrancaremos, en diciembre, en Valencia y Asturias. La práctica de las tesis de la no violencia en lo social, supone arriesgar nuestros privilegios para intervenir. Seguiremos proponiendo proyectos buscando la colaboración intergeneracional y la asunción de responsabilidades, individuales y colectivas, en estos cambios. La música nos seguirá marcando el camino. El remedio para la desmoralización, las políticas del miedo y la falta de dignidad es alinear nuestras capacidades personales con lo que necesita nuestra comunidad. La música y el arte en general nos posibilitan herramientas, sin efectismos, que debemos aprovechar.
Acompañamiento
Alejandro Luaces es músico, miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y colaborador habitual de programas como Músicos por la salud. Desde el año 2010 participa de proyectos globales con personas mayores en colaboración con gobiernos autonómicos, diputaciones provinciales, consejerías, ayuntamientos y asociaciones en diferentes puntos de España y Francia, así como con diferentes organizaciones del tercer sector, del ámbito sociosanitario y en domicilios. Ha sido miembro del programa público de música y salud de la Fondation Hospices Civis de Lyon (HCL) a través del proyecto Résonansemble en el Departamento Rhone-Alpes (Francia), en colaboración con instituciones sociosanitarias públicas.
Además es el 50% del dúo de música latinoamericana y chanson française -guitarra y voz- Ibjan, con la guitarrista cubana Ibet Álvarez Mompié. Ha finalizado una gira por centros residenciales, asociaciones y domicilios de mayores por la Unión Europea y sus territorios periféricos, evidenciando la situación general que las personas mayores viven en el continente.
