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Álvaro Benito, cantante y guitarrista de Pignoise: “El fútbol profesional es tan exigente que te aisla, pero por fortuna yo tenía otra pasión” Álvaro Benito, cantante y guitarrista de Pignoise: “El fútbol profesional es tan exigente que te aisla, pero por fortuna yo tenía otra pasión”
Héctor Polo, Álvaro Benito y Pablo Alonso (de izda. a dcha.) son Pignoise. Sharon López

Álvaro Benito, cantante y guitarrista de Pignoise: “El fútbol profesional es tan exigente que te aisla, pero por fortuna yo tenía otra pasión”

Pignoise es una de las bandas que actuarán este sábado en el Gumma Fest de Alcañiz
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Álvaro Benito (Salamanca, 1976) iba para estrella del fútbol y terminó siéndolo de la música. Debutó en el Real Madrid de Valdano en la campaña 1995-96. Jugó 24 partidos oficiales y fue considerado una de las grandes promesas de la época, pero una lesión de rodilla truncó su progresión al final de esa campaña. Tras su retirada definitiva fundó Pignoise en 2002, junto a Pablo Alonso (bajo) y Héctor Polo (batería), banda que alcanzó una enorme popularidad gracias a la serie de TV Los hombres de Paco y temas como Nada que perder o Te entiendo, que son himnos de una generación en España.

Benito nunca ha abandonado del todo el fútbol y trabaja como analista y comentarista deportivo en medios como Movistar Plus+, Cadena SER o diario AS, aunque la música es el auténtico centro de su vida profesional.

Pignoise concluyó esta primavera en el Movistar Arena de Madrid su gira de 20 aniversario y hace apenas un par de semanas lanzó Atardecer, el primer adelanto del nuevo disco que saldrá en noviembre, y que probablemente será uno de los temas que suenen en Alcañiz a partir de las 23.30 horas del sábado, durante el Gumma Fest de la capital del Bajo Aragón.

-Tras ese LP del 20 Aniversario se vienen cosas completamente nuevas, ¿no es así?

-Sí. Nosotros nunca hemos sido de revisitar canciones, y de hecho no teníamos claro lo del 20 aniversario. Pero nuestro mánager, que es uno más del grupo, nos convenció para hacer algo. Y como la gente que iba confirmando que colaboraría en la regrabación de las canciones eran de la talla de Loquillo, Calamaro, etcétera, nos entusiasmamos con el proyecto. Pero quien me conoce sabe que la parte que más me gusta de este trabajo es la composición, y que lo que me atrae es hacer siempre cosas nuevas.

-Que un músico legendario cante una de tus canciones debe de ser bastante especial...

-Cuando una voz tan característica y con tanta personalidad coge una canción de repente la hace suya en un minuto, y le da una vida completamente distinta. Por eso son cantantes únicos. Si al Álvaro de 16 o de 14 años le hubieran dicho que un día Loquito, Calamaro y toda esta gente cantaría canciones suyas sencillamente no se lo hubiera creído. Pero lo que más satisfecho me ha dejado es el hecho de que gente importantísima de los que soy fan absoluto me han demostrado también un respeto tremendo como artista.

-Componer tira que te va... pero subirse a un escenario, emprender una gira mastodóntica, empalmar viaje-concierto, viaje- concierto, viaje-concierto... ¿cómo se lleva esto cuando las décadas van pasando?

-Todo cambia porque de entrada todo ha cambiado en esta industria. Antes el grueso de la gira estaba determinado por las fiestas de los ayuntamientos. En una ocasión nosotros hicimos 140 conciertos en un año, y Loquillo me contó que un año tuvo nada menos que 180... una locura. Te embarcabas en junio y acababas en octubre cantando prácticamente todos los días. Tocabas en ciudades gigantescas y pueblos pequeñitos, que no sé de donde sacaban el dinero, porque tocabas tú pero el día anterior había tocado La Oreja de Van Gogh. Ahora en cambio tu haces tu gira por salas, pabellones, en función de los tickets que vendas, y luego a base de festivales, que hay cientos por todo el país.

-Bueno, pero yo me refería a la exigencia física que supone tocar en directo...

-Eso también. Pero cuando empezamos no teníamos el dominio a nivel técnico que nos ha dado la experiencia. Hemos trabajado mucho estos años y eso se refleja en directo, donde podemos defender nuestra propuesta muy seguros. Yo ahora en directo estoy muy relajado, tranquilo, y es un momento de absoluto disfrute. Estoy más pendiente de conectar con la gente y divertirnos que de sonar bien, que es en lo que teníamos que concentrarnos antes. Sí que es verdad que ahora tengo que cuidarme más, tener precaución con los aires acondicionados... sobre todo porque ya no quiero sufrir, quiero llegar al concierto al 100%.

-Otra de las cosas que han cambiado en la industria son los formatos, y el LP poco a poco va haciéndose cada vez más raro...

-En eso seguimos trabajando un poco con la mentalidad de la vieja escuela. Seguimos creyendo en el disco como una obra completa e imperecedera, más allá de como lo acoja el público. No nos gusta esto de ir sacando una canción cada dos semanas.

-¿Por qué?

-Porque todo tiene sus tiempos. No me imagino una banda de nuestro estilo sacando una canción cada dos semanas, y luego dentro de dos años metiendo las que más hayan gustado dentro de un disco. Mi forma de trabajar es componer mucho, durante un año y medio o dos años, y cuando ya tengo diez, doce o catorce canciones con el nivel suficiente para seducirme, lanzarlas en un disco completo. Quiero que pasen diez años, mirar hacia atrás y sentir que estoy contento y orgulloso de haberme tomado ese tiempo.

-Algunas de sus canciones -estoy pensando en ‘Nada que perder’- son auténticos himnos generacionales. ¿Pero uno no termina aborreciendo la canción que te piden en todos los conciertos o por la que te preguntan todos los periodistas?

-No. No te puede aborrecer una canción que ha sido un éxito y que la conoce hasta la gente a quien no le gusta el grupo. Cuando algo trasciende de ese modo es motivo de orgullo. Es verdad que, en nuestro caso, canciones como Nada que perder, Te entiendo, Estoy enfermo o Todo me da igual las hemos tocado y ensayado muchas veces, pero cada día que las compartes es especial.

El tema es que a mi me gusta mucho ir a conciertos, ver música en directo, y me resulta muy fácil meterme en la piel del público. Entonces creo que hay canciones que tienen que seguir estando ahí, porque la música tiene el poder de trasladarte a ese momento de tu vida cuando ponías ese disco o sonaba en la radio, en un buen momento porque estabas con tal persona, o en la universidad, o vivías en tal sitio, o viajabas con tus amigos... y eso no se le puede robar a la gente. Yo voy a ir a ver a Oasis a mitad de julio a Manchester... ¿cómo no van a tocar Wonderwall o Live forever?

-El himno de la selección Española en la Eurocopa 2008 fue una canción de punkrock, su Pasar de cuartos. En 2024 lo fue un remix techno de Potra Salvaje creado por un turolense, Fernando Moreno. La música también cambia, ¿verdad?

-En música siempre ha habido todo tipo de géneros. Tú eliges tu forma de expresarte en función de lo que quieras hacer, o de cómo lo puedas hacer, y si a partir de ahí logras emocionar a alguien y hacerle sentir cosas pues ya estás cumpliendo el objetivo de cualquier obra de arte, canción, cuadro, poesía, película o lo que sea.

-¿La tecnología puede llegar a convertir en rutina ese proceso de creación?

-Yo lo que creo es que la tecnología ha evolucionado tanto que te permite recortar mucho los procesos. Antes si querías hacer una canción tenías que tener una formación, y si querías que la canción sonara bien, tenías que tener una formación buena. Antiguamente hasta la música más pachanguera tenía unos procesos muy complicados, porque grabar era lo que era. Y es verdad que la tecnología te permite que mañana mismo, sin tener nociones de nada, te pones a mirar vídeos en Youtube, te haces una bases con un programa, cantas por encima y ya casi tienes una canción, más allá de que sea mejor o peor. Esto que sucede es inevitable y ocurre con todo. Ahora todo el mundo somos fotógramos, porque con los filtros de los móviles todas las fotos parecen buenas, y cualquier se hace sus reels, sus histories y lo que quieras.

 

Álvaro Benito ensaya en su estudio de música

-Gumma Fest, el festival alcañizano donde van a actuar el sábado, es precisamente de música mayoritariamente electrónica, urbana y electrolatina. Tienen poco que ver con ustedes, ¿no?

-Ya hemos tocado en festivales con ese tipo de músicos y no hay ningún problema. De hecho una de las cosas buenas que han traído las nuevas generaciones es que son mucho menos segmentados que nosotros. Nosotros cuando éramos pequeños escuchábamos la radio y no entendías de géneros. Cuando tenía 10 o 11 años no tenía ni idea. Pero luego te haces adolescente, te vuelves más snob, más gilipollitas, y empiezas a meterte en géneros, en cosas más específicas que te parecen más auténticas o más guays. Y en el fondo no son más que chorradas. La música debería unir más que desunir, y todos los artistas y todas las músicas tienen más puntos en común que diferencias.

Y las nuevas generaciones son cada vez más eclécticas, y esto lo demuestran los festivales, que cada vez programan músicas más diferentes. A mí eso me parece muy buen síntoma, y estamos a gusto. El año pasado hicimos dos festivales Ron Negrita, donde éstamos los únicos artistas que no hacíamos reggaetón. Creo que elegir tu música, tu equipo de fútbol, tu religión o tu partido político, y pensar que eso es lo único que sirve es eso es un terrible error. Tiene que ver sobre todo con nuestras propias inseguridades, y espero que algún día el ser humano deje de pensar así.

-¿Se considera un futbolista que ha triunfado en la música por culpa de una lesión? ¿Un músico que jugó profesionalmente en uno de los mejores equipos del mundo? ¿Un comentarista deportivo que además toca la guitarra?

-Es innegable que yo era futbolista. Lo llegué a ser a nivel profesional. Luego empecé un nuevo camino y ahora me siento músico, porque a la música, a estudiar y a componer, le dedico el 80% de mi tiempo. Hace mucho que ya no tengo esa sensación de estar pisando un terreno que no es el mío. Empecé como un lienzo en blanco pero soy alguien muy trabajador que lucha por cumplir todo lo que se propone. Me he formado mucho, he ido cumpliendo objetivos y llevo 15 años produciéndome mis propios discos. Lo que pasa es que la música tiene esa cosa rara de que, por mucho que ahora soy mejor músico y mejor compositor que hace 15 años, de eso no puede haber duda, seguramente nunca vamos a poder hacer un exitazo como Nada que perder o Te entiendo. Porque en la música necesitas un componente de conectar con la gente que no tiene que ver con lo bueno que seas o lo que hayas aprendido.

-¿Cuál es la fórmula? La serie ‘Los hombres de Paco’ fue una plataforma inmejorable para Pignoise, pero ha habido cientos de sintonías televisivas que han pasado sin pena ni gloria. ¿Por qué esa no?

-Imposible saberlo porque eso depende de la gente. Me gusta que plantees eso porque no es tan fácil. Que te pongan en una serie de TV no significa que vaya a suceder. En ese caso, por ejemplo, Los hombres de Paco empezó los domingos a competir con Aída, y fracasó porque Aída arrasaba. Al tercer o cuarto capítulo la quitaron. Entonces se hizo un rediseño de la serie, y Álex Pina, el creador, nos llamó y nos dijo que Antena3 creía en Los hombres de Paco, y que a través de encuestas habían visto que de lo que más gustaba era la música, así que quería meter al grupo como banda de música en la ficción con más canciones, en las tramas y tal. Y eso fue clave, a partir de ahí empezó a sonar más y fue el punto de partida. Pero ¿por qué una canción o un grupo conecta de repente con la gente? Eso no se sabrá nunca.

-¿Qué aprendizajes le ha dado el fútbol que le ha servido en la música? ¿Qué cosas que sirven para uno de esos mundos sirven para el otro?

-La exposición. Gracias al fútbol yo estaba preparado para exponerme en la música. El fútbol es un mundo muy crítico, muy exigente a nivel social, personal, de prensa... Un millón de veces más que cualquier otro. Cuando empecé en la música yo estaba muy preparado para recibir cualquier tipo de crítica y eso me permitió no venirme abajo nunca. Eso por un lado, y por el otro la constancia. El deporte te da frutos a largo plazo, el fútbol te da muchas patadas en el lomo pero los momentos de satisfacción son inigualables. Desde que yo cuelgo las botas hasta que Pignoise empieza a generar ingresos como para vivir de ello pasaron seis o siete años, pero teníamos muy claro que debíamos ser constantes.

-No puedo evitar preguntarle si le fastidia que le comparen con Julio Iglesias...

-En absoluto. En realidad la historia no es igual, porque Julio no llegó a ser profesional del fútbol, pero luego ha sido el artista español que más discos ha vendido...

-Pero es la historia de la persona que no pudo ser futbolista por culpa de una lesión y que acabó triunfando en la música...

-Hay ciertos paralelismos, sí... La vida te lleva por caminos que nunca esperas, pero que quizá tienen que suceder. Hace como diez años en un bar de música en directo, en Madrid, una chica me contó que me había entrevistado hacía mucho tiempo, haciendo prácticas de periodismo, siendo yo futbolista del Real Madrid. Yo ya no me acordaba, pero me dijo que me preguntó a qué me hubiera dedicado si no hubiera sido futbolista. Y yo le dije que hubiera tenido un grupo de música.

-Eso es como para creer en el destino o en el karma.

-En lo que yo creo es en que hay que reaccionar a lo que sucede. Yo me lesioné a punto de cumplir 20 años y hasta los 24, después de un montón de operaciones, no se consumó mi retirada. Y no podía quedarme toda la vida llorando sobre el hombro de alguien. Afortunadamente yo tenía otra pasión, algo que no es fácil en el mundo del fútbol, porque para quien se quiere dedicar a ello profesionalmente es tan exigente que te aisla, te atrapa en una burbuja donde todo es fútbol y no hay nada más que fútbol. Por eso es tan habitual que los jugadores se saquen el título de entrenador cuando se retiran. Por fortuna yo tenía esa otra pasión, otro objetivo por el que luchar. Y sigo haciéndolo, sigo luchando por sacar el mejor disco de mi vida, la mejor canción de mi vida, y ser mejor músico cada día.

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