

‘Barro y barrio’, San Julián propone una mirada a su pasado de ollería y artesanía en el alfar de los Górriz
Hasta el 14 de septiembre puede verse esta muestra promovida por la asociación de vecinos del barrio en colaboración de particulares y familiaresAlara denuncia los destrozos sufridos por el atril dedicado a la alfarería en Teruel
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Si hay un oficio que guarde la mayor de las sintonías con los cuatro elementos –fuego, aire, agua y tierra- es el arte de la alfarería, es ésta una de las principales disciplinas de la cerámica y a menudo socialmente, se tiende a considerarla en global, olvidando que en la cerámica hay partes artísticas, industriales, constructivas amén de porcelanas, refractarios y muchos más elementos que forman parte del crecimiento humano en cuanto a dominio de la naturaleza.
Ha querido la asociación de vecinos del turolense barrio de San Julián, realizar una muestra que acerque la creación alfarera en una exhibición que se va a desarrollar del 8 al 14 de este septiembre bajo el titulo Górriz Olleria. Barro y barrio, con la propuesta nítida y clara de acercar no solo los inicios de los hermanos Górriz cuando se instalan en la ollería de la rambla de San Julián número 9, sino también ese mundo de la creación que formaba parte de la vida de un barrio entonces mucho menos poblado, pero con una importantes nombres dentro de la historia de la alfarería turolense.
Nacen en Teruel su padre José Górriz Martínez (El Paulete) que tenía su obrador en las Ollerías del Calvario, parte de la cual aún estaba en pie y que tuve la suerte de visitar en varias ocasiones con Pepe Górriz; viudo con dos hijos José Vicente y Adoración contrae matrimonio con Vicenta Valero de Alba del Campo de dicha unión nacen Ismael (1926) Pepe (1928) y Consuelo (1932). José Górriz Martínez muere en 1935 su padre Fernando Górriz Jarque era albañil y su madre Joaquina Martínez natural de Alba del Campo, era aguadora, y sí, la famosa tía Joaquina, la aguadora de Teruel por tanto, era la abuela de José Vicente, Adoración, Ismael, Pepe y Consuelo.
Después de la guerra civil la familia se instala ya en la ollería de la rambla de San Julián, antes denominada de Lozano, allí están activas las de Martín Abril, colindante y a escasos 60 metros la de Félix Abril El Monono. Abril es un personaje capital en la historia cerámica de la ciudad de Teruel, ya que realizó alguna de las piezas de restauración del mudéjar por encargo de Lorente Junquera, arquitecto responsable de Regiones Devastadas para el patrimonio turolense. En lo que hoy ocupa buena parte del colegio público Miguel Vallés, estaba la Ollería de José Maícas que antes de la guerra era conocida como Monegro, en la carretera de San Julián orilla de la misma nos encontramos con la Ollería de Cristóbal Foj El Barreñero y más adelante dirección al Carrajete la de Blasco, antepasados del actual consejero del Gobierno de Aragón Manuel Blasco Marqués.

A partir de 1953 el hermano mayor José Vicente vuelve al obrador de Ollerías del Calvario y los hermanos menores continúan su producción en la rambla de San Julián, comenzando a desarrollar nuevos elementos en la producción decorada, manteniendo la elaboración de vajilla de barniz royo ya que la producción de teja y ladrillo tan importante en el mundo ollero turolense va decayendo con la incipiente industrialización del sector.
Un tiempo difícil
A partir de la década de los cincuenta el hacer de la producción alfarera turolense se reorganiza, por un lado la producción de la Ollería no gira ya en torno a la teja y el ladrillo, lo anteriormente referidos nuevos métodos de producción y también de cocción con la llegada del Coke de petróleo cambian radicalmente el trabajo, así oficios vinculados a la producción alfarera van languideciendo, es el caso del aliaguero, éste abastecía de zarzas y aliagas el mundo de la cocción cerámica pero también a los aljezares y las caleras turolenses.

En la ciudad de Teruel una figura es especialmente importante por tratarse de uno de los últimos aliagueros turolenses Pedro José de la Merced, que con sus nietos Pepe Marzo mecánico turolense y Pepe de la Merced que sería jugador del CD Teruel, llenaban carros para las cocciones de la ollería turolense, junto a ellos hay que significar a los aliagueros de Valdecebro, que peinaban la cara norte de los Mansuetos con la misma intención, este era un oficio que se alternaba en la mayoría de los casos con la agricultura.
El barrio de San Julián era también la puerta de entrada para las areneras de Villel, que vendían el caolín como arena de fregar y en el caso de la ollería para la realización de esmaltes tanto en el blanco como en el transparente royo.
Ollería, barro y niños
Todo el proceso de decantación del barro para quitarle impurezas es para Pepe e Ismael una jornada de trabajo ímprobo, pero para los niños que nos concentrábamos en la Ollería era la mejor de las fiestas; a la arcilla traída de zonas próximas a la finca de La Jabalina, hoy desaparecidas por la construcción de la perimetral se le añadía gran cantidad de agua del pozo en una primera balsa, un barro tremendamente liquido, que los chavales del entorno llamábamos “chocolate”.

Es fácil suponer, que a la mezcla de barro agua una balsa y niños, la resultante fuera que allí todos metíamos los pies y más de alguno llegaba a casa incluso con los pantalones llenos de barro.
En esto del barro como en tantas cosas las niñas eran mucho más cuidadosas, aquellos niños de la frontera entre el Arrabal y la rambla de San Julián tenían en la Ollería de Pepe e Ismael uno de los mejores juegos de verano con la complicidad de los olleros, nombres como los de Pepe Sanz, Carlos Mor, Rafa León o Julián Esteban entre otros forman parte de esa pequeña historia que contribuye decisivamente a cimentar el titulo de esta muestra Barro y Barrio.

No se puede pasar por alto otros elementos para el juego infantil que proporcionaba la Ollería, como eras las llamadas trébedes por algunos y por otros traudes, Pepe Górriz siempre las llamo traudes; eran los birlos otro elemento de sumo interés para los juegos infantiles, cientos y cientos circundaban los alrededores de las ollerías de San Julián, Arrabal y Calvario, se empleaban para organizar las tejas y la ollería propiamente dicha en el horno, muchos salían partidos lo que hacía que los niños les llamaran chorizos, por su aspecto cilíndrico y su interior rojo barro cocido, evidentemente la calle, la rambla el barro era un territorio infantil donde se desarrollaban multitud de juegos.
Artesanía Górriz
En la transición entre los cincuenta y los sesenta mucho investigó sobre todo Ismael Górriz, muchas fueron las ferias y los certámenes de artesanía, muchas las personalidades que pasaron por la ollería cuya puerta principal junto a la entrada de la ollería de Martín Abril está ahora tapiada, y en un momento que el régimen apostó por la artesanía como un impulso para crear pequeños empleos, los hermanos estuvieron listos para desarrollar una creación alfarera con personalidad propia.
En unos casos con la copia de piezas medievales de los siglos XIII y XIV, luego con una apuesta por el diseño teniendo en cuenta el mundo medieval como punto de partida, un estudio de la forma que resultaba novedosa en jarras, alcuzas o albarelos de farmacia, presencia nacional e internacional, con ferias, en los sesenta llevan su trabajo a Cannes, Madrid en varias ocasiones, Zaragoza o tan lejos como la República Dominicana y despiertan el interés de personalidades del campo internacional como es el caso de la visita del embajador de Japón Morisaburo Seki a la ollería en 1965.
Los setenta son de máximo apogeo en producción y trabajo interrumpidos bruscamente por el fallecimiento de Ismael Górriz en diciembre de 1978.
Barro y barrio es una muestra sencilla que pretende acercar ese mundo que ahora parece lejano o incluso de diseño dentro de ese artificio consistente en hacerse un pasado que no conocieron ni de cerca, las gentes de la rambla no solo atesoran ese pasado, portan recuerdos imborrables y amistad no solo con Ismael, Pepe y Consuelo, o Adoración Górriz, nombres como Félix Abril, Joaquín Abril, Cristóbal Foj, Pilar de la Casa, José Maícas, Amadeo Sanz, Rául Valero son patrimonio de un barrio que fue pequeño y ahora crece y que afortunadamente mira su pasado cultural.
En la ollería es de recibo recordar a las mujeres, y en este caso a la tía Vicenta Valero La Pauleta, Teruel y sus apodos, los olleros también tenían los suyos.
Vicenta Valero, madre, trabajadora incansable merece un gran reconocimiento, una madre que atravesó el dolor de perder a tres hijos, demasiada crueldad para alguien que tanto trabajo por los suyos, junto a ella la tía Joaquina la aguadora, abuela como hemos indicado de los Górriz, mujer tenaz que merece ser recordada, cuando se habla de los Pauletes desde el corazón de barrio, grandes artistas, y nietos e hijos de grandes mujeres.